Pasión en Córdoba

Antonio Capdevila piropea a las glorias de Córdoba con un pregón de oraciones íntegramente en verso

Emociona al auditorio con un recorrido por la religiosidad popular de abril a noviembre

Antonio Capdevila, durante su pregón de Gloria Álvaro Carmona
Luis Miranda

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No ha faltado Antonio Capdevila a su cita con las hermandades de gloria, pero tampoco ha evitado las referencias a la actualidad. El cofrade y aclamado exaltador ha pronunciado este sábado en San Pablo un pregón de glorias marcado por el canto y también por la actualidad.

Por eso al empezar ha confesado: «No empezaba así el pregón que en su momento escribí; apenas meses pasaron y ya me parecen mil.». Famoso por su dominio del verbo octosílabo , Antonio Capdevila ha hecho en verso todo su pregón, desde la primera palabra a la última. Incluso la bienvenida y saludo a autoridades.

Antonio Capdevila estaba preparado para hacer el pregón de 2020, que se suspendió por la pandemia del Covid , y se subió al atril con una exaltación que ha entusiasmado a los asistentes: «Quiera que mi empeño alcance para llevar al romance la grandeza de María ».

A la advocación del Carmen dedicó una Salve y a la de la Fuensanta una letanía completa

En todo ha sido un pregón de tono clásico que ha comenzado con la alabanza a la ciudad de Córd oba: «Y la colmó de bondades, y la llenó de plazuelas, y le dio una catedral que nació siendo agarena, y unas torres y un alcázar, y una luna que se alegra cuando lleva por mantilla el brillo de mil estrellas y la gracia de un lucero que le sirve de peineta».

Por ahí llegó a San Rafael , «dulce mensajero alado, para cuidar el vergel de la gloria en esta tierra que al llegar la primavera repite siempre su historia». Cambió entonces el metro y pasó al endecasílabo y ofreció un soneto para hablar de la Virgen María.

Tras otros versos octosílabos ofreció un soneto a la Virgen del Rayo : «Tu luz apaga el duelo y la alegría se adueña de las almas, y el tormento calmas bajo el fulgor de tu mirada, que es Rayo de la noche y sol del día».

Siguió por Santo Domingo y la Virgen de Linares , y primero rezó un Padrenuestro al Cristo de San Álvaro, ya otra vez en romance, y recordó su pregón a la Conquistadora y siguió ofreciéndole versos: «Hoy corremos a Linares, hoy la primavera reza, hoy gozoso se alza el vuelo de palomas volanderas».

Siguió por las devociones de mayo: Cabeza, Nazaret, Araceli y Fátima, «dos tierras puestas de acuerdo por el amor a María, que en tres sílabas se hermanan Portugal y Andalucía , cobijadas bajo el manto de la que siempre es bendita».

«Que si la vida se torna en un calvario, al hombre destrozado y abatido sanas el desamor, y lo levantas, con la luz redentora del Sagrario», cantó al Santísimo

Siguió por el Rocío con versos en que ensalzó su camino , e insistió en que «quién dice que en el camino sólo se come y se canta», para mostrar muchos testimonios de devoción y de amor mariano. Muy especial para él fue la parte dedicada a la Virgen del Carmen , que en Córdoba tiene dos imágenes. Es el nombre de su esposa y de su hija.

Ahí el poema se hizo Salve : «En este valle de lágrimas, a la sombra de la sierra, gimiendo vamos contigo para pedirte que sepas disculpar nuestras caídas, perdonar nuestras flaquezas e iluminarnos la ruta que lleva a la vida eterna».

En agosto es la Virgen del Tránsito, «que nunca será cenizas la Madre de la Verdad ». Piropeó ya en septiembre a la Virgen de Villaviciosa y miró en sus recerdos de infancia con la Fuensanta , «siempre la Virgen chiquita, a la que recé de niño y aún lo hago todavía». A Ella dedicó una letanía mariana.

Era el turno de la Virgen del Socorro y para eso bajó a la Corredera, desde donde volvió a San Rafael y recorrió sus triunfos. En la parte final del pregón mencionó a imágenes titulares de cofradías de penitencia, desde el Amparo hasta la Victoria , sin olvidar a la Divina Pastora, donde recordó a Fray Ricardo.

Volvió al soneto, con un texto mucho más grave sobre la adoración al Santísimo : «Y ante tu altar, Señor, he comprendido, de rodillas, postrado ante tus plantas, que si la vida se torna en un calvario, al hombre destrozado y abatido sanas el desamor, y lo levantas, con la luz redentora del Sagrario ».

Terminó con versos en que alabó a las imágenes del Silencio y Rosario, titulares de su cofradía de la Expiración , y terminó pidiendo la complicidad del público con un «¡Viva el tiempo de las Glorias».

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