Pretérito imperfecto

Aprendimos Mayo

Hoy hay chiquillos que aprenderán Mayo como nosotros aprendimos lo que era esos días en que no vino a despertarnos

Las Cruces se vengan de la privación del Covid

Un grupo de colegiales en la Cruz de la hermandad de La Sentencia VALERIO MERINO
Francisco Poyato

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HA debido ser como montar en bicicleta , que nunca se olvida por mucho que dejes de practicarla. Mayo vuelve a Córdoba henchido de sentidos perdidos en un tiempo de velos y distancias. El bullicio y su ruido ya nos saluda en cualquier plaza. Fanfarrias de bienvenida a la entrega sin medida por la fiesta de la primavera. El tumulto nos incomoda por la falta de costumbre, pero al instante nos agita por dentro y nos devuelve el ser cordobés de un mes que parece una vida entera deshojada en pétalos de mil flores peripuestas. La memoria emocional ha vuelto. Los aromas como señuelo. Los lugares comunes, los rostros familiares, los momentos felices, los besos de una madre, la evasión y el silencio cómplice que siempre nos reconforta. Perderse en Córdoba para encontrarse a uno mismo.

Tanto nos dolió aquel pérfido destierro que sacamos nuestras cruces y nuestras macetas, nuestros volantes y nuestros patios a aquellos balcones convertidos en celdas durante los crudos estragos de un virus que aún nos tienta. Agarrados a los barrotes de la incredulidad por el tajo que recibimos en nuestras costumbres, en nuestra forma de ser y estar. Tocábamos las palmas sordas por respeto y cantábamos bajito. Hoy hay chiquillos que descubrirán atónitos una Cruz, que se envolverán en las serpentinas de faralaes o que rebuscarán en las entrañas de un patio empedrado o en el misterio de su pozo al que nunca fueron. Hoy hay chiquillos que aprenderán Mayo como nosotros aprendimos, de verdad, lo que significaba en aquellos días en que no venía a despertarnos con su sol inconfundible o a vernos amanecer por mucho que lo esperásemos. Hoy habrá chiquillos que estrenen el albero en sus zapatos y quieran tocar las nubes con sus dedos a lomos de un carrusel en un simple juego.

Damos hoy nuestros primeros pasos por ese Mayo que alguien nos quiso robar de nuestro lado, este paréntesis del sufrimiento que deseamos que no acabe nunca. Mayo es caminar para no llegar a ninguna parte. Lo mismo pararse en la calle las Parras , que perder la vista por las rejas de Viana; refrescarse en la Piedra Escrita o asomarse a la balaustrada del cielo en las Ermitas . Subir a Santo Domingo de la mano de una cordobesa de San Agustín . Que hierva el verbo y la sangre tras el hondo sorbo del vino de la vida que se esconde en Moriles y que se esconde en Montilla . Paladear la siesta entre gitanillas y clavellinas , entre jazmines, a la sombra del limonero sabio que busca el frescor de la tierra. Brincar en la grupa de la fina estampa de pura cepa. Acompasar los guiños de tu cintura encurtida en la seda lunática de colores. Terminar el puzzle de tu Cruz a pies juntillas o encalar la fachada de pureza y añil como el pórtico de entrada al jardín de la belleza. Contar los naranjos de tu esquina, como contar las columnas de nuestra Mezquita.

Ha vuelto Mayo , el que un día aprendimos como un mapa del tesoro, y al que nos agarramos por expreso deseo de la vida.

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