OPINIÓN CARNAVAL

Un nuevo carnaval

Volvemos a la normalidad aunque durante un año entero sigamos viviendo el carnaval por dentro

Juan José Ramos

Entra la luz cuando la persiana levanta los párpados de un nuevo día. Ha llovido durante la noche y el olor a humedad fresca de la mañana se apodera de mis pulmones.

El día está dibujado, como si el mismísimo Sorolla se hubiese empeñado en regalarle su vitalismo a la inmensidad que se abre ante mis

ojos.

Me lavo la cara y busco el desayuno que despierte a mi sentido del gusto, aún aletargado y bostezando a la espera de que el café y la tostada le desarmen sus ganas de seguir hibernando.

Cojo el teléfono y mientras paladeo el aceite con jamón me sumerjo en el mundo digital de redes sociales, noticias del día y bandejas de e-mails.

El día sigue empeñado a entrar por mi ventana e invitarme a salir. Más que una invitación diría que es casi una provocación.

Me visto, enjuago la taza, guardo el tostador y bajo al portal. Siempre que entro o salgo de casa reviso el buzón aunque sé de antemano que no voy a encontrar nada porque anoche estaba vacío.

Un pie, otro pie, y en un par de pasos más las calles de Cádiz me han tomado la medida perfecta. Llego a cada esquina con los pasos precisos, no tengo que recortarlos ni dar ni un solo paso de más. Cádiz toma siempre la medida de mi paseo, sea ligero o recreado, esta ciudad tiene la inmensa capacidad de modificarse y hacerse, de cambiar y permanecer, de parecer vanguardista siendo siempre la misma.

Quedan pocos charcos, es sábado. Me doy cuenta porque al pasar junto al patio de un colegio no suena a colegio. Me imagino en casa cuando era pequeño, me encantaban las mañanas de los sábados.

Bajo por la plaza, giro a la Cruz Verde, saludo a un amigo en la puerta del Gavilán:

-Ole.

-Quillo.

-Cogerlo ahí.

-Ya se acabó lo bueno ¿no?

Continuo paseando sin rumbo. Tengo la intención de salir al Campo del Sur por Sagasta pero mis pies no obedecen y siguen de frente. Una camarera sonriente me da los buenos días mientras abre Las Banderas. Giro hacia la calle de La Palma.

El aire cada vez en más agradable y la humedad empieza a despedirse. En la calle se empiezan a montar las terrazas.

-Buenos días Paco. Esto ya se ha acabado. Otro año más. Un carnaval menos. Volvemos a la normalidad aunque durante un año entero sigamos viviendo el carnaval por dentro.

-Qué voy a decirte yo del carnaval de mí Cádiz si para mí es más que un sol y oro es porque oro vale…

-Hasta pronto Paco. ¡Viva el carnaval de Cádiz!

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