ContraMiradas

Abén Aljama, espeleólogo: «Es emocionante explorar cuevas desconocidas en Córdoba»

Participó en la expedición que halló en la Sierra de la Calera (Obejo) los restos textiles más antiguos de la Península. Aljama relata sus sensaciones en las profundidades de la tierra

Aben Aljama en el interior de una cueva de Córdoba ABC

Aristóteles Moreno

Día 1 de octubre del año 2014. Abén Aljama y Rafael Bermúdez realizan una de sus exploraciones de campo habituales por Sierra Morena . Buscan la Cueva de la Peña Calera , en el término municipal de Obejo , para catalogarla. Divisan unos peñascos y efectúan una inspección rutinaria. Nada de nada. Cuando se iban, observan salir un murciélago de una hendidura en la roca. Trepan por la piedra y logran introducirse hacia una cavidad de unos cinco metros cuadrados. Sorpresa: restos de cerámica prehistórica en el suelo. Siete años después, aquel inopinado hallazgo concluye con un resultado más asombroso todavía: los arqueólogos consiguen identificar el tejido más antiguo de España, con nada menos que 5.400 años de antigüedad.

Este ha sido el descubrimiento más meritorio de Abén Aljama desde que se lanzó a la aventura de la espeleología hace ya ocho años. Pero no el único. Rastrear cuevas y topografiarlas es su pasión. Empezó con el grupo G40 y desde hace dos años forma parte de GEKO , el más activo de Córdoba. En todo este tiempo se ha sumergido en decenas de cavidades, principalmente en Sierra Morena . Solo en GEKO tienen catalogadas más de 300 . No únicamente se empeñan en el trabajo de campo. También han rastreado la hemeroteca, han entrevistado a espeleólogos y han completado un archivo inmenso con miles de referencias sobre las cuevas de Córdoba .

¿Qué le impulsa a sumergirse en las entrañas?

Explorar lo desconocido. Ver qué habrá ahí debajo. Aquí, en el término municipal de Córdoba, son cuevas pequeñitas pero de vez en cuando te llevas alguna sorpresa.

Internarse en la oscuridad de una cueva no es ninguna broma. Es imprescindible tener una mínima formación y entrar acompañado de gente experimentada. Cualquier imprevisto puede convertirse en una trampa mortal. Abén Aljama ha descendido a más de un centenar de metros bajo el subsuelo. Norma insoslayable: siempre ir en equipo. Jamás solo. Y provisto del material técnico adecuado: arnés pélvico y de pecho, mosquetón, descensor, cabo de anclaje, croll y puño, linterna frontal, baterías, botas katiuskas, mono, guantes, mascarilla y rodillera. También un distanciómetro y una libreta o una tablet para anotar las medidas topográficas de la cueva. Y ojo: un petate con agua y comida. No es infrecuente que una exploración se extienda durante ocho horas o más .

Las cuevas de mayor desarrollo y profundidad se encuentran en la Sierra de la Subbética . El ránking lo ocupa l a Cueva de los Murciélagos , en Zuheros, con 3,3 kilómetros de longitud. Le sigue la Cueva del Yeso , en Baena, con unos 2.500 metros. La más profunda es la Sima del Tesoro , en Cabra, con 172 metros bajo tierra.

¿Qué hay dentro de la tierra?

Murciélagos, arañas y un montón de especies. Hay gente que se dedica a estudiar la biología del medio subterráneo. El verano pasado vino un biólogo del País Vasco para estudiar una especie endémica de Hornachuelos.

¿Y qué tal anda usted de claustrofobia?

No tengo. Si tuviera, no podría meterme ahí dentro. Una vez en una gatera no cabía nadie y, como yo era el más delgadito, me metí. Avancé unos metros, vi que no llevaba a ningún lado y me rallé.

¿Qué cueva le ha impresionado?

Siempre en las que he encontrado restos arqueológicos. Cuando, por ejemplo, encontramos restos califales. No por las dimensiones sino por lo que estaba ahí quieto esperándote. Esa sensación de no haber entrado nadie en miles de años. Eso fue en la Cueva de Al Kanz, en Espiel, conocida también como la Cueva del Tesoro. Bajamos una vertical y nos encontramos un montón de restos califales en perfecto estado.

¿Y qué hacían allí abajo?

Según los expertos, fue un refugio temporal de algún pastor. Seguramente para guardar alimentos.

¿Qué día dijo usted: «Ay, madre, dónde me he metido»?

