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Historia de la Legión

El pueblo nunca ha tenido dudas y vibra con su rápido desfile y con su sobria escolta a las imágenes de la Semana Santa

Legionarios en el puerto de Málaga Francis Silva
Juan José Primo Jurado

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Permitan que hoy hable de mi libro. Sucedió la noche del pasado martes, en el siempre espléndido y acogedor marco del Real Círculo de la Amistad . Al fin y al cabo, la forja de mis libros es una historia de amistad. Amistad con la Editorial Almuzara , con quien llevo escritas y publicadas catorce obras, y amistad con quienes me acompañan en la presentación de cada nuevo retoño, llamado esta vez ‘Historia de la Legión’.

No resulta fácil escribir un nuevo libro sobre la Legión, porque se han escrito ya muchos y porque la Legión tiene cuerpo y alma y, ya sabemos, el cuerpo se puede describir, pero el alma es un sentimiento y resulta mucho más compleja de recoger. Sin embargo, qué fascinante es el alma de la Legión, rubricada por los hechos de su historia.

Millán-Astray funda el Tercio en 1920 para ganar una guerra que se estaba perdiendo en Marruecos, para evitar más derramamiento de sangre de bisoños reclutas y para darle a unos hombres perdidos en la vida una segunda oportunidad y convertirlos en caballeros legionarios.

Antes de cumplirse un año de su fundación ya había realizado sus primeras hazañas: la marcha de 100 kilómetros para salvar Melilla y la defensa del blocao de Dar Hamed. Una España abatida descubrió a una nueva unidad dispuesta a dar la vida por las obligaciones contraídas por España y a envolver su actuación en la mística del Credo Legionario y de canciones épicas como ‘El novio de la muerte’.

Cuando las cosas van bien nos olvidamos de la Legión, pero cuando pintan bastos miramos a ver dónde está. Hasta los partidos de izquierdas que recelaron de ella, la usaron en 1932 para sofocar la Sanjurjada y, a principios de los 90, cuando se pensaba en su disolución, recurrieron a ella como punta de lanza en las misiones internacionales. Y ahí ha estado, en los Balcanes, Líbano, Irak, Afganistán, Malí.

El pueblo nunca ha tenido dudas y vibra con su rápido desfile y con su sobria escolta a las imágenes de la Semana Santa . Acaso porque el pueblo, sabio, admira a unos hombres y mujeres con valores.

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