DRA. ALICIA VALLINA VALLINA - TRIBUNA LIBRE

Un modelo de fragata en San Fernando

Es un regalo realizado por la familia del contralmirante de la Armada Julio Guillén al pintor Joaquín Sorolla y que se exhibe el Museo Naval isleño

Fotografía del modelo de fragata del siglo XVIII. Museo Naval de San Fernando

Dra. Alicia Vallina Vallina. Directora técnica del Museo Naval de San Fernando

Sorolla viaja a Alicante acompañado de su hijo Joaquín y de uno de sus discípulos predilectos, Alfredo Carreras, el 27 de septiembre de 1918 , con la idea inicial de lograr localizaciones e inspirarse en la realización de un nuevo panel encargado por el hispanófilo y mecenas Sir Archer Milton Hungtington con destino a decorar los muros de la Hispanic Society de Nueva York. Esta vez el panel se centraría en un asunto concreto: El palmeral de Elche. El título que finalmente el valenciano dedicó a este panel es ciertamente erróneo pues nunca pintó este asunto en la ciudad ilicitana, sino que lo hizo en Alicante debido a una serie de circunstancias que no cabría explicar ahora.

El 4 de octubre de 1918 Sorolla cita por vez primera, en la correspondencia que diariamente envía a su esposa, Dña. Clotilde García del Castillo, a su «condiscípulo», Heliodoro Guillén Pedemont (1864-1950) , pintor alicantino seguidor de Emilio Varela, Casto Plasencia y Lorenzo Casanova, con quienes también Sorolla había compartido estancia en Alicante. Le describe como un hombre amable, con quien puede hablar de arte, señalando que «vive bien» y que posee «un bonito estudio y una familia agradable».

Durante el tiempo pasado allí, Sorolla visita en varias ocasiones a la familia de Heliodo Guillén, entablando una sincera relación de amistad que continuará hasta el fin de sus días.

El 25 de noviembre de 1918 Sorolla decide definitivamente pintar el asunto del panel , que dedicará a la corta de los dátiles, en el huerto alicantino del Carmen, propiedad del Sr. D. Juan Soler, con excelentes vistas al mar. En la colocación del lienzo y en su sujeción – excepcionalmente compleja debido a sus enormes dimensiones- intervienen, en ayuda del maestro, sus discípulos Guillén, Carreras y Varela. Sorolla comenzará a dibujar el panel el 27 de noviembre tal y como recoge en la carta enviada a su esposa ese mismo día donde señala «¡qué hermoso el sol, la gente y el hombre con la carga del dorado fruto… he gozado mucho!».

A la vez que pinta en Alicante, el maestro valenciano viajará a Elche el 1 de diciembre, en compañía de Varela y Guillén, para captar con su retina la grandeza del asunto ilicitano. Regresa de nuevo a Alicante para seguir pintando. Allí realiza jornadas agotadoras de trabajo y emplea su tiempo de ocio acudiendo al cine, al teatro o cenando en casa de Guillén, en compañía de la esposa de éste, Pepa Tato, y de sus hijos Ramón, Julio y Teresa. Las jornadas familiares en su compañía discurren felices . Así, en carta dirigida a Clotilde el día 17 de diciembre de 1918 Sorolla escribe «comí en casa de los Guillén arroz en costra, plato alicantino riquísimo, allí he pasado toda la tarde… Me he distraído porque hicieron música y bailó una señorita andaluza con mucha gracia y mucha intención».

Ante la ausencia familiar que eclipsa el ánimo y las fuerzas del pintor valenciano en muchos momentos, los Guillén se convierten en su apoyo y consuelo . Guillén y Sorolla comparten aficiones y su evidente amor a la pintura. Ambos son socios distinguidos del Casino y del Club Náutico de Alicante -nombran socio de honor a Sorolla el 15 de diciembre de 1918- y sus hijos se entienden bien, llegando a forjar amistad duradera.

La amistad entre Heliodoro Guillén y Joaquín Sorolla se afianza con los años hasta que, en 1918, Sorolla se citará en la residencia alicantina de Guillén para compartir largas jornadas que combinan trabajo y ocio.

Así, y cuando Sorolla finaliza el asunto del palmeral ilicitano, Heliodoro escribe abundantes misivas al valenciano donde es evidente la añoranza que siente hacia los tiempos que compartieron y donde narra episodios de su vida familiar.

En enero de 1919, el propio Guillén menciona, por vez primera en su correspondencia, los avances laborales y académicos de sus dos hijos varones : Julio, que «marcha ya a su destino de 3º» y Ramón que «sigue en su clínica».

Julio Guillén Tato. La Voz

D. Julio Guillén Tato, que en aquellos años había ingresado como guardiamarina en la Escuela Naval Militar de San Fernando , sería después contraalmirante de la Armada Española y director del Museo Naval de Madrid. D. Julio, persona culta y bien formada, fue además un gran historiador. Sus trabajos se publicarían en la Revista General de Marina, de la que también sería director, al igual que del Depósito Hidrográfico y del Archivo General de Marina D. Álvaro de Bazán, sita en el Viso del Marqués. D. Julio Guillén fue miembro de un sinfín de academias, instituciones y sociedades entre las que destaca especialmente, por su vinculación con el propio Sorolla, la Hispanic Society de Nueva York.

Guillén Tato, que apreciaba de modo singular el arte de la pintura, sintió una gran admiración por Joaquín Sorolla . A él dirigió desde Ámsterdam, el 25 de octubre de 1920, una tarjeta postal conservada en el archivo del Museo Sorolla de Madrid donde se muestra una reproducción en blanco y negro del cuadro de Murillo titulado Virgen con el niño.

Como muestra de admiración y cariño, la familia Guillén Tato regaló a Joaquín Sorolla un modelo de fragata en madera policromada del siglo XVIII . Se trata de una nave de un solo puente, tres palos -lo que la identifica como una fragata- y 28 cañones, de 1,55 cm de eslora y 50 cm de manga.

Tras el fallecimiento de Sorolla, ocurrido el 10 de agosto de 1923, los descendientes del pintor entregaron al Museo Naval de Madrid el modelo de fragata para que pudiera ser expuesto en la colección permanente del museo. Allí permanecerá hasta el 29 de septiembre de 1993, momento en que ingresa en la colección del Museo Naval de San Fernando . Aquí, y tras una primera restauración, en 2006 se procede a aplicar un tratamiento contra xilófagos y se limpia tanto la superficie como la capa pictórica. Se reintegran también las partes deterioradas, luciendo actualmente en la sala del museo dedicada a la construcción naval del siglo XVIII.

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