Carnaval de Cádiz

Las chirigotas callejeras se plantan ante las agresiones: «Hay que poner límites, es inaguantable»

En estos últimos días han lanzado un cubo de agua a una agrupación desde una terraza, han salpicado con lejía a un romancero y amenazado con un objeto contundente a otros compañeros; «no sabes si te la estás jugando solamente por cantar»

La falta de respeto a las agrupaciones callejeras: grabaciones sin permiso y a ganar dinero a costa de ellas

Lanzan agua desde una ventana a una chirigota callejera en el Carnaval de Cádiz

Una chirigota ilegal, este jueves en Cádiz. Antonio Vázquez
José María Aguilera

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«Ya no podemos más. Hay que poner límites, porque esto es inaguantable». «No sabes si te la estás jugando solamente por cantar». «No se puede permitir». Estas son algunas declaraciones de reconocidos carnavaleros que durante la semana de Carnaval son habituales actores de la fiesta con sus chirigotas y romanceros. Hombres y mujeres que suelen restar dramatismo a los sucesos, que huyen del sensacionalismo y protagonismo, pero que entienden que es el momento de dar un paso adelante y alzar la voz.

La voz, su voz, representa a un colectivo que, pese a su carácter anárquico e indomable, «siempre va todos a una cuando la ocasión lo merece», y que está «harto». Los últimos acontecimientos, que «no son nuevos», han sido la gota esa gota que colma el vaso.

En la noche del jueves, a la chirigota 'Los Bacardí' del Showmancero le lanzaron un cubo de agua desde un cuarto piso o el ático de un bloque, en la calle Regimiento de Infantería. Además del impacto y de la sorpresa, uno de ellos se tuvo que marchar completamente empapado, y acabaron con los instrumentos y los libretos mojados por este ataque. Horas antes, a Ana Magallanes ('Mafalda') le salpicaron con gotas de lejía desde una ventana a las 23 horas en la calle Osorio. El miércoles, una vecina amenazaba al 'chiridúo' ('Abatar, desavío en el espacio') con un objeto contundente («un martillo») después de interrumpir la actuación con un bafle en La Merced a medianoche.

«No es algo nuevo, pasa todos los años, pero ya dejan de ser hechos puntuales», reflexiona David Medina, del 'Showmancero'. «El año pasado, en Encarnación también nos arrojaron huevos, así que hay que poner límites porque es inaguantable». Entienden que, «a nivel político, se vende el Carnaval de Cádiz hacia el exterior. Ahora mismo es un Bien de Interés Cultural, aspira a ser Patrimonio de la Humanidad, y si realmente lo somos, habrá que tomar medidas necesarias porque es como si atentaran contra el Oratorio de San Felipe o las Murallas. Porque 'nos están matando', no es algo puntual».

En su caso denunciaron la agresión de la noche del jueves, «para que quede constancia. La Policía Local investigó, tomó declaraciones, subió al bloque, pero dice que no puede hacer nada. No pasa nada», lamenta. Medina cree que este problema se debe atajar por dos vías: «la sensibilización y las medidas coercitivas». «Hay que concienciar a la gente, a los vecinos, de que la convivencia y la tolerancia es para todos, y en las distintas fiestas», comenta. Una campaña como la que se hace para frenar el botellón o las agresiones machistas. «Y que se investigue y se pongan multas ejemplarizantes porque atentan contra el patrimonio de la ciudad».

«Es muy complicado, aunque está claro que esto no puede ser», destaca Alejandro Leiva, de la chirigota del Perchero. «En años anteriores hicimos una protesta y nos fuimos a Puerto Real porque la Policía Local desalojó a una chirigota. En otra ocasión, protestamos porque la empresa de limpieza nos baldeaba con las mangueras. Pero son organismos o entidades jerárquicas que se les puede dar una orden. El problema es que nos encontramos con vecinos de manera individual».

«Están consiguiendo que nos quiten las ganas de ir a ciertos sitios», reconoce la romancera Ana Magallanes, que en su mapa mental va tachando las esquinas y rincones donde ha habido incidentes. «Ya no voy más». Por eso, pide «que se nos proteja desde las administraciones. Enturbian los momentos de Carnaval, que hacemos de manera altruista, totalmente gratis. La mayoría respeta, pero a veces tengo la sensación de ir escondida para que no me vean».

¿Cuáles son los motivos de las agresiones a las chirigotas callejeras?

En realidad, no hay motivos para agredir a una agrupación de Carnaval en la calle, que además es sinónimo de respeto y buen entendimiento. Pero existen factores que explican estas circunstancias. Varios. Alejandro Leiva asegura que «estas situaciones también ocurrían otros años, pero uno se enteraba después, por el boca a boca. Ahora, con las redes sociales, uno lo sabe al instante y todos somos más conscientes de que no es algo puntual». Influye «que las agrupaciones cada vez lo toleran menos. No se puede presumir de Carnaval, callejero, gratis, y ocurran estas cosas».

Magallanes le suma la «masificación» de esta fiesta, que ha pasado a ser «una moda. No se respetan los silencios», «y cada vez hay más agrupaciones, y más ruidosas», reconoce Medina, que sugiere a su vez un componente social y cultural. «La sociedad está muy polarizada y, aparte de que no se aguante tanto, es que hay quien considera que el Carnaval es una porquería. Que somos unos chuflas y no debemos ser respetados. Porque yo no imagino que a nadie se le pase por la cabeza tirarle un cubo de agua a un penitente. Se pararía la procesión y se pondrían todos los medios para dar con el agresor».

¿Qué hacer?

Las chirigotas callejeras no tienen una representación, un órgano donde se aglutinen. Sin embargo, existe muy buena sintonía entre los participantes y se han empezado a lanzar fórmulas para atajar este asunto, que de incómodo ha pasado a inaceptable, con el temor de que vaya a más. «Estamos muy enfadados. Habrá que pedir amparo a los políticos y difusión en los medios, porque como sigamos así no se va a poder salir», comenta David Medina. «Se podría hacer una huelga de brazos caídos, pero eso va en perjuicio nuestro», reconoce Leiva. «Y eso es lo que quieren» precisamente los que agreden, culmina Magallanes.

La calle, en multitud y a la luz de las farolas, a oscuras y en soledad, ya cuenta con demasiados riesgos. Este jueves, la Policía Nacional detuvo a tres individuos por una reyerta en la plaza de San Antonio. El miércoles, agentes tuvieron que intervenir en el Pópulo por una pelea multitudinaria a botellazos. El domingo, la Policía Local de Cádiz arrestó a dos personas durante la Cabalgata del Carnaval como presuntos autores de un delito de lesiones durante una discusión. Los conflictos entre vecinos deben solucionarse cuanto antes, en un clima de tolerancia y respeto que siempre va en y desde todas las direcciones. No en vano, históricamente las agrupaciones han comprendido y aceptado las demandas de los ciudadanos, cambiando su ubicación e incluso parando la interpretación del repertorio cuando así se lo han pedido por motivos de descanso o enfermedad. Es complejo que una población concilie la fiesta con el derecho a descansar durante una semana, pero la convivencia y la tolerancia obligan al entendimiento total. Porque el Carnaval es de todos.

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