Viernes de jubilado

La sharía en Córdoba

La Casa Árabe aborda en unas conferencias la manipulación de Occidente de este código obsoleto

Una mujer es azotada en público en un castigo de la sharía en Indonesia EFE
Javier Tafur

Esta funcionalidad es sólo para registrados

En estos meses pandémicos, está teniendo lugar en la Casa Árabe de Córdoba un ciclo de conferencias sobre la sharía , el código de conducta de los musulmanes. O ley sagrada, como prefieren subtitular sus organizadores, que acaso podrían haber deducido de la pujanza de la mascarilla una liturgia favorable para considerarla como tal. Sagrada o no, avisan, en la declaración de intenciones que se incluye en el folleto que anuncia el ciclo, de la necesidad de tratar el tema con sumo cuidado, abordando tres problemas previos que, según los redactores, le afectan gravemente, siendo cada uno de ellos consecuencia del anterior.

El primero es el desconocimiento general del asunto que gratuitamente nos atribuyen a los infieles que no nos dedicamos a especializarnos en esta normativa tradicional, con lo que se diría que sugieren que nos abstengamos de opinar. Puesto que, en caso contrario, vamos a incurrir en la « confusión que reina sobre este concepto», segundo problema a su juicio, «a veces más grave que el del propio desconocimiento». El tercer problema deriva de los dos anteriores y conduce a una situación contradictoria: «la paradoja que representa por una parte la mala prensa de la sharía en el imaginario colectivo, incluso en el de los propios arabistas e islamólogos, y por otra, la relevancia que tiene la sharía como referente básico de los ideales de ética y de justicia de una gran mayoría de musulmanes en el mundo».

Con lo que está todo dicho y preparado para concluir a la mayor satisfacción de los imanes: «la sharía es un concepto que, debidamente manipulado y distorsionado, se presta a ser instrumentalizado con fines políticos , tanto por parte de musulmanes como de no musulmanes», añade el folleto con cierta pretensión de equidistancia.

Los tres problemas, al cabo, se resuelven en uno: la culpa la tienen los occidentales , incluidos los que creen saber algo del tema, que desprestigian a los buenos creyentes y procuran hacerlos peores con la ‘mala prensa’ que distribuyen. No debe ser problema por tanto el hecho de que los estados islámicos constituyan teocracias inasequibles al tiempo en el que viven, ni que la laicidad que se exige a los no musulmanes en el ejercicio de la política pueda ser considerada como una ofensa al multiculturalismo que nos embauca.

La sharía es un código obsoleto e inicuo para todo y para todos. Para las mujeres es además vejatorio, cuando no criminal . Su único destino digno sería la desaparición efectiva en la vida cotidiana y la reducción intelectual a los libros de historia. El adoctrinamiento subrepticio sobre la sharía que se hace ahora en Córdoba, como en tantos lugares, muestra una complicidad de fondo con los talibanes que la anuncian recuperada para sus dominios con la sonrisa en la boca. El fracaso sin paliativos de Occidente en Afganistán es consecuencia directa de esta permisividad malentendida que desgraciadamente fomentan, tal vez por miedo, nuestros universitarios. No nos asombremos de que Teresa Rodríguez vea paralelismos entre la mujer andaluza y la afgana. Acaso Kichi también los vea. Y esto será lo grave.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación