ARQUITECTURA

Rafael de La-Hoz Arderius, las huellas de un pionero en Córdoba 20 años después de su muerte

La figura de este enorme arquitecto se agranda con la minuciosa tesis que sobre él publicó este año Francisco Daroca

Vista aérea del Hospital Provincial de Córdoba, diseñado por de La- Hoz ABC

Féliz Ruiz Cardador

El apellido De La-Hoz va unido a la historia brillante de la arquitectura española del siglo XX . Con orgullo lo ha llevado y lleva aún hoy una saga de profesionales que hunde sus orígenes en Calatayud, en Aragón, pero que en Córdoba alzó su vuelo.

Lo hizo primero con Rafael de La-Hoz Saldaña, arquitecto de la Diputación Provincial que dejó en la ciudad edificios muy reconocibles como el Colegio Público Colón , la fachada del Círculo de la Amistad o la cementera Asland . Aunque fue su hijo, Rafael de La-Hoz Arderius, quien elevó ese apellido a la fama nacional e internacional, con una carrera rutilante desde muy joven, que supuso, junto a otros movimientos artísticos, un revulsivo en la Córdoba del franquismo . Veinte años se han cumplido hace unos días de su muerte ocurrida en el año 2000 y, aunque la efemérides haya pasado algo desapercibida en circunstancias tan inciertas como las actuales, no cabe duda de que se trata de uno de los personajes centrales de la Córdoba de su tiempo. Para muchos, el mejor arquitecto cordobés de la centuria y el hombre que le cambió a la ciudad la cara en esos años en los que la dictadura franquista transitaba desde la angustia de la postguerra a los vientos aperturistas del desarrollismo .

La obra de De La-Hoz Arderius ha sido muy abordada desde sus inicios en la profesión, con publicaciones frecuentes , aunque nunca se había publicado nada tan completo y minucioso como el libro «Córdoba 1950. Rafael de La-Hoz como motor de la modernidad». Editado por la Diputación Provincial , es en realidad la tesis doctoral del arquitecto y profesor Francisco Daroca, pero, más allá de su carácter académico, es un estudio apasionante , escrito con afán divulgativo, buena prosa y mil detalles, ideal para acercarse no sólo a un personaje de primera magnitud y a una familia de creatividad probada sino a una época que se ve reflejada, como siempre ocurre, en su arquitectura.

Rafael de La-Hoz con su hija en la playa ABC

Daroca presentó su libro en febrero, apenas unas semanas antes de que se decretase el estado de alarma , por lo que quizá no tuvo el eco que merecía este trabajo excepcional, que es el resultado de una vida marcada por el amor de su autor a la arquitectura y por la admiración hacia Rafael de La-Hoz.

El estudio no se queda en la superficie conocida del personaje, sino que se hunde en el contexto que hizo posible una figura como la de De La-Hoz Arderius en un momento tan complejo como el que emergió. Arranca describiendo la sociedad cordobesa de la postguerra y la evolución urbanística que permitió que en los años previos a la irrupción de De La-Hoz la ciudad cambiase su faz con espacios hoy de referencia como Las Tendillas o la avenida del Gran Capitán . Aparecen ahí nombres que fueron un antecedente como el de su propio padre y el de otros arquitectos como Sáenz de Santamaría, Azorín Izquierdo, Félix Hernández, Tienda Pesquero, Rebollo Dicenta o Escribano Ucelay, lo que viene a demostrar que este talento no nació de la nada sino en un contexto.

El centro del trabajo de Daroca es sin embargo la vida y la obra de De La-Hoz Arderius, que viene estudiando desde los años noventa . Nacido en 1924 en Madrid, se crió Rafael en Córdoba entre los planos de su padre. Estudió primero bajo los preceptos de la Institución Libre de Enseñanza -fue alumno de Luciana Centeno- y luego, a partir de 1936, en Los Maristas , a cuya primera promoción perteneció.

