Madrid tropezó tres veces. Primero se decepcionó en Singapur, después en Copenhague y finalmente en Buenos Aires. Pero la última derrota entregó un gusto más amargo que las anteriores. La labor de captación de votos, el primer puesto en la única calificación púbica de las candidaturas y el buen momento del deporte español elevaron las expectativas de los organizadores para la reunión definitiva. De hecho, en la delegación enviada a Argentina -la más numerosa de las candidatas- los pronósticos entregaban una mayoría incontestable para que España organizara los Juegos Olímpicos de 2020. Por ese motivo la realidad resultó más devastadora. Con Alejandro Blanco al frente, los deportistas y presidentes de federaciones presentes en Puerto Madero recibieron con un revelador silencio el recuento con los mismos apoyos que Estambul en la primera ronda. La eliminación en el desempate no fue más que la extensión de la decepción. En resumen, la opción española sucumbió en los primeros pasos del ‘sprint’ después de cinco años de carrera. Madrid se presentó ante el COI como la candidatura de la austeridad, del abrazo al deporte y de la experiencia en la organización. Pero se precipitó al abismo contra el poder económico y la capacidad política de los japoneses.
«El chasco de Madrid fue negativo para todo. No esperaba que fuera el primer eliminado», recuerda el piragüista Saúl Craviotto, abanderado en Pekín 2008. «Me siento decepcionado con la votación, no defraudado. Un miembro del COI te lo puede prometer, pero cuando te toca apretar el botón ese momento es especial. ¿Qué más se puede mejorar? Llega el momento de la votación y hay que analizar por qué has perdido pero no qué has hecho mal o qué has de mejorar del proyecto. Nosotros más no podemos hacer», explicó Alejandro Blanco un día después de llorar en público la derrota.
Con la desilusión olímpica se sucedieron también los malos augurios sobre el futuro. «Lo peor de 2013 fue la decepción por no ser elegidos. Hubiera sido una magnífica noticia para el deporte y para el país. No vamos a estar en los próximos años como nos hubiera gustado preparando y preparándonos para los Juegos Olímpicos», reconoce ahora Miguel Cardenal, secretario de Estado para el Deporte. Y el presidente del Comité Olímpico Español lanzó un aviso: «Hay que pensar los éxitos que están teniendo ahora no se pueden mantener en el tiempo». «Estamos todos destrozados después de lo que se lo han currado. Los Juegos nos habrían venido de maravilla para salir de la crisis. El país se hubiera beneficiado mucho por los empleos, se habría creado un círculo positivo, se hubieran atraído inversores de fuera...», explicó Daniel Caverzaschi, tenista paralímpico y estudiante de Economía. «Será un obstáculo para todos, sobre todo a nivel económico. Si hubiese podido salir aquí nos habría ayudado muchísimo porque acarrea un mogollón de masas de gente y nos hubiese ayudado bastante», reconoce la jugadora olímpica de balonmano Carmen Martín, una de las numerosas deportistas que han emigrado para mantenerse en la élite. Pocos son los que se han olvidado de la oportunidad. «No soy economista, así que tengamos la olimpiada o no, no sé si nos iba a beneficiar o a perjudicar. A nivel deportivo poder disputar los Juegos en tu propio país me parece interesante. No será los mismo en Tokio, pero eso no quiere decir que sea mejor, sino diferente. Ni me va ni me viene que sea Madrid o no», asegura el tirador Pablo Carrera, sexto en Londres 2012.
Las posibilidades de una nueva candidatura para 2024 quedaron sofocadas ante la losa de Buenos Aires. Las circunstancias económicas –Roma se retiró su candidatura de 2020 por este motivo y el COI llamó la atención a España sobre sus inversiones-, la insuficiente capacidad para atraer a los miembros del COI, las tensiones entre el COE y el Ayuntamiento de Madrid por un proyecto heredado por Ana Botella y las poderosas candidaturas que se otean en el horizonte plantean un panorama más difícil. Se anticipa que no habrá un quinto intento oficial de Madrid para albergar los Juegos porque incluso el principal responsable de la candidatura, Alejandro Blanco, suavizó su habitual mensaje optimista un día después de la decepción en Buenos Aires: «Hasta dentro de dos años y pico no es necesario otro planteamiento, pero después de tres veces seguidas hay que pensárselo mucho».
