Resultado Elecciones Municipales Córdoba 2019

PP y Ciudadanos tienen claro un pacto de gobierno en Córdoba con o sin Vox

La mayoría simple de ambos partidos alumbra una estabilidad que permitiría acudir a la formación de Abascal solo en los asuntos de mayoría cualificada

Dorado, Albás, Rodríguez Aparicio -presidente de la Asociación de la Prensa-, Ambrosio, Bellido, Doblas y Saco, ayer en la recepción de la prensa en la Feria de Córdoba Valerio Merino

Rafael Ruiz

El Partido Popular y Ciudadanos no se preguntan si habrá pacto sino cuándo se pacta y dónde hay que firmar. Ese es el espíritu de los cargos sondeados ayer por este periódico para conocer las probabilidades de una investidura que tendría lugar el 15 de julio , sábado, el mismo día en que Rosalía tiene previsto llenar la plaza de toros de Córdoba al grito de «Malamente» . Y como en el segundo trabajo de la artista catalana, la cuestión es que hay que llevar «el mal querer» hasta sus últimas consecuencias propiciando un acuerdo que permita colocar a José María Bellido como alcalde de Córdoba.

¿Es inevitable la presencia de Vox? Volvamos a Rosalía porque esta es la parte donde todo el mundo hace lo mismo: tra, tra . No. El partido de Abascal ha empezado a difundir que ya no está dispuesto a acuerdos como el de Andalucía , alcanzado solo con una de las partes, el PP, y sin que la segunda fuerza, Ciudadanos, se digne a una negociación directa. Que aparte de propiciar que otros manden, quieren mandar ellos para que su propuesta política se visualice de forma práctica. En Córdoba, la cuestión no es de quererse sino de ciencias puras. De Matemáticas. Populares y naranjas suman catorce concejales, uno menos que la mayoría absoluta y suficientes para plantearse un gobierno estable como el de Rafael Merino en 1955 o el de Rosa Aguilar en 2003.

Pedro García, ayer, caminando por la Feria Valerio Merino

La cuestión es que no existe una mayoría viable alternativa . La única suma consistente sería un «todos contra el PP» que ahora no se puede dar. Vox, con sus dos concejales, puede aspirar a teñir livianamente de verde las políticas del equipo de gobierno pero no tiene la potencia de fuego suficiente para convertirse en socio de igual a igual. Sus opciones reales son dos. Aprobar la investidura de Bellido o abstenerse . Votar en contra significaría algo muy malo. Regalar el Ayuntamiento a la izquierda. Entrar en el gobierno municipal no parece una necesidad perentoria.

Investidura

Solo hay tres formas de ser alcalde de una ciudad. Entre veinte y cuarenta días después de las elecciones (si hay recurso contencioso electoral), se reúne el Pleno de investidura . La primera votación se dirime si hay mayoría absoluta (la mitad más uno de los concejales, 15 en el caso de Córdoba). En el caso de que no se llegue a ese número, se elige alcalde al cabeza de lista de la candidatura que consiguió más votos populares, según el artículo de la Ley Orgánica de Régimen Electoral General (Loreg). Si hay empate, se sortea, cosa que casi nunca pasa. Traducido a la realidad: si Vox, por lo que fuese, no entrase en el gobierno, las posibilidades de Isabel Ambrosio de ser alcaldesa solo pasan por aceptar votos combinados de IU, Podemos y Ciudadanos o Vox . Una historia de política ficción.

Otra cosa es el día a día del gobierno. Bellido ya ha dicho que hablará con Vox para formar una mayoría estable pero nunca ha dicho expresamente que estaría dentro o fuera del gobierno. Lo que siempre ha mantenido en campaña es que hablaría con el grupo municipal que componen Rafael Saco y Paula Badanelli , que no es exactamente lo mismo. Que existen posibles lazos de actuación, puntos donde se puede colaborar «pero que no se van a poner en cuestión los proyectos y los principios a cambio de nada», según dijo en la entrevista de campaña con ABC. El ganador de las elecciones municipales tiene, sin embargo, la necesidad de Vox para determinados elementos de la gestión municipal que son importantes como los presupuestos y las ordenanzas municipales . Y eso se puede hacer de muchas maneras diferentes. Desde negociaciones puntuales hasta un acuerdo más amplio sometido a objetivos concretos. La realidad matemática no permite otra cosa sin que alguno de los partidos implicados salga seriamente mal parado ante sus electores.

