Sabina: «Los españoles nunca hemos tenido arreglo»

El cantautor jiennense actúa mañana en el Estadio Municipal de Chapín de Jerez, dentro de la gira ‘Lo niego todo’

Las entradas están casi agotadas para el concierto de mañana. :: jJ. Pañeda

M. F. Antuña / L. V.

Joaquín Sabina (Úbeda, Jaén, 1949) vuelve mañana a Jerez, con la gira de ‘ Lo niego todo ’, diez años después de su última actuación en tierras jerezanas, de la mano del grupo Concert Tour. No obstante, hay que recordar que Sabina también actuó en Cádiz en 2009 en un acto Por la libertad de expresión, y en 2012 en Bahía Sur (San Fernando) junto a su amigo Joan Manuel Serrat, con quien llegó a Jerez precisamente en 2007. La expectación generada por su concierto de este viernes es tal que quedan muy pocas entradas a la venta. Hay ganas de ver al cantautor jiennense, que no pasa de moda.

Agota entradas, lidera listas de venta y le hacen tema de tesis doctorales. ¿Qué le pone y qué le impone más?

–A mí lo que me hace mucha gracia es que con 68 años cumplidos, sin sonar en la radio, ni estar en las redes sociales, sin internet, sin photocall y sin todo eso, la gente un día está en su casa y decide comprar mi disco. Me parece un milagro. Y me gusta porque eso puede ayudar a los jóvenes a darse cuenta de que no hace falta hacer el ridículo para estar en la música, no hace falta hacer canciones despacito.

A muchos sus canciones nos producen nostalgia. ¿A usted qué le provoca escucharlas?

–Yo no las escucho nunca, en mi casa rara vez pongo música, prefiero leer. A mí lo que me produce placer es llegar a México y escuchar a un mariachi cantando ‘Y nos dieron las diez’ sin saber que la canción es mía. Me gusta cuando las canciones se independizan de su autor y uno las puede disfrutar desde fuera.

Y eso a usted le ha pasado con muchas de sus canciones.

–No con muchas, pero sí con unas cuantas. Pero fíjese que lo que me llama más la atención es que cuando canto las nuevas en los conciertos, como las cosas van tan rápido ahora, resulta que la gente se las sabe todas.

¿Y qué sensación le provoca cuando le dicen que sus letras son machistas?

–Me provoca un enorme desprecio hacia lo políticamente correcto y a este tipo de análisis. Por ese mismo criterio se cargaría uno el 90% de la canción popular. Yo no pienso morderme la lengua, pienso seguir haciendo bromas. Bien saben los dioses paganos que no soy ni racista, ni machista, ni homófobo. Las canciones deben ser libres.

Hay quien dice que es peor la dictadura de lo políticamente correcto que la censura franquista. ¿Usted qué dice?

–Que sí. Ya no se pueden hacer chistes de negros o de homosexuales, el humor debería poder traspasar todos los límites. Es una cosa muy aburrida esto de decir siempre los dos géneros: las asturianas y los asturianos, los andaluces y las andaluzas... No estoy dispuesto a pasar por ahí. Fuera la censura.

Dice estar en el otoño. ¿Qué siente cuando mira a sus veranos y primaveras? ¿Es de los de cualquier tiempo pasado fue mejor?

–Para nada. Tengo memoria, pero carezco por completo de nostalgia. Y además ahora me están pasando algunas de las mejores cosas de mi vida. Yo tocaba en Londres en la calle y el Metro, era okupa cuando ni si quiera se había inventado la palabra okupa, y el otro día llenamos el Royal Albert Hall, ¿usted sabe lo qué es eso?

Cuando se está en otoño, ¿cómo se mira al invierno?

–Digo el otoño por no decir el invierno. 68 años es una edad muy provecta. El corazón no entiende de edades, pero el cuerpo sí. Yo tengo mis trucos para que el cuerpo casi tampoco lo note, y como me siento tan bendecido por haber salido de algo tan serio como un ictus sin secuelas, pues estoy empezando a pensar que no voy a morir nunca.

¿Pero siente que los cantautores son más poetas ahora que antes?

–Cuando yo empecé a cantar en La Mandrágora lo hice porque las letras de las canciones eran una basura de usar y tirar. Eso está volviendo por un lado, pero también lo que algunos hicimos de tratar de dignificar el idioma ha tenido continuidad con gente que ha seguido por ese camino.

Es de la vieja escuela a la hora de escribir, de folio en blanco.

–Sí. Escribo pasándolo muy mal y sudando tinta.

¿Pero ha cambiado su forma de componer? ¿Es más libre o menos que cuando empezó?

–Soy menos libre, porque uno sabe que cuando sale al escenario hay diez mil personas que han pagado por las entradas y no quiere fallarles. Además uno ya no está toda la noche en los bares, mis canciones ya no tienen ese aroma y esa peste de calle, es muy difícil que lo vuelvan a tener, así que uno se mete para dentro, empieza a mirar el balcón interior y trata de sacar otras cosas. Y eso cuesta mucho.

Pero con el tiempo ¿no se tira de oficio para componer?

–En mi caso no. Soy capaz de escribir tres sonetos en media hora, pero una canción es algo muchísimo más complicado. Las canciones se incrustan en la memoria sentimental, uno se enamora con ellas, recuerdan momentos de la vida... Es un género sagrado dentro de lo popular que es y le tengo un enorme respeto.

¿Qué es lo más bonito que le han deparado sus canciones a través de sus fans?

–Mire, hace poco salí de un concierto en Buenos Aires y venía un coche siguiéndome. De pronto, el tipo me saca un niño recién nacido por la ventanilla y me dice «se llama Joaquín». Siguió detrás y más adelante me saca una niña recién nacida y me dice «se llama Sabina». Disparates como este pasan a menudo.

Dice que con cada disco escribe un testamento. ¿Qué le falta por contar, por cantar, por testamentar?

–Me faltan por cantar un montón de cosas. Se han escrito canciones hermosísimas, pero las más hermosas son las que uno sueña con escribir. Yo seguiré intentando escribir esas canciones.

¿Usted cómo ve España?

–Buff, pues la veo muy revuelta, a veces en el mejor sentido de agitar instituciones anquilosadas, y a veces en el peor sentido, que tiene que ver con lo demagógico, con el populismo, el sectarismo y todos los «ismos» que odio. Estoy de observador, pero no estoy demasiado contento con lo que está pasando. Por no hablar de Trump, de ese gilipollas, de Marine Le Pen... Parece mentira.

¿Tenemos arreglo?

–Los españoles no hemos tenido nunca arreglo, lo que no debemos es caer en un desarreglo terrible.

–¿ Qué me dice de Cataluña?

–Yo que soy de izquierdas, y la izquierda ha sido siempre internacionalista, sé que las guerras europeas han sido siempre por nacionalismos. Pienso que están cometiendo un tremendo error, van a partir Cataluña por la mitad.

Ya solo falta hablar de toros.

–Yo no voy a defender los toros, porque encuentro que los antitaurinos tienen muchísima razón, pero espero que los toros no se prohíban mientras yo siga vivo para poder seguir disfrutándolos.

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