Tribunales | Cádiz

«Temimos por nuestra vida, iba a pincharnos, a atacarnos»

Uno de los policías acusados de homicidio por la muerte de un hombre al que detenían en Santa María asegura que el fallecido no paró de acometerles de forma «extremadamente violenta» y que nunca le golpearon en la cabeza

La vista se ha tenido que suspender por la grave indisposición que ha sufrido otro de los agentes procesados cuando estaba declarando

Iglesia de Santa María, donde sucedieron los hechos. La Voz.

M. Almagro

La vista oral por el 'caso Santa María' por el que cuatro policías nacionales se sientan en el banquillo acusados de homicidio por el fallecimiento de un hombre armado al que estaban deteniendo ha comenzado este martes con una incidencia bastante reseñable . Uno de estos agentes ha sufrido una grave indisposición cuando apenas había empezado a declarar y ha tenido que ser asistido por una ambulancia y trasladado al hospital para ser tratado. Ha sido el propio policía el que, debido a un evidente estado de ansiedad, ha alertado a la magistrada que preside la sala de que se estaba encontrando cada vez peor. Por tanto, la vista ha sido suspendida a expensas de la evolución médica de dicho agente.

Momentos antes y ante el jurado popular que dirimirá la inocencia o culpabilidad de los cuatro procesados, declaraba otro de los policías nacionales imputados . Como se recordará la acusación particular, que representa a la familia del fallecido Juan Antonio Martínez, solicita para ellos la pena de quince años de prisión por un presunto delito de homicidio, además de una indemnización de 700.000 euros. La Fiscalía y la Abogacía del Estado, además de las defensas, piden la absolución al entender que los agentes actuaron en legítima defensa y no se extralimitaron en la fuerza empleada en ningún momento.

Así lo explicaba el agente que ha declarado. A preguntas de la acusación particular relató cómo se produjo toda la intervención. Según explicó nada más empezar el servicio de ese día (Sábado Santo de 2015), en torno a las 6.40 horas de la mañana, recibieron por sus transmisores el aviso del 091. Un vecino del barrio de Santa María de Cádiz llamaba pidiendo ayuda. Estaba siendo perseguido por un hombre que iba armado con un punzón en la mano. Aseguraba que le seguía con la clara intención de atacarle.

Como detalló el agente, cuando llegaron en la patrulla, vieron al supuesto agresor caminando con el arma, por lo que fueron tras él. Sin embargo, nada más percatarse de que ya estaba allí la Policía y le daban el alto, éste se volvió contra ellos y «en una actitud muy violenta, se encorvó y esgrimiendo el destornillador vino hacia nosotros». Ante esta situación, retrocedieron unos metros para guardar una cierta distancia de seguridad -como indica el protocolo- y quisieron mediar con él, pero no hizo caso. «Un compañero se acercó para intentar tranquilizarlo y le acometió con el destornillador dándole en el mentón».

Fue, desde ese momento, cuando comenzaron a usar las defensas reglamentarias para desarmarlo ya que «las acometidas eran continuas» . «Se fue contra él, lo tiró al suelo y ya ahí intentó rematarlo». Entonces, otro agente intercedió y le pinchó varias veces en el tórax. Además el policía contó como a él mismo le hizo desestabilizarse hacia atrás, lo que le hizo tropezar con una tarima. El fuerte impacto provocó que se le saliera el hombro. Sin embargo, y como ha insistido, en ningún momento le golpearon con las defensas en la cabeza, sino que lo que intentaban era darle en las extremidades para que soltara el punzón y así desarmarlo.

«Temimos por nuestra vida, iba a pincharnos», ha asegurado ante las preguntas planteadas. «No pudimos interactuar con él en ningún momento, su actitud era muy violenta, como sobrehumana », confesaba de forma tajante y firme este policía quien ha llegado a confesar que se sintieron «sobrepasados» ante la agresividad continua del fallecido. «No paró quieto en ningún momento, llegó a levantar a uno desde el suelo teniendo como único apoyo la cabeza. Se la golpeaba contra el suelo y a la vez intentaba mordernos».

A preguntas de la abogada Esther Coto, que representa a uno de estos agentes acusados, el policía aseguró que la intervención no duró más de diez minutos y que no llegaron a utilizar las pistolas porque, a pesar de las circunstancias, quisieron ser «lo menos lesivos posible. Solo queríamos detenerlo y ponerlo a disposición judicial que es lo que fuímos a hacer». Por otro lado aseguró que en ningún momento el fallecido quiso huir del lugar ni de ellos. «Lo que recuerdo es que gruñía y se reía a carcajadas».

En la continuidad de su relato, este agente también contó que en el momento de ponerle los grilletes, dos porque uno no les bastaba debido a la fuerte resistencia que ofrecía, Juan Antonio dejó de moverse y que incluso pensaron que podía estar fingiendo , ya que pasó de una enorme actividad a ninguna. Sin embargo, comprobaron sus constantes vitales. Había fallecido. Entonces comenzaron a intentar reanimarlo con masajes cardíacos pero ni ellos ni los servicios sanitarios que se desplazaron pudieron hacer nada. Los agentes además no sabían en la intervención que esta persona sufría de problemas mentales, como un trastorno bipolar, agravados posiblemente por adicciones a las drogas y el alcohol.

A vista del jurado y mostrado en sala como pruebas, el agente también certificó que los daños tanto de la camisa y el chaleco que llevaba su compañero herido en el tórax correspondían a las abatidas del punzón empleado por el fallecido en el mismo lugar de los hechos.

Por su parte, el policía que tuvo que interrumpir su declaración aseguró que lo vio al llegar claramente y que les decía de forma repetida: «¡venid que os voy a pinchar!».

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