José María Bellido e Isabel Albás, ayer en la Feria de Córdoba Valerio Merino

Ante la realidad de un sistema informático electoral que deja muchísimo que desear tras el cambio de empresa proveedora, los partidos han comenzado los análisis internos de lo ocurrido . En el PP, la estrategia electoral y la coordinación de sondeos corrió a cargo del edil electo Miguel Ángel Torrico , que vuelve a Capitulares tras su paso por la política autonómica.

Torrico sostiene que lo que se ha producido es un efecto de retorno de los feudos populares que ha permido, por ejemplo, que algo más de la mitad del voto de Vox de las generales vuelva a encauzarse hacia las siglas del PP. El responsable de la campaña popular pone el ejemplo del colegio electoral de La Salle donde se ha pasado de ganar por el cuarenta por ciento al sesenta. Los buenos resultados, asegura, llegaron de barrios como el Centro, «algo menos Ciudad Jardín» y Poniente . El pinchazo de la izquierda llegó en grandes feudos de voto como el Polígono Guadalquivir, Palmeras o Moreras (donde vota el barrio de Huerta de la Reina, por ejemplo). Los socialistas ganaron allí pero por una menor diferencia de lo previsto por la bajada selectiva de la participación. En Fuensanta y Fátima los populares aguantaron con un 20 por ciento de voto, lo que dadas las circunstancias, puso la puntilla de la victoria popular.

PSOE, Ciudadanos y Vox

El jefe de campaña de los socialistas, Miguel Franco , asegura que, comparadas con las anteriores municipales, los bloques ideológicos de izquierda y derecha se han movido menos que si la comparación se produce con las generales donde los corrimientos telúricos de bloques suman un 1,5 por ciento a favor de la izquierda . «Ha habido un efecto rebote», explica Franco, en el sentido de que el PP ha recogido lo que perdió en las generales. El hecho de que Pedro Sánchez adelantara las elecciones permitió dispersar el voto de la derecha pero la inexistencia de unas candidaturas tan articuladas como las del PP ha devuelto esos votos a Bellido. «Los populares han recogido voto de Vox pero también de Ciudadanos», explica el director de la campaña de Isabel Ambrosio que está de acuerdo con que ha existido un diferencial de participación entre los barrios con una mayor implantación de la izquierda y de los de la derecha. La erosión de los partidos a la izquierda del PSOE a lo largo del mandato es otra de las claves de lo sucedido en el domingo electoral.

En Ciudadanos han notado ese efecto rebote en barrios donde llegaron a liderar las votaciones. « En Mirabueno ganamos y ahora estamos segundos », explica David Dorado, número dos de la candidatura. Los naranjas han conseguido una cómoda posición en barrio s de familias de clase media urbana y joven como Noreña. Con menor implantación, reconocen no tener una noción clara de la participación por barrios hasta que se conozcan los datos definitivos del recuento. Sí notaron, asegura Dorado, el «efecto Feria» . Y es que los colegios electorales, en determinadas zonas como la Fuensanta, se animaron por la tarde.

Vox, explica la número dos, Paula Badanelli , reconce que han hecho la campaña posible para una formación con muchos menos medios y exposición mediática que las demás. Da un argumento a favor de la marca. El partido ha tenido más votos en las europeas que en las municipales (14.000 votos por unos 11.000). Aun así, se trata de unos resultados muy positivos para una fuerza política que no ha podido resistir las fuerzas del voto útil hacia el candidato popular. Vox rozó los treinta mil votos en las generales y se ha quedado justo en la mitad de esa cantidad.

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