REPORTAJE

El Centro de Córdoba estalla en el anticipo de la Navidad

El turismo desborda el casco histórico en una jornada de actividad comercial marcada por el lucimiento del Centro con la nueva decoración de Navidad

Un ciudadano hace fotografías con el móvil de la plaza de Las Tendillas ÁLVARO CARMONA

Rafael A. Aguilar

LA puerta del bar Santos , el de las míticas tortillas, es un embudo a media mañana. El guía de un grupo de turistas japoneses se detiene justo en la entrada del bar y les explica a sus clientes que es la hora de hacer una parada para recuperar fuerzas. «Hace calor, mucho calor. Tomen este producto típico. No está dentro del precio de la visita guiada pero las raciones son baratas», explica.

Clientes del bar Santos, junto a la Mezquita-Catedral ÁLVARO CARMONA

Un batallón de visitantes orientales colapsa el acceso a la taberna y por ende toda la calle. En esto que una asociación de discapacitados —no menos de veinte sillas de ruedas— pasa por el lugar en el curso de una gira turística.Al caos colaboran tres matrimonios de Valladolid de puente laboral, cada uno de ellos con dos carritos de bebés, uno gemelar. El tapón es de los que terminan en parálisis. «Esto parece la Madrugá de Sevilla . ¿No te acuerdas del año pasado, que un poco más y me da un delirio en la calle Sierpes, que no podíamos dar ni un paso seguido?», comenta una de las mujeres de los turistas castellanos a sus acompañantes.

Un día invernal espléndido

Es mediodía y Córdoba bulle . Hace un día de invierno espléndido, con temperaturas muy moderadas y con el sol brillando como si fuera primavera. O casi. Las colas para entrar en la Mezquita-Catedral eran de las que hacen época, pues cruzaban el Patio de los Naranjos de extremo a extremo. El disfrute urbano alcanza una categoría más elevada con el estómago lleno. «Niño, vamos a darnos prisa que el Casa Pepe tenemos mesa reservada para la una y media. Deja la cuña de tortilla que ahora te vas a enterar de lo que es comer de verdad». Quien así se expresaba era Sebastián, un gaditano que se las ha visto crudas para encontrar un alojamiento en el que admitan a sus dos perros.

«Mamá, esto lo quiero para Reyes. Tú se lo dices, ¿vale?», le sugiere un niño a su progenitora

La tregua de la sobremesa es breve. La ciudad de la víspera de Navidad no conoce el descanso. Las cafeterías del Centro, Don Pepe por ejemplo, están atestadas de clientes con ganas del clásico chocolate con churros. Sucede que apenas nadie pretende esperar a que llegue el día 25 de diciembre para reencontrarse con el espíritu de la Navidad , esa sensación tierna e infantil, tal vez forzada o fingida, pero que gusta como el tacto de las cosas suaves y añoradas.

«Mamá, esto también lo quiero para los Reyes. Tú se lo dices, ¿vale?», le indica un niño a su progenitora en la calle Cruz Conde, una de las médulas de la ciudad en la que, cuando apenas han dado las seis de la tarde, se echa encima la noche. Entonces todo se vuelve mágico: la ilusión anticipada de las fiestas con mayúsculas se hace carne en los chiquillos que se encaraman en las góndolas de la noria centenaria que la asociación de comerciantes Centro Córdoba ha colocado en el Bulevar del Gran Capitán .

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