Mezquita y Medina, ejes del futuro

Los dos grandes referentes del patrimonio cordobés simbolizan la necesidad de abandonar la polémica constante y las suspicacias con el sector privado

Imagen de Medina Azahara Valerio Merino

Feliz Ruiz Cardador

El futuro de Córdoba empieza en cierto modo con M. M de Mezquita y M de Medina Azahara . M también de mañana. Sobre ellas gravita, de forma simbólica pero también real, buena parte de la pujanza de la ciudad, motor a su vez de sectores hermanos como el comercio. En una urbe cuya industria tradicional anda en declive y cuya capacidad geográfica como eje logístico no acaba de lanzarse, el turismo cultural se convierte en uno de las pocos asideros. Por eso mismo estos milenarios vestigios se tornan un símbolo de lo mucho que Córdoba tiene aún por hacer para poner al día su tremenda riqueza patrimonial. De fondo también se observan las erráticas políticas públicas precedentes, que en vez de apostar de forma decidida por estos monumentos han significado algo muy distinto: la entrada en un laberinto de debates perniciosos o un abuso de la propaganda que servía para intentar tapar la incapacidad tanto de invertir y gestionar como de captar financiación alternativa. Quizá en todo ello esté una de las claves esenciales de los últimos datos turísticos de Córdoba, que en 2018 fue una de las pocas ciudades andaluzas que bajó tanto en viajeros y en pernoctaciones.

Tratar con la Iglesia

La nuevas coordenadas políticas tras el cambio que se ha registrado en la Junta de Andalucía permiten aventurar que se camina hacia un escenario más fluido. Así es por ejemplo en el caso de la Mezquita, donde la lógica impone que se vuelva al trabajo dialogado y planificado, que en realidad fue la norma durante años hasta que todo se enturbió. El problema aquí es que el PSOE, tras tratar con la Iglesia como legítima propietaria del bien durante toda la democracia, optó por cambiar su posicionamiento y se convirtió en actor esencial de la gran polémica suscitada alrededor de la titularidad del bien, que aún persiste sin que pueda conducir a ningún lugar. Dio lugar eso a un enrarecimiento de la relación entre ambas partes, que derivó en una especie de guerra fría en la que poco se hablaba de las necesidades del monumento.

La Junta llegó a negar el pasado verano que hubiese existido nunca un plan director como tal

El plan director de la Mezquita, que la Junta y el Cabildo firmaron a inicios del siglo, acabó quedándose obsoleto en mitad de un ruido mediático ensordecedor. Tal desquiciamiento se vivió que la Junta llegó a negar el pasado verano que hubiese existido nunca un plan director como tal, cuando en muchas ocasiones hablaron de él a lo largo de los años sus propios consejeros.

El futuro ahora se despeja en ese aspecto y parece quedar limpio de nubarrones para que se firme un nuevo plan. Ese documento requerirá de un trabajo previo por parte de los conservadores del inmueble, que ya están trabajando en ese informe de necesidades. De él se derivarán las actuaciones a realizar, a lo que habrá que sumar otras negociaciones importantes y siempre delicadas. Entre ellas, un plan de usos del monumento adaptado a los tiempos que corren. Pero también una normativa que permita mejorar la estética que de los alrededores del monumento , asunto de paisajística urbana en el que muy poco se ha avanzado en los últimos años. Otras medidas son la actualización de los protocolos y sistemas de seguridad o en la creación de nuevos canales para facilitar la relación entre las administraciones públicas y el Cabildo. Se trata al fin y al cabo de volver a la normalidad tras años convulsos en los que la Mezquita ha estado en el margen de las políticas públicas al ser considerada a menudo un argumento ideológico y no un bien monumental irreemplazable.

No menos importantes son los retos que se abren en Medina Azahara, la ciudad palatina que construyese Abdarramán III en el mayor momento de gloria del Califato omeya. El yacimiento luce ahora orgulloso su declaración como Patrimonio Mundial de la Unesco -cuarto distinción que Córdoba acumula-, pero eso no tapa las lagunas que giran en torno a él. Especialmente sangrante es la demora de más de una década que acumula la restauración del Salón Rico, que nunca ha llegado a emprenderse a pesar de que cuenta con financiación privada dispuesta para ello. La Fundación Internacional World Monuments, con sede en Nueva York, acumula diez años de espera. Resulta curioso escuchar a su representante en España, Pablo Longoria, decir que ha visto desfilar ya a cuatro consejeros de Cultura sin poder firmar el convenio que permitirá intervenir en el espacio más lujoso de la ciudad palatina, que el califa utilizaba en sus grandes recepciones como símbolo de su poder. La nueva consejera de Cultura, Patricia del Pozo, tiene en este asunto un reto evidente, pues no tendría sentido que esta inversión siguiese enquistada.

Asignatura pendiente

El Salón Rico se antoja la punta del iceberg de Medina Azahara. Es muy conocido el dato de que sólo se ha excavado el 10% de su superficie, lo que significa que aún queda allí muchísimo por hacer y que para ello será necesario agudizar el ingenio para conseguir recursos públicos y privados. La directora de la Unesco, Audrey Azoulay, ya advirtió que ampliar los conocimientos sobre un yacimiento es algo siempre imprescindible y ahora lo que corresponde es determinar el modo en el qué se hará. Ciudadanos, en la precampaña de las autonómicas, planteó la posibilidad de crear una fundación público-privada para que fuese la gestora de la ciudad palatina, opción que el PSOE descartó.

Ahora se abre la oportunidad de abrir esa vía u otras que permitan afrontar los muchos retos que Medina Azahara tiene por delante y que, de resolverse, pueden ser un gran estímulo para el turismo de la capital. Tampoco es desdeñable el problema del entorno , pues la proliferación de parcelas durante años en zonas protegidas requiere de decisiones.

La Mezquita y Medina Azahara se colocan así como los dos principales focos de acción del futuro de Córdoba, simbólicos por lo mucho que representan. Aunque eso no quita que en el ámbito patrimonial sean muchas aún las opciones por desarrollar para la promoción de la Cordoba romana, de las iglesias fernandinas, del pasado conventual o de la historia colombina que la ciudad atesora.

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