lavozdigital.es
nuboso
Hoy 5 / 18 || Mañana 7 / 16 |
más información sobre el tiempo
Estás en: >
«Estaré escondido para el mundo»
Actualizado: 20:34

CULTURA

«Estaré escondido para el mundo»

Benedicto XVI confirma su voluntad de desaparecer por completo tan pronto materialice su renuncia

01.03.13 - 20:34 -
«Estaré escondido para el mundo»

El Vaticano se despertaba ayer con la resaca del duro ajuste de cuentas que Benedicto XVI lanzó en la misa del miércoles de ceniza contra el sistema de poder de la Curia y las «divisiones y rivalidades» que «desfiguran el rostro de la Iglesia». Una grave acusación que deja sobre parte de la jerarquía la responsabilidad de la histórica crisis a la que ha llegado el papado con la renuncia de Ratzinger. Los rostros de los pesos pesados de la Santa Sede, sentados en las primeras filas, eran serios, en un silencio helador.
Cada palabra del Papa en estos últimos días está cargada de significado porque está despidiéndose y deja su legado espiritual. Ayer, en cambio, tenía su tradicional encuentro con el clero romano, los curas de las parroquias de la capital. Es la Iglesia de base y el acto se desarrolló en un clima distinto, familiar y distendido, con un gran calor de los presentes y aplausos. «Aunque me retiro ahora sigo cerca de vosotros con la oración, y estoy seguro de que vosotros estaréis cerca de mí, aunque para el mundo estaré escondido», dijo el Papa. Confirmó así por primera vez que su intención es desaparecer por completo y no planteará ninguno de los problemas que se teorizan estos días. Acerca de su retiro, el Vaticano detalló ayer que, de momento, le seguirán en él su secretario personal, Georg Gäenswein, y las cuatro monjas que están a su servicio.
Algunos de los curas no pudieron contener ayer las lágrimas. El vicario de Roma, el cardenal Agostino Vallini, dijo conmovido en nombre de todos que sienten «tristeza y respeto, admiración y añoranza, afecto y orgullo». Es interesante comprobar las diferencias en las reacciones de las distintas capas de la Iglesia al anuncio del Papa. Aún es pronto para comprender el efecto del trascendental paso de Benedicto XVI, pero aunque nadie lo dice en público sí que hay comentarios críticos y contrarios a su decisión. Es cuestión de tiempo que afloren, quizá en forma de conflicto.
Dilemas
El Papa, dado que ya es público que se marcha, ayer no tuvo problemas en confesar sin rodeos que «por las condiciones de mi edad» no había preparado ningún «gran discurso».
Fue el primer momento en estos días en que pareció que ya empezaba a irse, como si ya dejara de preocuparse de sus asuntos. Nunca había admitido algo así y lo dijo casi con alivio. «He pensado en una pequeña charla sobre el Concilio Vaticano II y cómo lo he visto», propuso de modo muy informal.
Entonces habló sin papeles durante cuarenta minutos, improvisando con total lucidez, aunque su rostro denota un gran cansancio. Fue una pequeña última lección sobre el gran asunto que asoma al fondo, y vuelve a hacerlo, en los momentos de duda sobre el futuro de la Iglesia.
Siempre se regresa al Concilio, que acaba de cumplir 50 años, como la última señal fiable plantada en el camino. Que el pontífice lo hiciera ayer en una de sus últimas intervenciones, eligiendo ese tema, no es casualidad, como nada de lo que pasa estos días. El Concilio fue el último gran intento de renovación de la Iglesia, para ponerla al ritmo de los tiempos y se vivió como un choque entre conservadores y progresistas en el que todos quedaron insatisfechos. Ratzinger es la personificación viviente de los dilemas del Concilio, que vivió de forma optimista para luego replegarse asustado por lo que consideraba interpretaciones distorsionadas de aquellas ideas.
Es una tensión que dura hasta hoy y la dimisión del Papa, en realidad, vuelve a poner la cuestión sobre la mesa, porque el problema es el mismo, los cambios pendientes y la resistencia feroz a ellos. Por ejemplo en lo referente a la figura del pontífice y el Gobierno de la Iglesia, que se pensó como un ejercicio compartido de forma colegial, algo que evidentemente no ha sucedido, o en el poder de la Curia.
Ratzinger, que fue testigo directo del Concilio como asesor, habló precisamente de esto. Pero opinó que hubo un fractura decisiva entre el «Concilio real» y otro «virtual» relatado por los medios, que lo retrataron como una guerra de facciones ideológicas o «una lucha de poder».

TAGS RELACIONADOS
lavozdigital.es

EN CUALQUIER CASO TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS:
Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa.