El acusado de descuartizar a su pareja alega que estaba drogado

El presunto asesino de Torremanzanas dice al jurado popular que no era consciente de nada

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Alcohol, drogas y enajenación mental. Esta fue la justificación que esgrimió ayer ante el jurado el acusado de asesinar, mutilar, descuartizar a su pareja para después profanar su cadáver en Torremanzanas (Alicante) en octubre del 2013.

Martín R.S., cuyo juicio comenzó ayer y que que se enfrenta a una petición de pena de 26 años y 10 meses de cárcel, pidió entre lágrimas perdón a la familia de la víctima, de la que dijo que no se «merecía nada de esto» porque era «muy buena persona», y aseguró que se «cambiaría ahora mismo por ella».

Los hechos, sobre los que tiene que dictaminar un jurado popular, ocurrieron entre las 18 y las 22 horas de la anteriomente mencionada fecha en una casa de la partida de Teix, cuando el sospechoso se presentó en el dormitorio de su compañera sentimental, Sorina P., rumana de 26 años, y le propinó múltiples golpes en la cabeza cuando estaba acostada en la cama con un hacha o una mancuerna de las que se usan para hacer pesas.

Después, con la joven ya muerta, trasladó su cuerpo hasta el porche de la vivienda y comenzó a golpearlo con el misma hacha y otro instrumento contundente similar hasta descuartizar varias partes del mismo y amputarle un brazo y un pie.

Finalmente, profanó el cadáver de la chica clavándole diversos efectos en varias partes del cuerpo antes de dispararle con una pistola y prenderle fuego junto a varios muebles y otros enseres.

No era «consciente de nada»

Durante la primera sesión del juicio en la Audiencia de Alicante, el procesado adujo que había consumido cocaína y otra droga para él desconocida junto con alcohol, ese mismo día, por lo que no era «consciente de nada» cuando ocurrieron los hechos.

«No sabía diferenciar la realidad, tenía la paranoia de que me estaba siguiendo un vehículo y oía una voz que me decía ‘haz esto’. Todo era surrealista en mi cabeza y yo actuaba como un autómata», señaló en medio de un relato plagado de titubeos e imprecisiones que, además, incurría en importantes contradicciones con sus versiones anteriores durante la instrucción del caso. Sólo admitió ser consciente de que golpeó a la víctima porque pensaba que era un «muñeco» o un «maniquí». Los forenses no creen que sufra patología mental.

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