el apunte

Podemos descubre la bicefalia en Cádiz

La radicalidad de sus discursos choca con la flexibilidad imprescindible en la gestión. Sus propios seguidores se han convertido en un grupo de presión para el equipo de gobierno

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Podemos y sus dirigentes –que no sus postulados– son nuevos en el mundo de la política. Apenas han tenido unos pocos años de militancia en partidos anecdóticos y sin representación institucional antes de embarcarse en una aventura populista que, por circunstancias, ha encontrado un respaldo que difícilmente mantendrán. Todo es una novedad para sus responsables. No sólo en su inocencia política o en la clamorosa falta de conocimientos administrativos se nota que son novatos. En la capital gaditana, donde esta formación se ha encontrado con la Alcaldía –sin esperarlo, sin ser el partido más votado y gracias al PSOE– también tiene que aprender a manejar la célebre bicefalia. Es decir, la convivencia entre poder institucional (concejales en este caso) y el orgánico (representantes y grupos de representación del partido).

Estos últimos, sin responsabilidad ni más compromiso que su militancia, pueden permitirse una radicalidad en los mensajes que, en el caso de Podemos, es absolutamente alarmante. Mientras sus ediles empiezan a verse obligados a moderar algunas de las absurdas propuestas nacidas al calor de las asambleas o en campaña electoral, los militantes y simpatizantes mantienen un discurso inaplicable, ilógico, incompatible con la convivencia o la administración diaria de cualquier institución pública. Todos los ciudadanos deben estar representados en las instituciones públicas y no sólo los que votaron a sus dirigentes. Ese matiz tiene proporciones abismales y debe presidir cualquier actuación del gobierno municipal gaditano. Ni gobiernan para su partido ni gobieran para los suyos. Gobiernan para todos.

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