En alguna gatera. No solo exploramos cuevas naturales. También artificiales. En una cueva natural es difícil que haya derrumbes. Pero en artificiales nunca sabes. Cuando vemos que la cosa no pinta bien la dejamos. Recuerdo una mina de agua en un chalé del Brillante. Nos metimos en un pozo y había un punto donde el agua llegaba por el cuello. Nos fuimos para atrás. Nunca he estado en una situación real de peligro.

En espeleología, prohibido perder la calma.

Efectivamente. Una vez en una cueva un compañero se atascó en un paso y estuvimos una hora y media para sacarlo. Yo iba el último y me quedaba encerrado. Se puso nervioso y nos tuvimos que esperar a que se tranquilizara.

¿Qué queda por descubrir en Córdoba?

Muchas cosas. Sobre todo, en Sierra Morena. ¿Problemas? Lo de siempre. Muchas fincas privadas y poca ayuda de las administraciones. Nos cuesta entrar en fincas grandes donde sabemos que hay cuevas.

¿Díganos la regla de oro del espeleólogo?

Para empezar, conservar la tranquilidad. No entrar a una cueva con prisas. Y formarte bien, estar federado y tener licencia. Si no estás formado, no puedes meterte dentro de una cueva. Un rescate en una cueva es muy complicado.

Las grutas

Abén Aljama (Córdoba, 1979) se inició en la espeleología casi por casualidad en el año 2013. Por entonces, su afición era la montaña y un día se decidió a acompañar a un amigo para localizar cuevas y grutas. Tuvo la fortuna de encontrar la Cueva de Covalinda , una vieja cavidad sobre la que se seguía la pista desde hacía tiempo. «Es una cueva pequeña, pero es una joyita», asegura Aljama, que se abstiene de facilitar detalles sobre su ubicación como medida de protección. Es habitual ocultar la localización de ciertas cavidades con valor arqueológico o ambiental para evitar que sufra ataques vandálicos. «Me emocionó encontrarla. Y luego, por supuesto, explorarla», explica el joven espeleólogo.

Desde entonces, no ha parado de cazar grutas y catalogarlas. Aparte de la Cueva de la Peña Calera y el hallazgo del tejido prehistórico, su grupo de espeleología ha identificado pinturas rupestres y vasijas antiguas en cuevas de la provincia. En la Calera, el descubrimiento se produjo en 2014 y hasta el año 2016 no se activó la intervención arqueológica. Abén Aljama colaboró también en esa fase del proyecto. Y hasta esta misma semana no ha sido publicado por la Universidad de Córdoba el resultado del trabajo con el sorprendente hallazgo del trozo de textil datado hace nada menos que 5.400 años . Contribuir al conocimiento científico es la gran recompensa que alimenta la vocación espeleológica de nuestro entrevistado de hoy.

¿En qué división juega Córdoba en el mundo de las grutas?

Córdoba no es de los sitios más potentes en roca caliza. La Subbética un poco más, pero no podemos compararnos con Jaén, Málaga o Cádiz. Somos siete grupos de espeleólogos en la provincia y estamos a la cabeza en exploraciones y aportaciones científicas, porque no solo hacemos espeleología deportiva.

¿Cómo se lleva usted con los murciélagos?

¡Uf! Regular. Pero no tengo más remedio. Soy el más chico y me meto en los lugares más pequeños. Ahí voy. Poco a poco. Lo que hago es ponerme un pasamontañas en la cabeza para evitar que me rocen. Aunque los murciélagos realmente no te dan. Tienen sensores y, aunque vayan a toda velocidad, ni te rozan. Cierro los ojos cuando veo que vienen muchos.

¿Todo lo que entra sale?

No siempre. Y nosotros somos expertos en desobstrucciones. Estamos en un proyecto en Las Lagunillas abriendo un sumidero. Todos los meses vamos con poleas. Estamos sacando piedras en un pozo vertical de 20 metros. A veces, para entrar fuerzas un paso y luego no puedes salir.

¿Qué cueva tiene entre ceja y ceja?

A mí el tema deportivo no me motiva. Me motiva más lo desconocido. Una cueva de pocos metros a la que no haya entrado nadie me motiva más que una de mil metros. La Cueva de la Higuera, en Murcia, o la del Río Mundo sí me gustaría explorarlas. Las tengo pendientes.

¿Se sumerge bajo tierra para no ver la realidad de la superficie?

Pues también. En las cuevas desconectas. Tienes que estar con todos los sentidos concentrados en lo que haces. Y el tiempo pasa como si estuvieras en otro mundo.

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