Violencia

Los menores víctimas de violencia de género: «Se dan casos de niños que se sienten responsables»

Los psicólogos de Córdoba insisten en la necesidad de una evaluación completa de cada menor

Un menor junto a su madre víctima de violencia José Ramón Ladra

D. Delgado

Los menores víctimas de violencia de género presentan altos niveles de problemas psicopatológicos y dificultades en otras áreas de funcionamiento, tales como la social, académica o valórica. No obstante, resulta imprescindible, según destacan los expertos, realizar siempre una evaluación completa de cada caso, puesto que los trastornos derivados de esas situaciones de malos tratos varían en función de factores como el entorno o la capacidad de resiliencia de cada menor.

Pese a ello, según pone de manifiesto la piscóloga cordobesa María Dolores Rodríguez , «con mucha frecuencia, me encuentro que estos menores presentan cuadros de ansiedad y estrés ». También hay muchos con «una baja autoestima , mucho miedo, terrores nocturnos, una inseguridad total y llegan a ser incapaces de expresar sus emociones», apunta.

El lugar que ocupan los niños en una situación de malos tratos es muy comprometida: «Se sienten que están en medio de todo, sufren el ‘síndrome del cartero ’, como lo llamo yo (haciendo de mensajeros entre los progenitores) y viven en una incertidumbre constante», explica Rodríguez, que añade que también suelen presentar dificultades a la hora de afrontar las frustraciones, no saben cómo hacerlo».

¿Y el sentimiento de culpa? «Es cierto que se me han dado casos de niños y niñas que se sienten directamente responsables de algunos episodios de malos tratos a sus madres por parte de los agresores. La culpa es otro factor que aparece, pero menos que la ansiedad y el estrés»

Esta profesional desmiente una teoría que se suele dar en la mayoría de los casos por cierta: «No es verdad que las niñas que sufren o vivencian malos tratos se conviertan sumisas, ni que los niños vayan a ser futuros maltratadores . No siempre se copian esos roles. Depende de cada caso». incide.

Se enseñas técnicas de relajación y herramientas para evitar la ansiedad y el estrés de la situación

El tratamiento también es personalizado, pero, según Rodríguez, «en muchas ocasiones se les enseñan técnicas de relajación para que aprendan a controlar esa ansiedad; también que sepan poner límites. Son como esponjas (sobre todo, los más pequeños) y aplican muy bien todas estas herramientas que les ayudan a sentirse mejor», explica la profesional, que insiste en que «lo más importante de la terapia con menores víctimas de violencia de género es que sufran menos, vivan mejor y no repitan los estereotipos que han vivido»

Por su parte, José Antonio García, psicólogo infantojuvenil y coordinador de progamas del Instituto Andaluz de la Mujer (IAM) asegura que cada trastorno va a afectar a los menores de una manera u otra dependiendo del momento evolutivo. «Ni siquiera se pueden fijar similares pautas en los mismo grupos de edad, porque, según las características personales de cada menor hacen que vivan esos episodios de malos tratos de una manera y otra».

Además, García apunta a un tercer factor determinante: el apoyo social . «Las personas que apoyan a los niños son muy importantes y la forma de mediar con ellos influye en el hecho de que los menores no desarrollen una determinada sintomatología».

El IAM cuenta con varios programas de intervención con menores, entre los que se encuentra el de atención psicológica a las víctimas de violencia de género que a lo largo del primer semestre del año atendió a 48 menores y 29 madres .

Este experto concreta que, aunque cada caso es diferente, se pueden establecer una serie de grupos de trastornos entre estos niños y niñas que viven en primera línea esos malos tratos, como cuadros de agresividad , alteraciones cognitivas, emocionales , miedos, inseguridades, ansiedad, alteraciones del sueño o de la conducta alimentaria. No obstante, «la intensidad de la misma va a variar dependiendo de su entorno, de sus capacidades personales y vivencias».

La intervención en general tiene tres patas: por un lado, la prevención y la atención a cómo la violencia machista ha afectado a los menores. Por otro, la terapia les enseña a relacionarse con el mundo. «Han estado expuesto a una violencia que han interiorizado y justificado en ocasiones. Hay que cortar la transmisión generacional porque la desigualdad se aprende».

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