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El refugio de Ratzinger
Actualizado: 18:04

residencia de verano del papa

Castelgandolfo, el refugio de Ratzinger

A partir de hoy, Benedicto XVI pasará los dos próximos meses en esta pequeña localidad situada a 27 kilómetros de Roma y considerada una de las más hermosas de Italia

28.02.13 - 14:12 -

El Papa emprenderá hoy su último viaje. Cuando el Pontífice abandone el Vaticano seguirá siendo Benedicto XVI, pero antes de que se meta en su cama de Castelgandolfo volverá a ser Joseph Ratzinger. Pese a su renuncia, durante los próximos dos meses, disfrutará de la tradicional residencia papal de verano hasta que acaben las obras de acondicionamiento en Mater Ecclesiae, el convento de clausura donde vivirá el desde pasado mañana obispo emérito de Roma.

Castelgandolfo es un pueblo de 8.000 habitantes situado a apenas 27 kilómetros de la basílica de San Pedro y a orillas del lago Albano. Desde que Urbano VIII ordenó la remodelación en 1626 de esta residencia estival, solo quince de los 31 sucesores de San Pedro han utilizado este lugar para estudiar, meditar, rezar y descansar.

La vida de este municipio, situado a 40 minutos en tren de la estación central Termini de Roma y a casi una hora en coche (sin tener en cuenta el típico y caótico tráfico italiano), gira alrededor de los Papas. Un factor que no incomoda a los locales, que en cierta manera aprovechan la situación. Sus hoteles no bajan de los 100 euros por noche y para encontrar un sitio donde comer sin gastarse demasiado, como en cualquier lugar turístico, hay que callejear. Además de las habituales pastas y pizzas, muchos restaurantes de Castelgandolfo están especializados en charcutería (prosciutto, salami, mortadela, papada…).

Es obligada la visita a la emblemática parroquia San Tommaso da Villanova –construida por Gian Lorenzo Bernini-, la iglesia de Nuestra Señora del Lago a orillas del Albano y el templo de Santa María Asunta –que fue reconstruido tras la II Guerra Mundial-. Pero además de los edificios religiosos, en esta localidad abundan las ruinas de villas romanas de Tito Flavio Domiziano, Publio Clodio Pulcher y Santa Catrerina. Asimismo, la localidad forma parte del parque regional de Castelli Romani, que está compuesto en gran medida por materiales de origen volcánico como la toba y el basalto.

"Aquí tengo todo"

La finca papal tiene más de 55 hectáreas y hermosos jardines, aunque no todos sus rincones pueden ser visitados por el turista. Más ahora, que Benedicto XVI vivirá allí durante una temporada. “Aquí tengo todo: el lago, la montaña y veo el mar”, comentó el clérigo renunciante. Una predilección que le ha permitido redactar allí parte de su trilogía sobre Jesús de Nazaret y cuentan que, al caer la noche, los oídos más finos pueden escuchar cómo interpreta al piano obras de Wolfang Amadeus Mozart, Johan Sebastian Bach o Ludwig van Beethoven.

Una belleza que no fue capaz de distinguir Inocencio XII (el último Pontífice con bigote y barba). Llegó a Castelgandolfo en una lluviosa tarde de finales de abril de 1697 y parece que la niebla no le permitió observar las virtudes de la localidad, ya que de otra forma no se puede entender que tras pasar allí una única noche no quisiese regresar a la localidad más bonita de todo Italia –según votación popular- y que él, a su vez, catalogó de “molesta”, como recogen las crónicas de la época.

Entre oraciones y reflexiones, los Papas siempre han tenido un ojo puesto en el cielo. Por eso, en 1934, el Observatorio Astronómico Vaticano, del que se ocupan los jesuitas, fue trasladado desde la ciudad-Estado a Castelgandolfo, ya que había demasiada luz en el cielo romano como para ver las estrellas más débiles del firmamento. Además, la finca también cuenta con una granja que proporciona unos 600 litros de leche diarios, huevos, manteca y yogurt, productos que son comercializados por la propia Santa Sede.

Rama de olivo

Las paredes del ‘Vaticano número dos’ -como lo llamaba con cierta sorna Juan Pablo II- apenas guardan tesoros físicos que reseñar. Extramuros hay rincones que fueron proyectados por Bernini y una imagen de la Virgen María ante la cual se detienen todos los Papas en sus paseos. Entre flores y árboles hay un olivo de importante significado histórico, ya que es el retoño de una rama de olivo que el rey Hussein de Jordania entregó a Pablo VI en un viaje por Oriente Próximo en plena escalada de tensión en la zona.

Precisamente, Pablo VI (en 1978) y Pío XII (en 1958) son los dos únicos Pontífices que han muerto en Castelgandolfo. Los dos fallecieron en el dormitorio del apartamento papal. En una cama que, años antes, vio brotar medio centenar de vidas. Y es que, durante la II Guerra Mundial, el Vaticano abrió las puertas del palacio de Castelgandolfo que, al gozar de derecho de extraterritorialidad desde 1929, no fue atacado y sirvió de refugio a alrededor de 12.000 judíos. Las dependencias del Santo Padre fueron reservadas para que las embarazadas diesen a luz. Por eso, los recién nacidos fueron llamados Pío o Eugenio en homenaje a Pío XII (su nombre civil era Eugenio Pacelli), que –polémicas aparte- entonces les había acogido.

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Vista general de Castelgandolfo junto al lago Albano.
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Plaza de la Libertad, situada frente a la Residencia Papal.
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Residencia Papal.
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