DEPENDE...

Magos de la comunicación

La soberbia ha llevado a Sánchez a la derrota a la hora de apropiarse del superávit y de entregar al PP la defensa del municipalismo

Pedro Sánchez, esta semana en el debate parlamentario sobre el superávit EP
Rafael Díaz Vieito

Rafael Díaz Vieito

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Como era de esperar el decreto del chantaje, la norma con la que, sin justificación alguna, los ayuntamientos se veían obligados a aportar al Estado la totalidad de sus ahorros para poder utilizar una parte de ellos fue rechazada por el Congreso de los Diputados . Una dura derrota para un gobierno que une a la escasa eficacia en la gestión y a la precariedad parlamentaria —tiene apoyos escasos y sonrojantes— una soberbia sin límites.

Entraba dentro de la triste lógica política que Sánchez iba a ser capaz de someter a los alcaldes de su partido (el Abel Caballero del «Mi partido es Vigo» y del 65 por ciento de votos populares quedó incomprensiblemente reducido a triste comparsa del sanchismo) y era indudable que ni un solo diputado, ni siquiera aquellos procedentes del municipalismo , se atreverían a osar contradecir a quien tiene en su mano decidir si siguen siendo alguien en política o pasan al averno. No era lógico pensar que sus apoyos de investidura, incluso los de gobierno, apoyarían semejante dislate en contra del sentido común y del parecer de sus alcaldes. Por fortuna hay quien se toma en serio lo de ser alcalde y tiene claro que su cargo le legitima para defender los intereses de sus ciudadanos por encima de componendas cutres e impulsa a sus partidos a no ceder frente a las exigencias disparatadas del gobierno.

Esa soberbia que no conoce límite alguno ha llevado al Partido Socialista a la enorme torpeza de entregar la defensa del municipalismo al Partido Popular , que lo ha aprovechado de manera eficaz y creo que sincera, pese a la rémora que supone que el problema surja de la aplicación de una ley, magnífica en su día, aprobada durante el primero de los gobiernos de Rajoy o que algunos ayuntamientos rebeldes, y por desgracia Córdoba es uno de ellos, tengan un nivel de ejecución presupuestaria escandalosamente bajo.

Es de imaginar que tal soberbia tenga su origen en el absoluto convencimiento de que este asunto y esta derrota parlamentaria no tendrá coste electoral alguno porque serán capaces de desviar la atención a un viejo —y feo— asunto en el ministerio del Interior de Fernández Díaz , con el que la cúpula dirigente actual del PP tiene la misma relación que la que pueda tener Pedro Sánchez con las cloacas organizadas en tiempos de Barrionuevo y Vera .

Tendrán sin duda el rostro de crear una comisión de investigación pese a estar el asunto judicializado (incluso con el apoyo de Ciudadanos ) y con ello pretenderán —y quizá lograrán— hacernos olvidar la corrupción en Podemos, la gestión de la pandemia, el pésame en sede parlamentaria por la muerte de un asesino etarra, el desplome de la economía, la congelación de sueldos a los funcionarios, la bajada de las pensiones o la dejación de funciones en la coordinación con las autonomías. Son soberbios, sí, pero son unos magos de la comunicación.

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