Rubén Cortada, en la inauguración del Festival de Cine de Málaga
Rubén Cortada, en la inauguración del Festival de Cine de Málaga - GTRESONLINE
FESTIVAL DE CINE ESPAÑOL

Rubén Cortada: «Para construir a Faruk tuve que estudiar a muchos asesinos en serie»

El actor de «El Príncipe» y «Olmos y Robles» presentó en Málaga «El signo de Caronte», su primera película

MÁLAGA Actualizado: Guardar
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Rubén Cortada llega como una de las estrellas más aclamadas del Festival de Cine Español de Málaga. Sus apariciones en series de éxito nacional, como «El tiempo entre costuras», «Lo que escondían sus ojos», «Olmos y Robles» o «El Príncipe», le sitúan entre los más conocidos de esta edición. A lo que se suma el hecho de ser uno de los actores más guapos del panorama actual, algo que se detecta cuando las fans suben los decibelios a su paso. Este cubano de Isla de la Juventud estudió programación robótica, pero acabó en el mundo de la moda, donde trabajó para Jaguar, Custo, Roberto Verino o Guess. Dejó su acento de las islas por exigencia propia, ya que «no aportaba nada».

«Fue una decisión inteligente», remarca. Ahora es uno de los actores incipientes en España. Llega a Málaga con «El signo de Caronte», donde debuta en el gran pantalla y que también produce por una visión romántica del cine.

¿Qué podemos esperar de su primera experiencia en el cine?

Es una película de la que espero que se valore el guión. Queremos que se sigua creyendo en el cine independiente. Que se siga apoyando ese tipo de películas, por eso nos metimos a producir. Se nos presentó el director. Nos pareció interesante y como no tenían la infraestructura para crear la película que se merecía ese guión decidimos apoyarla. Por eso también nos metimos a producir.

Se le conoce, sobre todo, por la series «El Príncipe» y «Olmos y Robles», ¿con qué se queda de cada una?

«Olmos y Robles» ha sido muy gratificante a nivel personal. La comedia es poética. La segunda parte empiezan el 6 de junio a rodarla y me incorporo dos semanas más tarde. Si no me tienen a mí no tienen de quién burlarse. Necesitan a un idiota como yo para que los personajes cómicos tengan de quién burlarse. Con «Olmos y Robles» estaba acojonado porque era la comedia. Tuve una conversación con Pepe Cuero que me explicó la poética del «clown». Es una fantasía poder haber vivido aquello. «El Príncipe» es un antes y un después. La línea de pensamiento de Faruk era muy agresiva. Para construir al personaje tuve que estudiar a muchos asesinos en serie para dar vida a esas ideas. Era muy duro y muy complicado leer sus historias. Estudié a Richard Kuklinski «Iceman», que congelaba a sus víctimas, por ejemplo, y en el que se inspira también «El signo de Caronte». Era una línea complicada con la que tenía que tener cuidado. Faruk es el personaje que más me marcó.

Ha habido cierta polémica con el final de «El Príncipe»...

Creo que la gente lo que quiere es ver más y saber qué pasaba, si se iban a Noruega o donde iban algunos personajes. Respeto mucho a los guionistas. Se lo han currado mucho como para decirles que no ahora.

Probado el cine y la televisión, ¿con qué se queda?

«Olmos y Robles» es una maravilla. En cine ha sido una película «indie» y sufrí bastante, pero ya tener una película es gratificante. No podría definirme. Pero lo que más me gusta es el teatro. Las sensaciones que tuve haciéndolo no las he tenido en otro lugar.

¿Le gustaría seguir haciendo cine?

Sí, claro. Sobre todo por el viaje que te pegas en ese mes. Es una locura. Te vas a otro sitio y dejas de ser tú para ser otra persona. Realmente eres otra persona. Hay una película en inglés a la vista, pero todavía no está muy avanzada. La apoya Sundance, pero no está cerrado y no te puedo decir nada aún.

Cuando fue modelo vivió en Los Ángeles. ¿Le gustaría volver como actor?

Una buena parte del gusanillo me entró allí con gente que me lo decía. Me lo comentaban. Era muy joven y la gente se atrevía a decirme lo que tenía que hacer. Poco a poco, me fui involucrando. La moda es un momento por el que pasé. Era mejor trabajar un día en París, Londres o Nueva York que poner copas durante un mes para ganar lo mismo. Me ha ayudado en mi trabajo como actor después y a entender este mundo. Fue un momento por el que pasé. A mí me encanta la moda y la experiencia no la cambio por nada. Me tocó vivir eso en ese momento. Fue una aventura. Me ofrecieron mucho dinero y no lo dejé pasar.

¿Cómo ve la situación actual de Cuba?

Estuve el año pasado en verano. Me he criado allí. Recuerdo jugar en una poceta, cruzar el río y luego un pantano para ir a la playa a la inauguración del verano. Me tocó viajar mucho a La Habana desde pequeño por el tenis. Nos íbamos con los profesores a competir por las provincias del país. Sobrevivíamos en esos viajes porque había necesidades. Están habiendo cambios. Se están moviendo las cosas y, evidentemente, el cambio es vida.

¿Su físico ayuda?

No sabría decirte. En parte sí. En «El tiempo entre costuras» sí. Buscaban a alguien así. Pero en Faruk querían otra cosa. No querían un tío guapo y me tuve que pelear con actores muy buenos. Mientras hacía la prueba no tuve la sensación de que me vieran como un tío guapo. Había hecho con Rosa Esteve una prueba para «Alacrán Enamorado» y se fijó en mí. Cuando hice las pruebas para Faruk salió. No creo que el físico fuese determinante. En ningún momento se rozó el tema de que fuese un tipo guapo. Las pintas cuando fui a hacer a Faruk eran las de un delincuente. No se nos contrató por guapos.

¿Qué se plantea para el futuro?

Va sobre la marcha. Quiero que me lleguen personajes interesantes, porque es como un «out» en tu vida. Abandonas a Rubén y te vas a vivir la vida de otro. Es como unas vacaciones. ¿Hasta dónde? No se trata de que quiera una carrera de respeto. La vida es muy rara y eres carne de cañón. Igual mañana desaparezco y entra otro. Hay que estar abierto a eso. Quiero dar un paso más, elegir coherentemente y tener una carrera decente. No me obsesiona el respeto. No, porque al final no se respeta a nadie. Aquí cada uno dice lo que siente y lo que le da la gana. Nadie puede replicar nada.

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