Regreso a Córdoba

Se marchó con poco más de 20 años a Madrid, donde estudió en la Escuela Superior Técnica de Arquitectura , y residió en el Colegio Mayor Cisneros, situado en la antigua Residencia de Estudiantes de lorquianas resonancias y dirigido por el médico y filósofo Laín Entralgo.

Allí, en la capital, conoció al que sería su primer compañero en el oficio, el sevillano José María García de Paredes, y a un dominico, el padre José Manuel Aguilar, que acabaría marcando su vida y que sería con los años preceptor del futuro Rey Juan Carlos I .

Era el padre Aguilar refractario a las corrientes historicistas de la época, tan propias del primer franquismo, y, por contra, un apasionado de las corrientes de vanguardia y de la conexión de las artes plásticas . Después de la muerte de De La-Hoz Saldaña en 1949, su hijo regresaría a la ciudad tras su matrimonio con Matilde Castanys, con la que tuvo ocho hijos, e imbuido de esa filosofía liberadora y aperturista. De La-Hoz se marchó más tarde a Estados Unidos para completar su formación en el Massachusetts Institute of Technology, en Boston, pero Córdoba permaneció durante años, por motivos familiares y de raigambre, como centro de operaciones de su estudio a pesar de los cantos de sirena que le llegaron desde Madrid, ciudad a la que se trasladó finalmente para trabajar en la Dirección General de Arquitectura a inicios de los 70.

Antigua tienda de muebles, domus, diseñada por de La-Hoz ABC

Esas circunstancias biográficas dieron lugar que De la Hoz no fuese solo un cordobés ilustre con presencia frecuente en la prensa nacional , sino un arquitecto cuya labor quedó en la ciudad y en la provincia para siempre con numerosas huellas que son hoy reconocibles y que en su día supusieron innovaciones no siempre bien recibidas. Muy frecuente es señalar en ese sentido la Cámara de Comercio , un proyecto muy novedoso y creativo que ejecutó sin haber llegado a la treintena junto a García de Paredes y para el que contó con la colaboración del escultor Jorge Oteiza y del pintor cordobés Miguel del Moral.

También son nombrados con frecuencia otros proyectos suyos como el Hospital General , que Daroca califica como pionero en todo el país, o la fábrica de cervezas El Águila , situada en Las Quemadas y que aún hoy es uno de los polos industriales de la ciudad.

Boceto de la fábrica de cerveza El Águila, diseñada por el arquitecto cordobés ABC

Su legado se extiende igualmente por casas familiares como los chalets Canals (levantado en el Brillante y una de sus obras más conocidas), El Bosque y Nü Norge o las casas Pellicer y Añón. También por edificios como el Regina de Ronda de los Tejares , la Residencia de las Hijas de María Inmaculada de la calle La Palmera, el Convento de las Salesas de la Carretera de Santo Domingo, la actual Fundación Antonio Gala , la sede de la Caja Provincial o el Parque Figueroa.

A ello se unen proyectos de vivienda barata que buscaban acabar con el problema del chabolismo , numerosas tiendas del Centro -Vogue, Domus...- que hoy no perviven pero que le dieron a Córdoba un toque de modernidad y múltiples proyectos en ciudades como Madrid, Sevilla, Valencia, Málaga o incluso en Portugal.

Daroca explica que De La-Hoz Arderius siempre antepuso la ética a la estética , por lo que la funcionalidad de los edificios fue siempre el primero de sus objetivos y su imagen exterior «una consecuencia».

Su estilo fue por tanto funcional , situado en el movimiento moderno y en ese espíritu de superación de los nacionalismos y de las nostalgias historicistas que supuso el estilo internacional. Ahí estuvieron las bases del trabajo de un hombre que 20 años después de su muerte sigue vivo en su legado, pues cambió la fisonomía de Córdoba , y del que en 2024 se cumplirá un centenario que bien merece la evocación que en circunstancias como las actuales no ha podido tener.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación