José Calvo Poyato - Desde Simblia

País de miedosos

El miedo es, pues, una poderosa arma electoral siempre que los ciudadanos de un país sean miedosos. Mala cosa

José Calvo Poyato
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Los partidos han utilizado los más variados argumentos para explicar los resultados de las noches electorales cuando han pintado bastos. Desde negar los malos resultados y tratar de presentarse como ganador, algo que ya es un tópico, repetido con escaso fundamento de un tiempo a esta parte, pero que sigue teniendo la fuerza de las llamadas «verdades comúnmente admitidas», hasta buscar explicaciones retorcidas y hasta torticeras a lo que las urnas han sentenciado. En las últimas elecciones, más allá de la utilización de numerosos eufemismos que buscan no asumir con rotundidad la pérdida de votos y de escaños -difícilmente con más votos se obtienen menos escaños-, uno de los grandes argumentos utilizados para explicar la victoria de los populares y las derrotas -en unos casos mucho más amargas que en otros- de las fuerzas políticas con implantación en todo el territorio nacional, ha sido el miedo.

El miedo que ha sacudido a los electores. Lo han utilizado los podemitas para tratar de explicarse el gran fiasco que ha supuesto para ellos el resultado electoral del pasado 26 de junio. Para Iglesias, Errejón y compañía la pérdida de un millón doscientos mil votos, cuando pocas horas antes de que se abrieran las urnas, el mismo día de las elecciones, el propio Iglesias afirmaba que estaban «acariciando la victoria con los dedos», la causa del fiasco electoral es el miedo que tenían los electores.

Posiblemente tengan algo de razón y el ejemplo a ser Venezuela o de Grecia, gobernadas por conmilitones de los podemitas, haya tenido su influencia. Reducciones del treinta por ciento en las pensiones y horas de espera en las colas de los supermercados son razones poderosas. Pero es la sinrazón la que acompaña a sus planteamientos. Sus afirmaciones vienen a decirnos que es el miedo el leitmotiv de los ciudadanos cuando no me votan. Pobre argumento, paupérrimo. El miedo, según Podemos, ha sido la palanca fundamental que ha movido a los votantes, pese a que algunas voces, como la de Errejón, añaden otra explicación: la alianza con Izquierda Unida dinamitó la transversalidad de que habían hecho gala. Monedero ha achacado la derrota al infantilismo de Iglesias y Echenique, gran defensor de la mieditis, a ciertos problemas internos que, como secretario de organización, está dispuesto a extirpar.

La Secretaria de Estudios del PSOE, Meritxell Batet, también sostiene que el miedo a un gobierno de Podemos ha sido el principal impulso de muchos electores y, en consecuencia, lo que ha asegurado la victoria de los populares. Los socialistas saben mucho de miedos electorales. No tanto por el temor que en los últimos tiempos tienen a que se abran las urnas y se conozcan los resultados, sino porque en numerosas campañas electorales agitaron el espantajo de la derechona -recuerden la propaganda del dóberman-, buscando meter miedo en el electorado. También Fraga lo agitó en los procesos electorales de comienzos de la Transición, cuando advertía de la ferocidad de los comunistas, a los que pintaba poco menos que oliendo a azufre, y dotados de pezuñas, cuernos y rabo. Los populares han manejado el miedo estos días. Como queda dicho, con la situación venezolana o griega han metido a muchos el susto en el cuerpo. El miedo es, pues, una poderosa arma electoralsiempre que los ciudadanos de un país sean miedosos. Mala cosa. Peor todavía cuando hay partidos donde piensan que los miedosos son los que no nos votan a nosotros.

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