Pan y circo

Lo podemos conseguir

'Si no se puede luchar contra los imponderables hay que saber sobreponerse a ellos'

Negredo, en el pasado encuentro celebrado en el wanda. L. V.
Pepe Reyes

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La reciente derrota frente al Atlético ha dejado en la afición amarilla una extraña sensación que ondula entre la frustración y la esperanza, entre el desasosiego y el optimismo, un imperceptible halo que enhebra con finos hilos los temores del abismo y la certidumbre de la salvación.

A diez jornadas de la conclusión de la temporada, el objetivo de la permanencia se advierte al alcance de la mano, pues el equipo desprende muy buenas sensaciones sobre el campo y los rivales directos no acaban de despegar ni en juego ni en resultados.

El problema es que el calendario vuela y, con él, las oportunidades para sumar los puntos necesarios que las exigencias clasificatorias reclaman. Y, otra vez, el fútbol volvió a ser injusto con el Cádiz, pues ni mucho menos merecimos salir derrotados del Wanda Metropolitano. Y, otra vez, las decisiones arbitrales volvieron a percutir con inusitada saña contra los intereses amarillos. Circunstancias que no habrían de pasar de una lastimosa anécdota si no fuera por la imperiosa necesidad de triunfos que, en estos momentos, tanto nos ahoga.

Huelga el comentario del último oprobio sufrido, pero la intervención de la sala Var para anular la tarjeta roja a Reinildo puede alcanzar el título de la astracanada superlativa de esta liga. Y con el Cádiz, claro está, como víctima propiciatoria una vez más. Pero si no se puede luchar contra los imponderables hay que saber sobreponerse a ellos. Por lo que no cabe mejor reacción que la que demuestran los jugadores con su aplomo en la circulación del balón, la fe en las propias posibilidades y su lucha sin cuartel hasta el último suspiro de los partidos. En esta línea de un fútbol renacido y con estas armas de renovada moral, lógico es que la afición vuelva a creer en la permanencia y a volcarse con nuevo y mayores bríos con un equipo al que siempre apoyaron y al que nunca abandonaron ni en los peores momentos. Son albores que preludian una celebrada victoria. Y este domingo, en el viejo Carranza, la vamos a conseguir.

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