Un pequeño insecto, una abeja, pudo cambiar el signo de esta Vuelta a España. Su picadura a Vincenzo Nibali el día anterior a la crono, hizo que el ganador del Giro de Italia de este año y de la Vuelta de 2010, amaneciese con la cara hinchada y los ojos de un negruzco llamativo.
Más que de levantarse de la cama parecía que venía de haberse pegado contra la puerta de un armario de su habitación. Un aspecto que no se correspondía, para su tranquilidad y la de su equipo, con su estado físico real. Estuvo durante los 38 kilómetros de la etapa con los ojos tumefactos. No dejó que nadie se los viese. No se quitó las gafas ni cuando le entrevistaron por televisión.
Si la cosa hubiera ido a mayores y no hubiera podido tomar la salida, o hubiese estado muy tocado, la Vuelta a España hubiera tomado otro cariz, y no el que tiene en estos momentos, con un sorprendente Nicolas Roche a 33 segundos de Nibali. Valverde se encuentra a 46 segundos, al igual que Horner. A partir del quinto clasificado, Purito Rodríguez, los guarismos son enloquecedores. La Vuelta es cosa de cuatro ciclistas. Con dos etapas purísimas, Peyragudes y El Angliru, más otra cuatro llegadas en alto, entre Nibali, Roche, Valverde y Horner estará el maillot rojo final.
Nibali y Horner están sin el Tour en las piernas y eso, con todo lo que llevan y lo que les queda, es una ventaja importante. Valverde lo tiene complicado, que no es lo mismo que imposible. Ya no le hace falta tener suerte. Le bastaría con no tener mala suerte, que le persigue de forma inmisericorde. La Vuelta de 2012, el Tour de 2013, el pinchazo de este miércoles, por no remontarnos más en el tiempo. ¡Qué desgracia! No termina de encontrar el sosiego en una grande. Sin Horner es capaz de mantener el ritmo que mostró en Hazallanas, va a recuperar mucho tiempo, salvo que Nibali siga creciendo de forma. Nibali es el máximo favorito, pero no el único.
