OPINIÓN CARNAVAL

¿Quo vadis, Ares?

«Si no sabes a dónde vas, cualquier camino te llevará allí.»

Lewis Carroll.

Enrique Goberna

Aprovechando la tarde del viernes y conocido ya el corte de las preliminares, no quiero dejar pasar la oportunidad de realizar algunas reflexiones y clamar, a buen seguro que en el desierto, lo que llevo años clamando desde la columna de opinión que este Diario tiene a bien prorrogarme por estas fechas.

Llevo un lustro manteniendo la impopular opinión de que un concurso como el de agrupaciones del carnaval de Cádiz, no puede estar en manos de un jurado permanentemente novato. Bastante tienen con intentar salir indemnes de su fallo sin levantar grandes polémicas ni demasiada polvareda mediática.

Un negocio no puede estar en manos de sus becarios. Por más conocimientos y buenas intenciones que quieran ponerle, saben que no son ni los culpables de errores estructurales o de estrategia de la empresa, ni los responsables en solucionarlos durante su breve estancia en ella.

En un concurso como este, la deriva de las modalidades la marcan los premios. Lo que es premiado se tiende a reproducir; a homenajear o imitar si son las locales quienes reproducen estéticas ajenas, o a plagiar, que es el término adecuado para cuando esa imitación viene allende la provincia. Y los premios los determina el jurado: de ahí su importancia estratégica.

Cada año se hace más imperativo que alguien tome las riendas de esta nave. En mi opinión, la composición del jurado debería tener cierta estabilidad y que algún responsable, gabinete o comité, marcase el rumbo de lo que queremos que sean los próximos años de concurso. Responsables encargados de fijar su forma y poner ciertos límites.

Llevo tiempo escuchando a nostálgicos de las comparsas de los ochenta y los noventa, pero hete aquí que cuando aparecen comparsas de ese corte en el concurso son guillotinadas sin reparos. En ausencia de alguien que determine el rumbo, el rumbo lo fija el que rema más fuerte. Hoy, en ausencia de Aragón, Martín, Bienvenido o Tino, aquí solo manda Ares. A pesar del talento literario de Argüez, incuestionablemente superior, los códigos y claves para ganar son múltiples, crípticos y hasta caprichosos. Si Ares gana con una comparsa guerrillera y estridente, pues ya sabemos que toca recibir en años venideros a comparsas combativas, con la bayoneta calada y a jaurías de contraltos. Si gana —que ganaría también— con una comparsa cantadita, poética y dulce, sus legiones de seguidores enarbolarán ese pendón y asegurarán que era el preciso momento de una comparsa así. De un retorno al origen. ¿Duda alguien de ello? En ausencia de timonel estamos en sus manos.

Siendo por tanto Ares el único gurú y faro de la modalidad: ¿Quo vadis, Ares?

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