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Los jugadores del Atlético, felices tras el gol de Saúl - REUTERS
LIGA BBVA / JORNADA 29

Plácida tarde para el Atlético

Los rojiblancos logran una cómoda victoria ante el Córdoba (0-2), que se hunde aún más en la cola de la clasificación

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En la serie de diez finales que restan para la conclusión de la Liga, el Atlético de Madrid ha decidido apretar el acelerador. Exigido por el Valencia y el Sevilla en la lucha por el tercer puesto, no cabían bromas en el Nuevo Arcángel, donde le esperaba el colista boqueando como un pez fuera del agua.

[Así hemos contado el partido]

El Córdoba es un equipo más aseado de lo que muestra su apurada clasificación, pero terriblemente ingenuo. Y su tesitura actúa en su contra. El fallo que precedió el primer gol rojiblanco es una muestra de ello. Zuculini perdió el balón en su campo a los pies de Griezmann, que lo hizo tan fácil que pareció un futbolista de videojuego: se escoró un poco hacia la izquierda y disparó raso y colocado, fuera del alcance de Juan Carlos.

Una de las leyes del fútbol dice que si metes la pata ante el Atlético, los de Simeone te matan. Apenas habían transcurrido cinco minutos cuando ya tenían el viento a favor. Un suspiro después, el delantero francés colgó sobre el área, donde Godín remató de cabeza a placer, pero demasiado centrado para hacer daño. El partido estaba donde los visitantes querían cuando todavía había espectadores acomodándose en la casi veraniega tarde cordobesa.

Zuculini, empanado (en realidad todo el Córdoba lo estuvo), cedió de forma comprometida a su guardameta, con Griezmann vigilante. No necesitó el Atlético grandes argumentos para sentirse muy cómodo. Concentrado en defensa, cada vez que recuperó el control del esférico –y lo hizo con facilidad pasmosa– prefirió la elaboración en vez de la velocidad, ya que Mandzukic no es la pieza para este plan.

Dio lo mismo. Casi al borde del descanso fabricó otro gol de laboratorio.Para desesperación de sus rivales, el Atlético ya saca petróleo hasta de los saques de banda. Lo ejecutó Gámez, especialista en la materia, tocó hacia atrás Giménez y remachó Saúl de potente cabezazo hacia el segundo palo.

El técnico del Córdoba, Romero Morilla, trató de arreglar el desaguisado dejando en el banquillo a Zuculini y Andone. Cartabia ofreció más sentido común y Ghilas, más peligro. El delantero argelino protagonizó la primera ocasión para su equipo tras varios amagos en la frontal del área, pero su remate lo taparon entre Godín y Giménez. La pareja de centrales uruguayos exhibe un rigor que hace feliz a Simeone. Lo mismo que Gámez, que probablemente se ha hecho dueño de la banda izquierda de aquí a final de temporada.

El entrenador argentino no tardó en mover el banquillo para dosificar fuerzas de cara a la tormenta de encuentros que esperan en este abril de locos. Con Fernando Torres en lugar de un gris Mandzukic buscó más dinamismo tras los robos de balón. No tuvo opción el de Fuenlabrada para aprovechar los espacios.

El duelo fue languideciendo, aunque el Córdoba se reservó un par de apariciones de orgullo en los últimos minutos: primero, en un latigazo lejano de Bebé que pegó en la cruceta; después, con un remate de Crespo que sacó in extremis Oblak con un vuelo acrobático. Esas acciones animaron algo al respetable, enfadado con los suyos y casi resignado al descenso.

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