50 ANIVERSARIO PARQUE NACIONAL DE DOÑANA

Presente, pasado y futuro de Doñana en la mirada de sus gestores

El congreso de clausura del 50 aniversario del Parque Nacional concita la experiencia de cuatro de sus directores

Los Reyes de España con los trabajadores del Espacio Natural de Doñana J.M. Serrano

Miguel A. Jiménez

Doñana es un entorno único, el espacio protegido más importante de Europa, aunque esto no siempre sea una ventaja. En cualquier caso, los organizadores de «Doñana, 50 años de Parque Nacional» , han visto en el congreso una valiosa ocasión para analizar la gestión del parque desde una mirada retrospectiva , pero también con atención al presente y con el atrevimiento de intentar entrever cuáles podrían ser las líneas básicas sobre las que deberían apoyarse los cimientos de su futura gestión.

Y para ello, qué mejor que contar con la experiencia de cuatro de sus directores con visiones no siempre coincidentes pero el mismo grado de compromiso.

Jesús Casas Grandes , director conservador desde 1986 a 1994; Alberto Ruíz de Larramendi , en el mismo cargo desde el 95 a 2007 y sucedido por Juan Carlos Rubio hasta 2013 y finalmente, Juan Pedro Castellano , actual director del Parque, realizaron ayer un profundo análisis de cada una de estas etapas, de los hitos y retos más trascendentes a los que se enfrentaron y cómo ven actualmente el estado de salud de Doñana y el futuro que le aguarda.

Así lo expresó Jesús Casas, el más emotivo en su exposición inicial, que calificó su llegada al parque como «la decisión más importante de su vida». «Doñana era joven entonces, pero nosotros lo éramos más», algo que no frenó a su equipo de «jóvenes conservacionistas» a la hora de desarrollar un trabajo en un espacio «absolutamente amenazado» para el que fue fundamental la generación de un sistema de burocracia. «Hoy, creo que los conservacionistas ganamos la batalla y Doñana sigue siendo un Parque Nacional », un proceso en el que tuvieron que enfrentarse a «dificultades» y «hostilidades» y en el que fue vital abrir el espacio a la sociedad y «hacer amigos en los opuestos».

Sin duda uno de los episodios más duros de la historia de Doñana le tocó a Alberto Ruíz de Larramendi, aquella mañana de sábado en plena Feria de Abril de Sevilla en la que se quebró la presa de Aznalcóllar , «toda una convulsión». «El parque estuvo en el candelero mucho tiempo y aquello me marcó», recuerda, aunque con los años ha adquirido otra perspectiva que le permite valorar el compromiso del personal del parque, la reacción de las administraciones y las medidas que se tomaron en los días, meses y años sucesivos.

A Juan Carlos Rubio, por su parte, le tocó lidiar «con un espacio recién transferido, con una ley valiente pero hecha con prisas y por desarrollar y un modelo por implantar» en «un sitio tan esquizofrénico como este» con la confluencia de lo local y lo internacional siempre pendiendo sobre la cabeza del gestor. Es, como expuso Rubio con humor, «un trabajo muy expuesto, muy sacrificado y muy mal remunerado».

No obstante, para el gestor, fue fundamental devolver al parque «el contacto con la realidad» , un cambio de paradigma en el que fue importante la apertura a la sociedad que supuso la creación del Consejo de Participación, como también lo fue el compromiso mostrado por la Hermandad Matriz y su planteamiento de Doñana como un espacio sagrado, algo con «una profundidad muy grande» puesto que el tránsito rociero ha supuesto una de las principales problemáticas para la conservación del espacio.

También Juan Pedro Castellano, actual director del parque, quiso destacar la relación con la Matriz, que, en 2019, año del 50 aniversario del parque, tuvo un reconocimiento al espacio en el que se desarrolla la devoción rociera en un Cabildo Extraordinario. Castellano, fue probablemente el más pragmático de los cuatro y el más convencido de que «Doñana tiene muchas visiones posibles y hay que contar con ellas para abordar el futuro». También tuvo que enfrentarse a dos momentos dramáticos: la suspensión de la Saca de las Yeguas en 2017, por primera vez en 500 años, y el incendio que asoló cerca de 11.000 hectáreas en el Parque Natural y que llegó a poner en riesgo el Parque Nacional y Matalascañas, algo de lo que también saca una visión positiva.

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