Coronavirus en Almería

La pandemia de Covid-19 bajo «el mar de plástico»

En los asentamientos de inmigrantes conviven más de 6.000 jornaleros sin agua corriente, necesaria para la higiene frente al coronavirus

Un miembro de Cruz Roja en un asentamiento de Almería ABC

Raquel Pérez

En Níjar, Roquetas de Mar o El Ejido , municipios prósperos y ricos gracias a la agricultura de invernadero, existen cientos de asentamientos chabolistas donde conviven más de 6.000 jornaleros en condiciones infrahumanas. La pandemia agrava aun más su situación porque carecen de agua corriente, necesaria para la higiene, algo fundamental en la lucha contra el coronavirus.

Diferentes colectivos ya han alzado la voz ante el Ministerio de Sanidad porque entienden que si entra el Covid-19 en estos poblados, la gran mayoría de los inmigrantes morirán . La principal demanda es la instalación urgente de grifos y fuentes para el abastecimiento. Estas personas hacen uso del agua de los bidones de las balsas de invernadero, muchas veces contaminada e insalubre, no apta para su consumo.

« Es cierto que no es fácil de solucionar, pero esta situación sirve para sacar a la luz una problemática que no se ha querido resolver a lo largo de los años. Ahora nos toca dar respuesta a esta situación de extrema vulnerabilidad. Desde la Federación apostamos por el trabajo en el campo , pero las administraciones deben tomar medidas», advierte el presidente de la Fundación Cepaim y director de Almería Acoge, Juan Miralles.

Tampoco cuentan con saneamiento público o recogida de basuras. Son infraviviendas construidas con restos de plástico, cartones, alambres y palos, donde no hay baños o aseos , solo colchones viejos tirados en el suelo y una pequeña hornilla de gas donde cocinan a duras penas. Manuela Rodríguez conoce a varios senegaleses que viven en cortijos abandonados en El Ejido, a veces les ha dado agua, incluso ropa o muebles que ya no usaba, pero ahora no se acercan a su casa. «Hace una semana pasó uno de ellos, con su mascarilla y sus guantes ; no quería pararse a hablar. Solo me dijo que España es ruina y que los españoles tenemos coronavirus. Iba al pueblo a comprar comida», relata esta vecina.

Sin certificados

La bicicleta es su habitual medio de locomoción para acudir a las fincas, no existe transporte público en las zonas de invernaderos. Ni siquiera tienen un certificado que les avale frente a un control policial, por lo que se arriesgan a ser multados . Cuando acaba la jornada acuden a las tiendas más cercanas, regentadas en su mayoría por otros inmigrantes, donde no se están cumpliendo las medidas de prevención. Con suerte, agua, pollo y arroz, un menú que se repite a diario con una sola comida al día .

Entidades sociales como Cepaim, Almería Acoge o Cruz Roja mantienen sus intervenciones asistenciales, pero reclaman la reubicación de los más vulnerables y la desinfección de estas zonas, así como la entrega de kit de higiene y alimentación . Los asentamientos chabolistas se ubican en zonas rurales y constituyen un ecosistema óptimo para la propagación del virus.

«No podemos dejar solos, viviendo en condiciones infrahumanas, a los inmigrantes que se juegan la vida para que los alimentos de primera necesidad sigan llegando a nuestras casas. El Escudo Social para las Personas Sin Hogar ante el Coronavirus debe proteger también a los que residente en estos asentamientos junto a las explotaciones agrarias», denuncian los colectivos sociales.

En la zona de Poniente, la Asociación At-Tawba ha publicado los diferentes carteles informativos en árabe y francés para trasladar los mensajes de las autoridades sanitarias hasta los miles de inmigrantes norteafricanos y subsaharianos que trabajan en el campo almeriense. Este colectivo ofrece un servicio de mediación e interpretación para lenguas nativas de senegaleses como wolof o criollo de Guinea Bissau , además de transmitirles la información oficial de los diferentes consulados presentes en España.

Una de las necesidades cruciales de la población inmigrante en Almería es su alojamiento. Existen graves carencias de vivienda en todas las zonas agrícolas lo que es clave para la integración de estas personas. Además de los asentamientos chabolistas hay barrios que han sido ocupados íntegramente por marroquíes. Allí en condiciones normales eran esporádicas las intervenciones policiales, por lo que en estos momentos son prácticamente inexistentes.

Otros inmigrantes decidieron ocupar antiguas viviendas o cortijos abandonados, a veces cedidos por sus dueños, en caminos agrícolas. Allí tampoco tienen los recursos esenciales para una vida digna , por ello los voluntarios de Cruz Roja se adentran en estos diseminados para ofrecerles colaboración y ayuda.

Desde la Asociación de Cosecheros y Exportadores de Almería (Coexphal) denunciaron el aumento en el número de poblados de chabolas y la «inanición de las autoridades». «Esta situación es completamente incomprensible e inaceptable en un país europeo del siglo XXI. Su triste realidad parece invisible y permite que estos seres humanos, hombres, mujeres y niños, no encuentren otro alojamiento más digno y homologable en el primer mundo», evidenciaron en un comunicado.

El fenómeno del chabolismo parece difícil de erradicar, pero es imprescindible proteger los derechos básicos de todos los migrantes documentados o no. El campo almeriense da empleo legal a más de 40.000 inmigrantes y se ha desarrollado gracias al compromiso de los agricultores y al trabajo de los jornaleros de más de 120 nacionalidades diferentes.

En estas circunstancias, los agricultores intentan ayudar y apoyar a sus trabajadores con medidas de prevención y comida, con lo que está a su alcance. Pero la problemática va más allá : la pandemia sólo deja al desnudo la desigualdad y el aislamiento que campa a sus anchas bajo el «mar de plástico».

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