Francisco J. Poyato - PRETÉRITO IMPERFECTO

Nada con sifón

El primer año del «cambio sensato» viajó del realismo mágico a la teoría de la perdiz mareada

Francisco J. Poyato
Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Del realismo mágico a la técnica de la perdiz mareada por el azor. La alcaldesa de Córdoba, María Isabel Ambrosio, declamadora del «cambio sensato» y la «política con alma» para «todos los cordobeses» hace un año en el plenario del Ayuntamiento se disipa en su propio mantra como las ingenuas expectativas sobre un vaso de nada con sifón. Carbónico artificial en el páramo de las sensaciones y los hechos. Burbujas ocurrentes al descorchar una política insípida. El cogobierno con IU y los pellizcos de monja de la podemita Ganemos Córdoba ha resultado en su primer capítulo un esperado fiasco; salvo para el estajanovista cumplimiento de las tablas sagradas del pacto de investidura y el relato antidesahucios-vegano.

Ni los apósitos de voluntarismo administrados en los últimos meses por su entorno fuera de nómina, tras un comienzo desastroso en el que Ambrosio optó por ofrecer su versión más sectaria y desproporcionada frente a todo y casi todos -que aún mantiene, según quién y cómo-, le han servido siquiera para enseñar un proyecto, un plan de acción, un mensaje nuevo y propositivo que no recaliente en el microondas recetas viejas que hasta en su día tuvo oportunidad de avivar y darles el punto en la cocina política de sus ocho años enmoquetados en la Junta de Andalucía de la plaza de San Felipe. Sólo palabrería hueca de gasa y seda.

Tiene el mérito doña María Isabel, eso sí, de agigantar la figura de Doñarrosa cada día que pasa, defenestrada como estaba en el desván de la cordobesía tras sus múltiples piruetas de tremendismo político. Por no hablar de otros nombres que anduvieron a la sombra de la otrora «alcaldiosa» de Córdoba. O su más inmediato antecesor en el cargo. Otros vendrán, que bueno te harán.

En este primer año hemos visto todos los roles posibles menos el de primera autoridad política de la ciudad. Puede que, intencionadamente, haya dado circunloquios para no ejercer realmente como tal en un finísimo ejercicio de houdinismo. Bien externalizando decisiones obligadas por el cargo mediante la napoleónica estrategia de las comisiones dilatorias, bajo el señuelo de la participación ciudadana dirigida -en esencia, la teoría de la perdiz mareada-. Bien enredando la gestión heredada para ganar tiempo. Bien, enrocándose por inercia en su antiguo papel institucional como delegada de la Junta, representante diplomática de la ciudad en otras instancias; o incluso como si fuera la presidenta del Consejo Social o el Movimiento Ciudadano. Cuando no, el de observadora de la ONU ante los francotiradores políticos de su propio cogobierno. Puro virtuosismo.

Tejer y destejer como el mito de Penélope aún ha evidenciado más su falta de programa y de iniciativa política. Es evidente que el PSOE concurrió a las pasadas elecciones municipales para estar en la oposición, de ahí las lagunas en su equipo, y saltar al contrapoder de la Diputación. Como el PP lo hizo para gobernar de nuevo, de ahí los desajustes en su oposición. O como IU se personó a un brindis al sol del que tomó un buen trago. O Ciudadanos, que profesó la base del globo sonda.

Y eso que nuestra alcaldesa halló las cuentas de Capitulares saneadas, sin que la mano sindical que mece la cuna del Ayuntamiento de Córdoba desbarrase -ahora, se agita y musita traición-. Unas cuentas propicias para derrochar energías en otros menesteres de la agenda municipal. Y la marca «Córdoba» al alza, o la inercia de los primeros atisbos de recuperación económica en la calle. Todo ese escaparate ya se ha vuelto vintage y afeado para quienes guardasen intenciones sobre la ciudad que aún espera por sus rincones y plazas, al menos, un brote de ambrosía.

Ver los comentarios