Transporte Metropolitano

El transporte metropolitano por Córdoba: Ruta al centro de Andalucía

La línea Córdoba-Cabra recorre varios municipios que se disputan el título de «ombligo» de la región

Línea Córdoba-Cabra ABC

Rafael Verdú

Cada día, cientos de cordobeses toman algún autobús interurbano para sus desplazamientos diarios. Aunque el tren hace ya tiempo que transformó el transporte público entre grandes ciudades, los vehículos de ruedas con capacidad para hasta 80 viajeros a la vez siguen siendo un medio esencial en las conexiones por carretera, sobre todo para los pueblos. Las líneas de autobuses sirven como un medio para articular la provincia, y llegan a todos los municipios cordobeses, una ventaja que no tiene el tren .

En una mañana cualquiera de un día entre semana, la Estación de Autobuses de Córdoba bulle de actividad. Los pasajeros son, fundamentalmente, de dos condiciones: jóvenes y estudiantes por un lado, y personas mayores o jubilados por otro. Se ven pocas personas de mediana edad o trabajadores, aún menos inmigrantes y muy pocos turistas, que prefieren utilizar otras vías de transporte para sus desplazamientos. Esta es la crónica de un viaje a través de una de las líneas de autobuses interurbanos con mayor número de viajeros de toda la provincia, la que conecta la capital con los grandes municipios del sur de Córdoba , como Lucena y Cabra .

El autobús sale puntual de la Estación de Córdoba. Es su punto de partida, así que no llega con retraso de ningún otro sitio. Va medio vacío -o medio lleno, según se mire-, y casi todos son estudiantes y jóvenes que vuelven a sus respectivos pueblos. Hay pocas maletas y muchas mochilas , y algún que otro matrimonio de personas mayores. Como el formado por Toñi y Francisco Javier , que vuelven a Montilla , donde residen, tras visitar a sus familiares durante unos días en Córdoba. «Nos gusta pasar unos días aquí en Córdoba, pero no solemos quedarnos mucho tiempo. Aquí hace mucho calor, y en Montilla estamos más fresquitos», dice la mujer. Llegarán a su destino en poco más de media hora, un viaje cómodo «que no se nos hace pesado, aunque tampoco es para venir todos los días», apunta su marido.

Antes, en un autobús se escuchaba lo que quería el conductor, y había que aguantarse. En los años 80 , era la rumba carcelaria -Los Chunguitos, Los Chichos, Los Calis...-; en los 90 , Camela, Radiolé y las emisoras locales de FM. Hoy, uno tiene que conformarse con los gustos musicales de tu vecino de asiento, tanto si te gustan como si no: a los «centennials» , la generación nacida a mediados o finales de los 90 -que copan la mayoría de las plazas del bus-, no les gustan los auriculares. Y van armados con móviles de altavoces, canciones y baterías infinitas.

Interior de la Estación de Autobuses de Córdoba Rafael Carmona

A mi lado se sienta una joven que escucha «reggaeton» en el móvil a todo trapo. La música suena un poco más agradable que tres gatos hambrientos en un contenedor de Sadeco , pero no tan fuerte como un manípulo de colinegros. Entre el ruido y la furia, acierto a distinguir un ripio. «Demonios que me calientan la oreja», farfulla un cantante que tiene por buen nombre, san Google mediante, Pacho el Antifeka . Y tanto que te la calientan. Por suerte, el que esto firma va leyendo algo sobre Mohandas Gandhi , y sólo tiene ganas de que los ingleses se vayan de la India . Namasté.

En Montilla, tras pasar por Fernán Núñez y Montemayor , se baja la joven del «reggaeton», el matrimonio mayor y la mayoría de los jóvenes. Unas 30 personas se apean en la localidad de la Campiña Sur , una de las pocas que cuentan con estación que pueda considerarse como tal; las otras son Lucena y Cabra . El autobús se queda casi vacío, pero solo durante unos instantes. Otros 20 viajeros , jóvenes y adolescentes, toman sus asientos.

A partir de aquí, el autocar abandona la autovía para transitar por la antigua Nacional-331 , que pasa por los núcleos urbanos de los pueblos del sur de Córdoba. Puesto que debe entrar en todos, es más fácil y rápido evitar las incorporaciones y salidas de la autovía. También es más entretenido, y la carretera tiene poco tráfico.

Tras una breve parada en Aguilar de la Frontera , la diligencia enfila hacia Monturque , donde un cartel recuerda al visitante que estamos en el centro geográfico de Andalucía. ¿Seguro? Un grupo de chavales discute sobre el tema. «Eso es mentira», dice el más avezado a un compañero, que no tiene muy claro qué significa eso del «centro geográfico». Lo cierto es que ese título sigue en disputa. A todo el mundo le gusta ser el centro de algo, por muy feo que sea un ombligo, que sólo atrae pelusa. Antequera dice serlo, como también lo perjuran Cabra y Lucena , a donde nos dirigimos. Pero Monturque parece que tiene más razón que nadie. Lo atestigua un estudio realizado con las últimas tecnologías en posicionamiento geográfico, y sus autores aseguran que el margen de error es de dos metros. Asunto zanjado. El ombligo de Andalucía está en un sitio tan prosaico como la salida 49 de la A-45 .

Retrasos a la vuelta

Lucena -donde hay que hacer transbordo- y Cabra, por este orden, son las últimas paradas del recorrido. Se trata de dos de los municipios más grandes del Sur de Córdoba , y como es lógico acaparan las subidas y bajadas de la línea en su último tramo. Buena parte de los pasajeros abandona el autobús en el apeadero del Hospital Infanta Margarita de Cabra , poco antes de la estación. No todos tienen una urgencia médica. Hay quien va equipado para pasar un día de sol y piscina, porque muy cerca se encuentra el Parque Sindical , un complejo de ocio con varias pozas que atrae a gente de la comarca.

El regreso sigue el mismo recorrido a la inversa, pero revela uno de los males del transporte público en autobús : la impuntualidad . El autocar que vuelve a Córdoba llega con 30 minutos de retraso , y la media docena de viajeros que aguarda impasible en la estación de Cabra parecen resignados. Nadie se queja al conductor. La empresa que gestiona la línea ofrece una manida explicación por teléfono: «Es que viene de Granada ». Como si viene de Berlín , oiga. El conductor tiene otra versión, que vocea a quien la quiera escuchar, como una mujer que se sube en Lucena y protesta con timidez: «Parece que hoy viene ‘retrasadillo’, ¿no?». «Es que a la empresa no le da la gana de cambiar los horarios», sostiene el chófer.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación