Volcán Cumbre Vieja

Un guardia civil jubilado de Cádiz ayuda a recoger las cenizas del volcán de La Palma

Francisco García, 'Curro', lleva dos meses en Los Llanos de Aridane como voluntario

Dos meses va a pasar Francisco colaborando para mitigar los daños de la erupción. L.V.

Verónica Sánchez

Cuando en septiembre comenzó la erupción del volcán de La Palma, Francisco García era un jubilado más que paseaba por las calles de Cádiz. Vocal de la Asociación de Vecinos Segunda Aguada, disfrutaba acudiendo a una peña de pájaros en Puntales y tomando algo en el Centro Cántabro. Tras décadas de servicio en la Guardia Civil, Francisco gozaba de tranquilidad y descanso.

«Espera, que me bajo del vehículo, que voy de patrulla», nos dice al teléfono desde la isla de La Palma. A sus 71 años volvió a 'hacer el petate' y, tirando de espíritu de servicio, se fue a ayudar a los que más lo necesitaban.

No pudo evitarlo. Este gaditano que vive en la capital pero es de Villamartín, estuvo años destinado en La Palma, allí se casó e incluso tiene un hijo, Raúl, de 42 años, nacido y residente en Canarias. Cada año va a las islas, donde aún conserva buenos amigos. Por eso, sin pensarlo dos veces, supo que tenía que acudir a echar una mano en lo que pudiese. «Dije, 'yo me voy para allá'» , cuenta Francisco a este periódico. Llamó al Cabildo y de ahí le derivaron al Ayuntamiento de Los Llanos de Aridane . El día 8 de noviembre a las 7.30 horas estaba en la terminal de guaguas (autobuses) de Los Llanos donde le recibió el concejal de Servicios Públicos, José María Rivera. Y desde entonces, cada día, recoge cenizas del volcán en esta localidad de La Palma.

Francisco, con su grupo de trabajo. L.V.

«Aquí todo el mundo ha perdido algo»

Con su pensión de guardia civil retirado se costea un apartamento por el que pagó 900 euros el primer mes «y este me lo han bajado a 830». Las gafas, mascarillas y guantes con las que desempeña el trabajo se las da el Ayuntamiento de Los Lanos, «uno termina con la nariz taponada porque con el viento las cenizas se levantan» , cuenta. Y el Consistorio también da de comer a los voluntarios.

Curro, como todos le conocen, se levanta cada día antes del amanecer. Se toma un café y a las 7.30 está en el punto de reunión. Voluntarios y operarios se dividen en grupos y se dirigen a un punto del municipio. Cortan una calle y proceden a limpiarla de cenizas, que recogen y llevan a un vertedero donde se guardan «porque son buenas para utilizarlas en la construcción y la agricultura». El trabajo se desarrolla de lunes a viernes hasta las 13.30 horas , «pero hay veces que, como estoy aquí solo, el sábado también voy. Los domingos me voy a Santa Cruz o a visitar algún pueblo del norte».

Cada grupo de voluntarios y operarios tiene un encargado, «el mío se llama Delto», cuenta, «y ha perdido tres casas (la suya, la de su madre y la de su hermana). Con cualquiera que hablas en Los Llanos ha perdido algo» , lamenta. Así, detalla que el Ayuntamiento da de comer a los vecinos. «Cuando llegamos a almorzar hay una cola de criaturas. Hablas con cualquiera y todos han perdido algo, una nave, una casa, un local. Siempre comemos con un matrimonio alemán que se ha quedado sin casa. No tienen nada. Viven con unos compatriotas suyos que les han acogido», narra Francisco.

El guardia civil, en primer plano, durante una jornada de limpieza. L.V.

«Al principio dormía vestido»

Lo peor para Curro en estos meses han sido los temblores de tierra . «Por lo menos me han cogido tres de madrugada. Me quedaba paralizado. Todo se movía. Una de las noches, eran las 3.30 horas y hubo un terremoto. Mi cama se movió al otro lado de la habitación», narra. «Los primeros 10 días dormía vestido por si tenía que salir corriendo de la casa debido a los temblores».

Cuando se fue a ayudar en el volcán le dejó a su hijo preparados los papeles de la funeraria . «Dije que no volvería hasta que acabase la erupción. Y así ha sido», explica con la voz rota por la emoción. Curro vuelve a Cádiz el próximo 7 de enero. Regresa «muy contento. Ya ho hay temblores de tierra y muchas calles están limpias, porque no cae ceniza. Aunque todavía queda trabajo».

En el corazón, el agradecimiento de los palmeros . Como ese dentista al que tuvo que ir 20 días después de llegar a la isla y que no le cobró la consulta cuando se enteró de que era voluntario. «Me voy contento y muy satisfecho con el trabajo realizado».

La metopa con la que la Guardia Civil ha reconocido su labor a Francisco. L.V.

Aquí, al otro lado del charco, le esperan sus hermanos, Antonio y Guillermo, «que fue jugador del Cádiz». En la maleta, trae buenos recuerdos, y una metopa que le entregó el general de la Guardia Civil «por su altruista y benemérita actitud ante la erupción del volcán de La Palma»; junto a una carta de la directora general de la institución, María Gámez . «Su actuación demuestra una disposición abnegada, leal y altruista. Resulta un verdadero ejemplo en el que fijarse para todos aquellos que siguen en activo», versa en la misiva.

Y tras bajar del avión, de nuevo, la vida de guardia civil retirado , mientras en el corazón resuena el benemérito himno, «vigor, firmeza y constancia, valor en pos de la gloria, amor, lealtad y constancia».

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