Dulces de Navidad

El mantecado aleja el peligro vírico

Antequera, una de las mecas de los dulces navideños, adapta su producción a las medidas de seguridad contra el Covid

Trabajadoras amasan a mano los polvorones en la fábrica La Perla de Antequera Fotos: J. J. Madueño

J. J. Madueño

Huele a matalahúva, canela, almendras, azúcar … En pleno centro de Antequera, toda la manzana donde está ubicada La Perla está impregnada de un olor dulce a mantecado, que ni la humedad de la tierra por el día de lluvia puede disimular. Es la misma sensación agradable que comenzó a cultivar el abuelo Antonio Navarro Berdún en los años 30 . Ahora la tercera generación Navarro está al frente de esta fábrica artesanal, que se ha visto sacudida por la pandemia. La antigua nave ha tenido que adaptarse para evitar contagios de coronavirus, pero sin perder la producción a mano que les hace vender más de 40.000 kilos de mantecados cada año.

La campaña empieza en septiembre, cuando se preparan todos los ingredientes necesarios para elaborar los dulces. Hay que triturar la canela o las almendras, hacer acopio de leña o secar bien la harina. Ya antes de eso se puso en marcha un plan de renovación del espacio con el cambio de las mesas tradicionales de mármol por unas de alumini o, la colocación de carteles recordando que hay que desinfectarse las manos antes de tocar nada y después de hacerlo o la obligación de llevar la mascarilla que cada día suministra la empresa en cada turno de cuatro horas.

Los mantecados introducen en el horno con una pala J.J. Madueño

La prevención del contagio comienza desde las puertas de entrada por las que accede la treintena de trabajadores. En cada una hay una alfombra húmeda y también hidrogel . En el vestuario hay aforos y cada trabajador tiene dos perchas: una para la ropa del trabajo y otra para la que llevan de la calle. La ropa del trabajo se lava todos los días y está numerada para asegurarse que se hace así. «Es una forma de controlar que cada día la ropa que se ponen para trabajar dentro está limpia», afirma José Antonio Navarro, el propietario de esta fábrica plagada de carteles e hidrogel y con mamparas en las zonas de atención al público.

La fábrica de mantencados La Perla ha sido reconocida por al Junta por sus plan anti Covid-19

Al mismo tiempo se contabiliza la instalación de seis extractores de aire para mejorar la ventilación del recinto, así como estrictas normas para el uso de zonas comunes como el aseo. En estos espacios, es el propio trabajador el que tiene que desinfectar todo lo que haya tocado. La empresa es muy estricta con cosas tan simples como los pomos de las puertas, las barandillas de las escaleras o las llaves de la luz. «Hay que desinfectarse antes de tocar uno de estos elementos y después» , asevera Navarro.

El procesod e elaboración es artesano J.J.Madueño

Estas medidas sanitarias han sido reconocidas por la Junta de Andalucía. «Ya no es sólo por el cliente. Aquí hay gente que comenzó a trabajar con mi abuelo y tenemos a sus hijos y nietos también. Somos una familia y no queremos que a nadie le pase nada», afirma Navarro, que cada mañana aprovecha cuando todos están ubicados en sus puestos para pasar a saludar a los trabajadores y con el termómetro en mano revisarles la temperatura . Eso es después de haberles dado mascarillas nuevas antes de acceder a la sala de producción.

La tercera generación Navarro está al frente de esta fábrica artesanal que vende más de 40.000 kilos al año

Los que tienen el puesto fijo usan una mascarilla quirúrgica, mientras que lo que se mueven están con una FFP2. Así está t oda la línea de cocinado artesanal , desde el que maneja la máquina de mezcla, al que está en la picadora de ingredientes, como las almendras o la canela. La lleva puesta la señora que recoge y reparte la masa, así como la que da forma al mantecado con sus manos. Igual que las dos personas que están atentas al horno de leña, que da vueltas cargado de mantecados, mientras dos chicas azucaran los rosquillos bajo la prohibición de prestar sus utensilios .

Los roscos se endulzan con azúcar glasé J.J.Madueño

Las mesas están diseñadas para mantener la distancia entre trabajadores. Son cuadradas para que haya un metro y medio tanto con la compañera de enfrente, como con la que tienen al lado. Son de aluminio para mejorar la desinfección. Cada empleado tiene todo lo necesario para su trabajo numerado , para que no coja el de otra persona. Así se evita el contagio por contacto en cuchillos, paletas, bolígrafos o grapadoras. Al mismo tiempo, otros enseres, como el teléfono, hay que desinfectarlo antes y después de usarlo. «Recomendamos lavarse las manos, mínimo, cada dos horas, aunque hay quien tiene que lavárselas con mucha más frecuencia por el trabajo que desempeña», señala José Antonio Navarro.

Toda persona que trabaje directamente con la masa tiene prohibido el hidrogel, puesto que puede dar sabor al dulce. Sólo la persona que no toca el mantecado «desnudo», o la masa del mismo, pueden utilizarlo. Así, comenzaron a trabajar en octubre y esperan acabar la venta esta Navidad, para superar esta extraña campaña marcada por el coronavirus donde han cambiado los hábitos. «Otros años los clientes venían un fin de semana, pasaban el día en Antequera y compraban. Ahora, esos mismos consumidores, nos hacen los encargos por internet o teléfono para que se los llevemos a su casa», explica Navarro, que señala que este año venderán unos 5.000 kilos menos de dulces, pero aun así estarán por encima de los 40.000 kilos otra vez.

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