El armazón de la nave con la que el PSOE aspira a navegar las aguas turbulentas de la crisis está listo. Ha costado porque como en toda obra el que mira tiende a impacientarse más que el que maneja las herramientas. Pero después de dos años convulsos nadie puede negar a Alfredo Pérez Rubalcaba que ha cumplido durante 2013 con una de sus principales tareas. Ahora queda otra no menos problemática, elegir al capitán del barco y ver si la nueva estructura no solo se mantiene a flote sino que además tiene capacidad para ejercer como motor de arrastre.
Los socialistas comenzaron el año con un Comité Federal que podía haber sido convulso, y no lo fue tanto. Aunque existían dudas sobre la capacidad del secretario general para sintonizar con su público objetivo entre buena parte de los notables del partido, nadie estaba dispuesto a forzar un cambio a menos de un año del último congreso federal. Había quedado claro en el Consejo Territorial que había tenido lugar apenas cuatro semanas antes, en el que el siempre díscolo líder del PSM, Tomás Gómez, se había quedado solo en su intento de amotinamiento. Así que a la actual ejecutiva no le fue difícil recabar el apoyo para su propuesta: nada de hablar de primarias durante un año a cambio de dedicarse en cuerpo y alma a la elaboración de un proyecto de renovación ideológica que concluiría con la Conferencia Política del pasado noviembre.
Rubalcaba se garantizó así varios meses de tregua… relativa. La Conferencia ha sido calificada de éxito por la mayor parte del partido, pero solo a toro pasado. En ella los socialistas aprobaron un documento de casi 400 folios en el que abrazan de nuevo la bandera de lo social y la lucha contra las desigualdades. Más que las propuestas concretas -una reforma constitucional que blinde la sanidad como derecho fundamental y que garantice unos mínimos homogéneos en la prestación de servicios sociales en toda España; una reforma fiscal que contempla la creación de un impuesto sobre la riqueza que aúne IRPF y patrimonio o una reforma del sistema democrático que dé mayores cauces de participación a la ciudadanía- lo trascendental de la convención radica en que por primera vez desde la derrota del 20 de noviembre de 2011 los socialistas se mostraron unidos y trasladaron el mensaje de que tienen algo que ofrecer.
No siempre pareció tan claro. En este 2013 los socialistas han despedido a José Antonio Griñán como presidente de la Junta de Andalucía y secretario general del PSOE-A. En junio anunció su deseo de dar un paso atrás para ceder el testigo a "savia nueva" y señaló a la hasta entonces vicepresidenta y secretaria general de la agrupación de Sevilla, Susana Díaz, como su sucesora. Su decisión colocó a Rubalcaba en una posición difícil. No sólo porque Griñán, defensor de la estabilidad institucional, se había convertido en el muro contra el que podían chocar los intentos de otros barones de marcar los tiempos o forzar la marcha de Rubalcaba sino porque el discurso sobre la necesidad de refresco alentaba a sus críticos.
Díaz, que ha dejado clara su voluntad de ejercer todo su poder tanto en el partido como en el gobierno de su comunidad, fue sin embargo un pilar sustancial para lograr el cierre de filas que convirtió la Conferencia en un triunfo. Y a su vez ha logrado en el PSOE andaluz una cohesión que hacía muchos años que no existía, como quedó de manifiesto en el Congreso extraordinario en el que fue elegida líder del partido, el pasado 23 de noviembre, sin ningún voto en contra. Su apoyo al actual secretario general, en todo caso, no es un apoyo personalista sino condicionado a un fin: llevar a cabo un cambio que haga al PSOE de nuevo "reconocible" ante los ciudadanos.
Hay un tercer asunto por el que Rubalcaba puede cerrar el año satisfecho. Empezó con un enfrentamiento con el PSC a cuenta del llamado "derecho a decidir" catalán. En febrero, por primera vez en su historia, los diputados del 'partido hermano' rompieron la disciplina de voto en el Congreso y se unieron a una moción de CiU sobre este asunto en contra de la cual había ordenado votar la dirección. Han sido muchas las voces que han pedido una ruptura, entre ellas, la del extremeño Guillermo Fernández-Vara. Pero finalmente, llegó la reconciliación. Los socialistas catalanes viraron en un reciente Consejo Nacional para alejarse de las posiciones soberanistas.
En el camino, el PSOE ha planteado una reforma constitucional de corte federalizante; lo que siempre había anhelado el PSC. La nueva propuesta territorial, sellada en un Granada en el 6 de julio, es algo difusa y ambigua pero es precisamente eso lo que ha hecho de ella un punto de encuentro. Los socialistas han resuelto así varios de sus problemas, pero aún queda camino por andar. En 2014 pondrán fecha a las primarias nacionales y autonómicas y se enfrentarán a las elecciones europeas, la primera prueba de fuego para medir su recuperación.
