Miguel Castillejo en la bilbioteca de su fundación
Miguel Castillejo en la bilbioteca de su fundación - VALERIO MERINO
PERFIL

Miguel Castillejo, un coloso entre lo humano y lo divino

CÓRDOBA Actualizado: Guardar
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Si Dios tuviera músculo, algún tendón hubiera recaído en aquél cura mellariense que hizo de su cargo una misión casi mesiánica, sólo, a tenor de sus palabras, guiada por el Altísimo durante más de tres décadas en un Monte de Piedad convertido en la segunda caja de ahorros de Andalucía.

Miguel Castillejo Gorráiz (Fuente Objeuna, 1929), sacerdote, intelectual, hombre poderoso y financiero, anunció el 28 de mayo de 2005 su retirada de la Caja que había presidido durante 30 años por mandato eclesiástico, la única por jerarquía que, con el tiempo, pareció asumir su empecinado carácter de hombre rocoso norteño.

Ordenado sacerdote en 1953, y tras un breve paso como cura de Pueblonuevo, Castillejo accede por oposición a la plaza de canónigo Penitenciario de la Catedral de Córdoba, lo que le permite ingresar en Cajasur en 1973, y alcanzar de pleno derecho su Presidencia en 1979.

A su aquilatado saber (Licenciado en Ciencias Políticas y doctorado en Filosofía y Letras por la Complutense; Doctor en Ciencias Sociales por la Pontificia de Salamanca y Doctor Honoris Causa de la Universidad de Córdoba), se suma su estratégica presencia en los centros de decisión eclesiástica (Vaticano incluido) y su buena relación política. Ha pactado y peleado con todos.

Cuatro obispos

«Trabajador, cultísimo, audaz y ambicioso», son algunas de las pinceladas que desvela alguno de sus más estrechos colaboradores. Prelado de Honor de Su Santidad y tocado por la Orden al Mérito del Trabajo (entregada por el ministro Pimentel en 1998), su trayectoria financiera ha conocido cuatro obispos: Monseñor Cirarda Lachondo, José Antonio Infantes Florido, Javier Martínez y Juan José Asenjo.

La tutela de Cajasur, tras la fusión controvertida del Monte de Piedad con la Caja de Ahorros Provincial en 1995, fue el eje de una pelea política con la Junta de Andalucía y el PSOE de Manuel Chaves y Magdalena Álvarez que duró casi una década.

Desde 1995 hasta 2005, Castillejo llegó a convertir a Cajasur en la segunda caja andaluza (solo superada por Unicaja y en los tiempos de Caja San Fernando y El Monte por separado) en volumen de negocio con una particular estrategia de crecimiento al olor del ciclo alcista económico y el ladrillo.

Llegó a manejar activos por 13.000 millones de euros, una plantilla de 3.000 personas, 120 sociedades participadas, el 60 por ciento del ahorro de los cordobeses y una Obra Social y Cultural de Cajasur con más de 20 millones de euros gracias a unos balances que llegaron a arrojar casi 200 millones de beneficios consolidados en los buenos tiempos.

El tejido asociativo y cultural cordobés (peñas, cofradías, oenegés,...) se introdujo en los tentáculos de la Obra Social cuyo influjo estableció una influencia de ida y vuelta sobre la que Miguel Castillejo prevalecía como una referencia casi única en el panorama local.

La burbuja de Cajasur y el ladrillo

Estableció alianzas con los grandes constructores cordobeses como Prasa, Arenal 2000 (Sandokán) y la familia Sánchez-Ramade expandiendo su crecimiento hacia Extremadura, Castilla La Mancha, y el Levante español. Llegó a contar con más de 500 oficinas de las que 200 estaban situadas en Córdoba.

Con estos números, Miguel Castillejo y Cajasur fueron siempre una amenaza para el proyecto de «Caja Única» de la Junta de Andalucía, y ahí empezó la guerra normativa con las leyes de cajas que pretendía arrebatarle el control de la entidad fundada por el Cabildo Catedralicio y que tenía a la Diputación de Córdoba como entidad cofundadora.

La guerra con Magdalena Álvarez (mientras Gaspar Zarrías intentaba negociar) y el PSOE -que provocó una multitudinaria protesta en las calles de Córdoba- llegó hasta el Tribunal Constitucional, que le proporcionó un balón de oxígeno a Castillejo y medidas cautelares que legitimaban el recurso de Cajasur sobre la norma andaluza que alteraba el peso fundacional y el reparto de fuerzas en el Consejo de Administración.

Fue en 2002, tras el varapalo del Alto Tribunal, cuando Castillejo encuentro la puerta del gobierno de José María Aznar y la del entonces ministro Rodrigo Rato para salvaguardar los intereses de la entidad. ¿Cómo? Con una ley que dejaba en manos del Gobierno central la tutela. Empezaba ahí otra guerra entre PSOE y PP.

Pacto de Santa Lucía

Entre tanto, Castillejo mantenía importantes choques internos en la Iglesia. Famosos fueron sus encontronazos con el obispo Javier Martínez, que intentó cortar el poder de «don Miguel» y alejar a los canónigos del poder financiero. Martínez no pudo con Castillejo y tuvo que ser Juan José Asenjo, su sucesor, quien en el llamado «Pacto de Santa Lucía» suscrito el 13 de diciembre de 2014 con José Antonio Griñán.

Era el principio del final de Castillejo, la paz entre Junta e Iglesia, la vuelta a la tutela autonómica, el reparto más ponderado de los puestos en el consejo y el retio del hombre que había pilotado la nave.

Cinco años después, cuando Cajasur fue intervenida por el Banco de España en mayo de 2010, la gestión final de Miguel Castillejo y la burbuja de la Caja sobredimensionada, salió a relucir en la severa inspección a la que fue sometida la caja cordobesa, aunque, curiosamente, la depuración de responsabilidades del órgano supervisor arrancó justo días después de que Castillejo ya hubiera salida de la entidad y nunca fue ni sancionado ni expedientado, una cuestión que muchos siguen sin explicarse, aunque recibiera antes sólo «tirones de orejas».

Estos últimos diez años los ha vivido en elretiro de su fundación, en la plaza de las Doblas, donde la cultura ha seguido siendo un hilo conductor, pero apartado del gran foco. Muy pendiente de sus hermanas, ya fallecidas, y de un entorno muy cerrado y pequeño, en las antípodas del eco social que siempre llegó a gala.

Cuentan que, enseñándole la Mezquita-Catedral de madrugada a José María Aznar, Castillejo le dijo: «Mi sueño verdadero fue siempre una parroquia de pueblo».

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