«Queremos que acabe esta pesadilla»

Gaditanos que trabajan en Cataluña viven con relativa tranquilidad el 1-O, pero con incertidumbre el futuro

Policía Nacional y G.Civil actúan para evitar la votación del 1-0 en colegios L.V.

JAVIER RODRÍGUEZ

El paro le obligó a buscar trabajo fuera de su Cádiz natal. Nando, de 45 años, casado y con un hijo de cinco, trabaja en Gerona como agente de seguridad y ha vivido la jornada del referéndum ilegal pegado a la televisión con relativa tranquilidad, pero con incertidumbre sobre el futuro que, a partir de ahora, le depara a todos la situación política catalana.

Javier, uno de los gaditanos que se encuentra trabajando en Cataluña, durante la manifestación de la plaza de Cataluña L.V.

«Queremos que acabe esta pesadilla». De esta forma se ha manifestado este trabajador gaditano en Cataluña, que ha preferido mantenerse al margen no solo de la votación sino de la crisis institucional que asola a esta comunidad autónoma desde hace años. El trabajo es lo primero para esta familia, que respeta cualquier opción. De hecho, Nando es miembro de la peña cadista catalana y sus integrantes tienen como lema, más bien como código interno de buenas maneras, no mezclar la política con el fútbol , «pese a que cada uno tiene sus opiniones sobre lo que está ocurriendo».

La misma opinión tiene Javier, de 25 años y natural de Jerez, que lleva dos años trabajando en Barcelona. Vive en la avenida de la Meridiana, principal entrada a la capital de quienes vienen de Girona. No ha sido esta mañana, la del 1-O, un paseo agradable por la zona. Furgones de la Policía y de la Guardia Civil circulaban a gran velocidad de un lado para otro. Javier quiere también que se ponga fin cuanto antes a esta pesadilla que se vive en Cataluña, «porque el ambientte se está caldeando cada vez más y la votación ha terminado por reventarlo todo». Señala que la pelota ha ido engordando día tras día y, «si nadie la frena», la situación se convertirá en insoportable y puede llegar a ser trágica. Reconoce que el 1-O ha provocado una fractura social muy grande y muy difícil de cerrar. En su opinión, lo más preocupante no es, desde luego, lo que está ocurriendo el 1-O, con el despliegue policial y las cargas, además de las manifestaciones, sino lo que pasará a partir del 2-O. Ahora mismo, dice, «nadie sabe cuál es el futuro que nos depara esta situación». Los problemas crecen a nivel social, ya que hasta ahora había debate en la calle, pero «hemos pasado directamente a la confrontación». Javier sabe del efecto de las redes sociales y adelanta que las imágenes de cargas y heridos a través de wassap no ayudan ni benefician .

Al contrario. Mientras que quienes no están a favor del referéndum ven necesaria la presencia policial para garantizar la seguridad y el cumplimiento de la normativa constitucional, la otra parte considera que han ocupado un territorio que ya no les pertenece. Complicada salida .

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