REPORTAJE

Un inmigrante acogido en Córdoba: «En África no tenía nada. No había futuro. Aquí quizás me vaya mejor»

Un joven de Costa de Marfil que cruzó 4.000 kilómetros de África a pie y en coche para alcanzar el Estrecho en patera relata su periplo para ABC

En el centro, K., el inmigrante de Costa de Márfil, que ha prestado su testimonio a ABC Rafael Carmona

Rafael A. Aguilar

«En África no tenía nada. Ni familia. Ni trabajo. Ni futuro. Aquí quizás me vaya mejor. Por eso he venido». A sus veinte años recién cumplidos K., que es la inicial de su nombre, ha pasado la noche en el pabellón municipal de Vista Alegre de Córdoba, al que llegó con más de doscientos inmigrantes subsaharianos el día anterior. Natural de Costa de Márfil, el joven explica en un inglés fluido cómo ha venido a parar a la ciudad. «Ha sido duro: primero un viaje muy largo, de más de seis meses, por varios países, una veces a pie, otras en en bus o en coche, como podía. Costa de Marfil, Burkina Faso, Níger, Argelia y Marruecos», relata junto a dos extranjeros más en una de las puertas de acceso a las instalaciones deportivas que gestiona el Ayuntamiento de Córdoba.

«Estuvimos diez horas remando en el mar. El agua estaba difícil. Pasé miedo. Pensé que no llegábamos»

La ruta por su continente natal sumó más de cuatro mil kilómetros. «Empecé solo y a veces iba acompañado, con gente que me encontraba por el camino y que también de dirigía a Europa. A algunos los perdí de vista en el viaje y no he vuelto a verlos», añade K., que cuando da detalles de la travesía por el Estrecho de Gibraltar mide mucho sus palabras. Se niega a precisar, por ejemplo, si pagó y en su caso cuánto lo hizo por subirse a la embarcación con la que arribó a las costas de Cádiz el domingo 22 de julio de 2018.

K. y dos jóvenes más, junto a uno de los accesos del pabellón de Vista Alegre Rafael Carmona

«Fue duro. Íbamos nueve personas, siete hombres y dos mujeres. Echamos diez horas en el mar hasta que llegamos a la playa. La barca no tenía motor. Remábamos por turnos. A veces solo los hombres. El agua estaba furiosa. Nos lo ponía difícil. Pasé miedo. Pensé que no íbamos a ser capaces determinar el viaje. Pero aquí estamos», indica.

K. ha deambulado toda la mañana por los alrededores del pabellón de Vista Alegre en compañía de otros inmigrantes, que han sido atendidos por la Cruz Roja y que empezarán a marcharse en la tarde de este jueves a sus ciudades de destino. «Tengo amigos en España, contacté con ellos en mi país. Ahora me están esperando para ayudarme a empezar una nueva vida», concluye el joven de Costa de Marfil sin desvelar adónde se va a dirigir.

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