LA CERA QUE ARDE

Rito

Las ceremonias iniciáticas siempre han existido

Jóvenes durante una despedida de soltero ABC
Rafael González

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En en el momento justo en que Sáenz de Santamaría desplegaba el abanico español con los ojos espantijados como queriendo hipnotizar a los compromisarios, aparecían en Córdoba 30 despedidas de soltero. ¿Es Soyara el Mago Pop de las despedidas de soltería? No exactamente, salvo de su propia despedida, con abanico incluido. No existía una causa-efecto entre el truco del pay-pay y el aterrizaje de grupos de varones y hembras en la capital cordobesa con ganas de despedir el estado civil al que jamás se regresa. Es que vienen solos y muchos. Vestidos de cosas. No exactamente disfrazados, sino como ataviados de gilipollismo. Advierto al lector que este último término va a salir varias veces a lo largo de la cera de hoy, por si desea cambiar a Deportes y Pasatiempos. Aunque en Deportes también hay gilipollismo variado, según marca la pretemporada.

El caso es que abundan los grupos de muchachos y muchachas, talluditos en muchos casos, que vestidos de capullos en flor hacen cosas por las calles cordobesas mientras señalan a Manolo, que va en el rebaño como con cara de idiota. Manolo es el que por lo visto se va a casar. O la Yesi. Porque también hay rebaños de Yesis, Paquis, Yénifers y Pepis en su pleno ejercicio de igualdad de género despidiendo la soltería. Tan borrachas como ellos. La igualdad es lo que tiene. Van por separado los géneros pero parejos en verborrea, gritos, sonidos guturales, consumo de Mistol y sexo esporádico buscado y consentido. Y pagado. Todo muy acorde con el rito iniciático que supone pasar del noviazgo o lo que sea al casorio o similar. Acorde con el gilipollismo integral de la época que nos ha tocado vivir, quiero decir.

Las diferentes asociaciones de hostelería, repostería, camarería, restauración, hospedaje, aduanas, baristas, veladores y guías gastronómicas de Córdoba —espero no haberme dejado a ninguna— han avisado de que esto se nos está yendo de las manos y es malo para el negocio de la hostelería, repostería, turismo y veladores. No así para el de despedidas de solteros y solteras, que lo está petando. Un conflicto capitalista, pues. Las ofertas, las demandas y los mercados. Con lo cual se la acaban de poner a huevo a Pedro García, porque si hay alguien a quien le gusta prohibir más que a un socialdemócrata es a un comunista.

No sé si se llegarán a prohibir —lo dudo, de todas maneras— o a regular si ello es posible. Pero estaremos errando el tiro de nuevo, ya que el problema no son las despedidas de soltería sino el gilipollismo en sí mismo. Los ritos iniciáticos siempre han existido y son necesarios en las sociedades y tribus para pasar de un estado a otro. Como el PP, que con el abanico de Soraya se inició en la democracia interna. Pero lo que nos ocupa no es el rito en sí —todos nos hemos despedido de soltero en algún momento tonto de nuestra vida— tanto como el desarrollo del mismo. Con la soez desvergüenza de la juventud más preparada de la historia de España. Y la más mimada y consentida. Tanto que no saben ni lo que supone de verdad casarse ni utilizar correctamente un abanico.

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