«Reloj flamenco» de las Tendillas
«Reloj flamenco» de las Tendillas - V. MERINO
TRADICIÓN CORDOBESA

La verdadera historia del «reloj flamenco» de las Tendillas

Con las bodas de oro ya cumplidas, el rasgueo de una soleá volverá a marcar el comienzo de un nuevo año en el corazón urbano de la ciudad

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El reloj de Las Tendillas vuelve a marcar el tránsito entre un año y otro entre brindis, música y diversiones

Lo dicen los mapas, la geografía y los hábitos de los cordobeses, que tienden a mirar a una plaza que no es la más histórica ni es la más bella, pero hace mucho que es el corazón urbano de la ciudad. Y si es corazón, es porque late, porque de ella parten algunas de las arterias principales que van irrigando a toda Córdoba por las venas y la sangre. Lo hace todo el año, con la constancia de la precisión suiza, así que en el momento en que el paso del tiempo dice que hay que detenerse para celebrar, la ciudad no podrá mirar a otra parte que a Las Tendillas.

Ahí mismo, esta noche, bajo el rasgueo de una soleá, se reunirán cientos de cordobeses para despedir el año.

La historia del «reloj flamenco»

Hace seis años que el reloj de Las Tendillas celebró sus bodas de oro. A las 12 horas del mediodía del año 1961 los colegios del Centro, como La Trinidad, dejaron que los niños salieran una hora antes de clase para asistir a todo un acontecimiento: la inauguración por parte del alcalde Antonio Cruz Conde de la flamante esfera horaria, con la voz radiofónica de Matías Prats y patrocinado por Philips, bajo el lema: «Mejor no lo hay».

Esa mañana la expectación era máxima y no cabía un alfiler en la plaza del Gran Capitán. Pero todo comenzó a gestarse cuatro años antes, cuando el viejo reloj situado en el torreón del edificio en la confluencia de las calles Jesús María y la calle Málaga comenzó a dar problemas. Solo estuvo unas décadas funcionando (1929-1945) y era todo un símbolo para los cordobeses, que en los años 30 celebraban la entrada del Año Nuevo al ritmo de sus campanadas. De hecho se inauguró por parte de la relojería Tienda en la Nochevieja del año 29, con el reparto de 4.000 bolsas con las 12 uvas.

Hasta el año 45, este viejo dispositivo estuvo iluminado, pero pronto su maquinaria se agotó y el coste de su reparación por la casa Blasco Boch de Roquetas (Tarragona) ascendía a 37.057 pesetas.

Esta información se recoge en las Actas Capitulares de la época, facilitadas a ABC por Juan Galán de su archivo personal. De este modo aparece recogido que el 7 de febrero de 1958, «vistas las dificultades con la propiedad del reloj, se para el expediente de reparación hasta que se resuelvan las dificultades». No sería hasta dos años más tarde cuando el propietario, Miguel Pérez Muñoz, como dueño de las dos casas que hay en Las Tendillas entre la calle Málaga y Gondomar, pidió al Ayuntamiento permiso para igualar los dos edificios en altura, para mejor ornato de la plaza y cedió gratuitamente el terreno y acceso para la instalación de un reloj de torre, con la única condición de que «no hiciera ruido de noche».

En Gondomar, 1

El Consistorio aceptó la propuesta de este vecino de Las Tendillas y eligió la zona elevada, esquina con Gondomar, para colocarlo. Fue el 13 de junio de 1960 cuando el jefe del departamento de propaganda de Philips Iberia SAE, Antonio Manzanares, cedió al Ayuntamiento el reloj de torre con carrión electrónico equipado con dispositivos de la casa Philips con esfera luminosa accionada por reloj sideral.

La novedad y singularidad de esta maquinaria era que las horas y las medias serían toques de guitarra, más concretamente, por soleá y seguirillas. La factura de la colocación del reloj ascendió a 41.273 pesetas, mientras que la construcción de la torre propiamente dicha incrementó la factura otras 103.850 pesetas.

El gran día fue el 29 de enero de 1961, cuando por primera vez los acordes de la guitarra flamenca de Juan Serrano sonaron cada cuartos y cada hora. Desde entonces, el reloj no ha dejado de funcionar.

Ver los comentarios