LA MATRACA

De Gómez a Puig

«La falta de confianza en la regional valenciana se debe a su apoyo a Susana Díaz o la crisis alicantina»

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Entre los argumentos ofrecidos por la cúpula socialista para liquidar a Tomás Gómez de la carrera electoral de Madrid el que resuena con mayor fuerza es el que alude a las paupérrimas expectativas electorales auguradas sondeo tras sondeo, y certificadas elección tras elección. Con Gómez como candidato a la Comunidad de Madrid las muestras demoscópicas otorgaban una horquilla de entre un 11 y un 13%, mientras que en las pasadas elecciones al Parlamento Europeo la marca del puño y la rosa rondó el 19 por ciento del total de votos emitidos.

En definitiva, los peores resultados y previsiones electorales del PSOE madrileño de todo el periodo democrático, con sorpasso de Podemos incluido. La segunda derivada de la caída de Tomás Gómez certifica la disputa interna por el poder en la que andan metidos los barones socialistas mientras la izquierda lenguaraz de Podemos sigue arrebatándoles terrero.

Gómez era afín a Susana Díaz; de ahí que Sánchez no haya tenido ningún reparo en cortar su cabeza para recuperar el control de la federación madrileña.

Según ciertas informaciones que aluden al entorno de Blanquerías, lo acaecido en Madrid ha alertado sobremanera a Ximo Puig. No es de extrañar, ya que, aunque improbable, los mismos argumentos de peso que han acabado con las aspiraciones de Gómez podrían ser utilizados para fulminar al secretario general de los socialistas valencianos, pues los sondeos pronostican en el mejor de los casos un 20% de apoyo, mientras que el resultado en las pasadas Europeas fue del 21,63%. La debilidad de la regional valenciana viene acompañada, igualmente, por el recelo que suscita Puig en Ferraz. Esta falta de confianza se cimienta en el apoyo expreso del líder de los socialistas valencianos a Susana Díaz; la falta de regeneración democrática interna al mantener a cargos de dudosa trayectoria, como Agustín Navarro o José Manuel Orengo; o a la incapacidad para gestionar la crisis continua que vive el socialismo alicantino y permitir que compañeros de partido machaquen públicamente a Gabriel Echávarri, alcaldable afín a Sánchez.

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