Salud

La voz de quienes tratan en Córdoba a los pacientes que sufren un ictus: «Es un trabajo realmente lento»

Atención psicológica y constancia en las terapias son la clave dentro del proceso de rehabilitación y recuperación

Un paciente en la sala de Neurorehabilitación del Reina Sofía para personas que han sufrido un ictus V. Merino

Luis Miranda

Después de la urgencia médica , cuando se ha conseguido salvar la vida del paciente que ha sufrido un ictus y se ha estabilizado la situación lo más rápidamente posible, llega algo en lo que es necesario todo lo contrario : la paciencia . La rehabilitación y recuperación de los enfermos se hace con un horizonte más amplio y busca que los afectados.

Juan Portillo es neuropsicólogo y trabaja para la Asociación Cordobesa de Daño Cerebral Adquirido , así que tiene que atender a las personas que, después de haber recibido el alta médica, llegan para intentar recuperar su vida. La atención tiene dos patas fundamentales : la psicológica , en que se les brinda ayuda de este tipo, pero también asistencia afectiva y emocional , y la de recuperación cognitiva, con la que hay que recuperar las capacidades que la falta de riego provocó en el cerebro durante el accidente.

Las personas que llegan lo hacen , explica Juan Torrico, con depresión en algunas ocasiones o con síntomas de ansiedad. «El ictus cada vez se da en personas más jóvenes , y llega a personas que tenían una vida normal, con su trabajo y sus ocupaciones, y que de pronto se encuentran con muchos problemas», cuenta. No se puede hablar de un perfil , porque cada persona lo ha sufrido de una forma y necesita algo distinto. Si es más agudo, tiende a ser más complicado , tanto en lo que se pueda recuperar como en el propio estado de ánimo.

La recuperación cognitiva tiene que ver con recobrar las capacidades para la memoria , la velocidad para procesar datos , el cálculo o las fuerzas , entre otros factores. El trabajo no es sólo con los pacientes, sino también con los familiares, que tienen que cuidar del paciente durante todo el día.

Con algunos pacientes , asegura Juan Portillo, por su estado de salud o por su edad sólo hay que buscar que la situación no empeore , mientras que con otros sí hay un horizonte de que puedan recuperar muchas de las facultades perdidas .

Nuevas formas

El trabajo es mediante fichas que estimulan la capacidad del paciente para aquello que se necesita recobrar. Por ejemplo, se le pueden facilitar numeraciones del 1 al 100 en las que faltan algunos dígitos, y en ese caso la persona que se encuentra en recuperación tiene que averiguar los que faltan. Así ha sido en las últimas décadas, pero en los últimos años las aplicaciones informáticas en nuevos soportes como teléfonos inteligentes o tablets han permitido agilizar un trabajo que se hace por repetición.

Es un trabajo «realmente lento» , afirma el neuropsicólogo , que insiste en que los dos primeros años pueden ser clave para conocer cómo será el horizonte posterior. Sí parece claro que, aunque haya personas que consigan bastante autonomía, es difícil que la recuperación sea completa y que se vuelva a la situación anterior al momento en que se sufrió el accidente cerebrovascular.

La actitud del paciente es fundamental y eso se llama «adherencia al tratamiento», la capacidad para acudir religiosamente a las sesiones sin desanimarse y aunque los resultados se vean muy despacio.

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