Verso suelto

El dios del calor

Los hombres del siglo XXI se proclamaron independientes de los mitos y de las religiones y gritaron que un microchip era capaz de dominar el mundo, doblar la intención de los vientos y secar los temporales

Un joven se refresca en una fuente pública de Córdoba Valerio Merino
Luis Miranda

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Los mitos de las religiones que se perdieron eran mucho más que explicaciones del mundo o que estupendas narraciones que inspiraron a los artistas y escritores de todas las épocas. También servían para recordar a los humanos su insignificancia y su impotencia . Para un golpe fuerte de viento que arrancaba los árboles y destrozaba las ciudades estaba el poderoso Eolo, si la piel se quemaba había que temer al furia de Helios o de Ra en el Egipto de los faraones, si el otoño se adelantaba o el invierno se presentaba duro es que Demeter estaba más triste que otros años por la marcha de Perséfone al Hades.

El mundo era incomprensible y hostil y aunque hubieran aparecido las ruedas y algunas máquinas los hombres y mujeres sabían que si el cielo decidía mandar tanta lluvia que no cupiese en el mundo o un frío que congelase incluso las raíces de los árboles no se podía hacer nada más que buscar refugio.

Cuando Córdoba levantaba su Mezquita el calor no sería muy distinto al de este tiempo y nadie parecía quejarse de que en verano quemara el aire. Para eso estaba la habilidad de los albañiles que levantaban muros gruesos y de los arquitectos que disponían calles estrechas que ofrecieran sombras hospitalarias. Todavía hay gente en el mundo que saltaba de alegría si tenía un sencillo ventilador en verano y que a falta de él conocía los trucos sencillos de cubrir el patio con un toldo, echar las persianas, tener el agua cerca y mover el abanico cuando parecía que la tarde iba a ser eterna y cíclica como las torturas de Tántalo y Sísifo.

Los hombres del siglo XXI se proclamaron independientes de los mitos y de las religiones y gritaron que un microchip era capaz de dominar el mundo, doblar la intención de los vientos y secar los temporales. Estos días en que el cielo es una parrilla tan inescrutable que parece que un dios antiguo e inclemente quisiera castigar a tantos lugares, aquellos que se pensaban a salvo del malestar y de las molestias andan a la caza de políticos a los que culpar mientras preguntan para qué sirven Siri y Alexa si no son capaces de encontrarles nada con lo que bajar el mercurio de los 46 ni les dan razón de ningún medicamento que les tenga a salvo de las pandemias y de la muerte.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación