Cartas a Córdoba

Procesiones de escaparate

Una Semana Santa soñada que hace penitencia por los negocios cerrados

Una dolorosa en el escaparte de un negocio de la calle Gondomar ABC
Francisco Solano Márquez

Francisco Solano Márquez

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Querida Córdoba: Si viviera La Talegona no tendría balcón desde el que lanzar el grito amargo de sus saetas al paso de Cristos sangrantes y Vírgenes atribuladas. Por segundo año, ay, el maldito virus impide la salida de tus procesiones, y los cofrades han de limitarse a los cultos en el interior de las iglesias. En el umbral de la primavera tu Semana Santa , Córdoba, es una ocasión para embriagarse de azahares e inciensos, o sea, una borrachera de sensaciones a las que se abren los cinco sentidos, ahora reprimidos.

Se echa de menos ver tus calles convertidas en templo, colmadas de bullas, mientras los pasos avanzan sin prisa entre los capirotes que apuntan al cielo. Oír los roncos tambores y las cornetas estridentes; las marchas cadenciosas de las bandas meciéndose en el aire; las sordas pisadas de los costaleros sudorosos, o el tintineo cristalino de los varales de palio a punto de quebrarse. Oler el expansivo aroma de los incensarios que envuelven en su nube o la sutil fragancia que desprenden los lechos florales de los pasos. Y tocar; tocar el manto de una Virgen bordado con hilos de oro o el lívido pie de un Crucificado. Nada de eso es posible este año. Menos mal qu e la privación no afecta al sentido del gusto , que se puede complacer con el bacalao rebozado en las tabernas, los pestiños azucarados y las torrijas empalagosas de las confiterías tradicionales. Dicen que este año también se pueden escuchar saetas en la Judería , pero no las imagino sin un paso delante del cantaor.

Con la colaboración de las cofradías, tus escaparates del centro, querida Córdoba, han montado este año un reflejo de la Semana Santa, abriendo un hueco a sus símbolos y atributos, en convivencia con zapatos, confecciones, perfumes, bolsos y un sinfín de productos en un loable afán de mantener viva la esencia. El pasaje dedicado a José Aumente , antes Zahira , invita a avanzar por una verde alfombra para admirar artísticas fotografías en blanco y negro de imágenes conmovedoras.

La tienda Alegoría, en tu calle Góngora , se ha tomado en serio la idea y más allá de limitarse a cumplir un mero trámite ha transformado su escaparate en altar, presidido por una Virgen de la Esperanza vestida con primor y flanqueada por candeleros y piñas de claveles rosa, ante la que se detiene la gente con cierto recogimiento para admirarla e incluso rezarle. Y algo parecido ha hecho también Elisa García en la calle Sevilla con una Dolorosa. Así que muchos de tus escaparates, querida Córdoba, son este año un paseo por la Semana Santa soñada, como si hicieran penitencia por los negocios cerrados o los que temen hacerlo, maltratados por la falta de Cirineos que ayuden a cargar con la cruz del drama económico.

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