Javier Tafur - El estilita

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La libertad de voto, sin más incentivos, facilitaría el corrimiento a la abstención de parte de las voluntades del PSOE

Javier Tafur
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Yo no se ustedes, pero yo me los veo frotándose las manos ante unas nuevas elecciones. Aunque probablemente ni siquiera se constituyeran las mesas. Y les estaría bien empleado. El problema es que después de tal desafuero solo puede sobrevenir la revolución o el golpe de estado.

La única manera de evitar estas esperpénticas y suicidas terceras elecciones -que cada vez más damos como previsibles- sin que los partidos políticos tengan que ceder en sus indeclinables posturas, sean o no sensatas, sería liberando a los señores diputados de la disciplina de voto. Lo que pasa es que los partidos políticos no respetan la Constitución, ni en esta ni en otras cuestiones que hacen referencia a la higiene democrática del parlamentarismo.

Tal vez por ello, porque les pesa la mala conciencia, estén continuamente pensando en reformarla.

De hecho, los grupos Popular y Socialista sancionan con fuertes multas a los parlamentarios que optan por votar según su criterio, algo inaudito en otros países europeos (véase el caso reciente de Alemania y Grecia). Lo hacen argumentando el supuesto incumplimiento del programa electoral a cuyo amparo fueron elegidos. Pero lo cierto es que violentan el principio de la libertad que los padres de la patria han de tener para decidir por sí mismos el sentido de su voto, voto que la propia Constitución contempla como personal e indelegable.

La libertad de voto, sin más incentivos, facilitaría, sin duda, el corrimiento de una parte de las voluntades socialistas hacia la abstención. Probablemente serían más de once los que quisieran pasar a la historia por su sentido común en lugar de por su servidumbre al ensoberbecido líder que les ha tocado en suerte. De este modo, no entorpecerían la investidura pactada por PP y Ciudadanos, pero tampoco despojarían a su partido de la posibilidad de ejercer una oposición seria y leal a la nación, que al cabo es la que valoran positivamente los electores. Cierto es que los dos grupos avenidos no necesitarían aplicar esta contingencia, pero es más cierto que deben hacerlo para ofrecer la cobertura democrática, institucional y solidaria que el PSOE necesita para sufrir con decoro ese relativo, pero evidente, desaire provocado por algunos de sus diputados. Téngase en cuenta que no va a suceder que el PSOE cambie su voto, sino tan sólo que en el ejercicio de su libertad algunos socialistas renuncien a él.

Para que no hubiera suspicacias ajenas al fondo de la cuestión, esta propuesta de libertad de voto debería ser expuesta por Ciudadanos -ya que van de regeneradores-, haciéndola extensiva a todo el Congreso de los Diputados. Y que cada palo aguante su vela.

PD: Le cedo este artículo, con todas sus consecuencias, a José Antonio y a Marcial, como asesoramiento gratuito.

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