LA CERA QUE ARDE

La cama balinesa

Pepe, desde el paseo marítimo de Torremolinos, se acuerda de su parcela en Encinarejo

Veraneantes llegando a la playa en Torremolinos ARCHIVO
Rafael González

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Hoy no había tumbonas libres . En Torremolinos , en un cambio de quincena, no quedan tumbonas libres ni aparcamiento . Hay más vehículos que niños nacidos. El parque automovilístico crece, la población envejece y el futuro será trabajar de cuidador en una ITV. Hay tres coches por cabeza española , dos por la alemana y después están los franceses, que no se les entiende. Pepe les tiene manía y no sabe por qué. O sí: los gabachos le caen mal y punto. Y los del atleti . Son manías que ahora no se va a parar a analizar y seguramente no lo haga nunca.

El caso es que Pepe comprueba que todo espacio vacío tiende a ser llenado, sobre todo en agosto. Un principio budista que va acorde con la cama balinesa que ha conseguido Pepi, su esposa, su mujer, su parienta, su norte, su motor, su brújula, su mentora, su señora, y natural de Cañero . Pepi ha saltado con el coche en marcha hacia el chiringuito y ha ordenado a Pepe que la espere en cualquier punto del paseo marítimo que no esté lleno de chanclas o señoritas aceitosas con pamela y pareo. Van de la mano con otros Pepes del mundo y algunos chiquillos, y se quedan en los pasos de cebra mirando a ver si divisan medusas , quietas, como un conejillo deslumbrado en la N-432 . Medusas y metros de arena cuadrada para pinchar la sombrilla. El veraneo. El descanso , dicen.

Pepi ha conseguido una cama balinesa para una jornada de relax . Pepe ha encontrado aparcamiento mientras refutaba consigo mismo el principio del vacío aristotélico sin saberlo y se dispone a disfrutar de la playa . La arena quema y la sombrilla de la cama balinesa no es lo suficientemente ancha como para contemplar el sistema de rotación de la Tierra , con lo que le pega el Lorenzo gran parte del día. Fallos estructurales, de diseño, que son muy españoles. Detalles que se nos escapan en las películas de Alfredo Landa pero que están ahí, en el siglo XXI , para que Pepe tenga que refugiarse en el chiringuito si no quiere acabar en la unidad de quemados del Virgen del Rocío .

La cama balinesa está rodeada de otras más grandes que a su vez están llenas de franceses y algunos infantes franceses también. Hablan en francés y dicen cosas francesas. Pepe trata de hacer oídos sordos , pero es imposible si tienes una cuñada francesa gritándole a un sobrino a tres metros de la oreja. No queda más opción que la de los espetos en la barra, lejos de los hijos de la Grandeur.

El chiringuito está lleno . Rajoy nos ha dejado un país libre de crisis, está claro. Los espetos se los come Pepe en la acera del paseo marítimo mientras busca un abanico para Pepi, que se asfixia de calor con gestos ostensiblemente acalorados . Pepi es una redundancia: pero también es su faro, su guía, su señora. Gloria bendita para su Pepi. Él mira a lo lejos la cama balinesa, que ahora se ha llenado de arena porque los franceses no paran de moverse. Y se acuerda de su parcela en Encinarejo , con cuñados que hablan en español y con aparcamiento a la vera de la entrada.

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