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Pablo Ráez - ABC
PABLO RÁEZ

El mensaje de «Fuerza» de Pablo Ráez que dio la vuelta al mundo

el joven malaguerño caló en el corazón de la gente por su forma de afrontar la enfermedad

MARBELLA Actualizado: Guardar
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Pablo Raéz no sólo ha hecho que se multipliquen las donaciones de médula. La gente ha conseguido creer en un mensaje de amor y fuerza para encarar la adversidad. Sus pensamientos, compartidos en las redes sociales, han sido un impulso para muchos que se sentían perdidos. «Pablo nos llegó a todos, no sólo por su enfermedad, sino por la manera de afrontarla y de motivar a la población a ayudar a los demás. Siento que se haya ido, que ya no esté, aunque sé que vivirá en vuestros corazones eternamente», escribió Gloria Cazorla, entre los miles de mensajes de condolencias que registraron sus perfiles en redes sociales.

El suyo fue un mensaje de fuerza y de resistencia. «Soy un titán.

Conmigo solo podrá la muertey será un regalo de la vida. Seguiré ayudando todo lo que pueda al mundo y a mí mismo hasta que mi cuerpo aguante», escribió Pablo, tras 38 días en el Hospital Carlos Haya de Málaga. Era un guerrero que dejó de combatir en la tarde del pasado sábado 26 de febrero, pero aquello que promulgó sigue vivo. Su brazo sigue mostrando la «Fuerza Ráez» y sus seguidores propagan su forma de ver la vida. «La muerte no es triste, lo triste es que la gente no sepa vivir», reconoció cuando lo ingresaron al detectarle leucemia por segunda vez. «Siempre Fuerte» fue el lema que dio la vuelta al planeta.

«Disfrutemos cada día que es único, de verdad. Empiezo a valorar las cosas de una manera increíble y de verdad que la vida sabe mejor así. Amad todo lo que forme parte de la vida, disfrutad de todo lo que forme parte de la vida, no os arrepentiréis», promulgaba, en el que sería su último post, el pasado 25 de enero. Desde ese entonces todo empeoró. Miles de personas seguían sus perfiles en busca de una buena noticia, pero no llegó. «Yo no sé enterrar a Pablo», espetaba con voz cortada el padre José López, fiel amigo de joven deportista, al que había bautizado cuatro años antes.

Falleció con 20 años, dejando tras de sí un país que aspira a tener 40.000 nuevos donantes anuales hasta 2020. Se fue, pero aquello que escribió para animar a luchar sigue vigente. El reto para conseguir ese millón de médulas es ahora parte de un testigo que recogen sus amigos y seguidores. Es un desafío común de todos los que le conocieron. «Gracias vida por estos 20 años tan maravillosos que me has dado y los que me queden por vivir. Te lo agradezco y me siento muy afortunado. Esto no es una despedida, es una manera de ver la vida y de saborear cada momento sin preocuparme en lo material o efímero», apuntó el pasado 14 de enero, cuando conoció que su cuerpo había rechazado el último transplante.

Aquella médula llegada de Estados Unidos debía haber sido la solución a todo, pero Pablo la acogió con cautela por los riegos que conllevaba el trasplante. Era «una nueva batalla», reconoció a ABC. Tras el rechazo, y pese a verse en medio de un oscuro túnel, Pablo siguió mostrando su mejor cara e instando a todo el mundo seguir hacia delante. «Te animo a que des lo máximo de ti, que siempre habrá luz en nuestro corazón», remarcó cuando todo se tornaba oscuridad.

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