El Angliru, como se esperaba, ha decidido la Vuelta; y lo ha hecho como acostumbra, a lo grande, desparramando espectáculo sobre sus verticales e insufribles cuestas y provocando un mano a mano inolvidable: un duelo entre el grandioso Chris Horner, líder definitivo con casi 42 años, y el memorable Vincenzo Nibali, que ha caído como un campeón.
Y eso que el 'Tiburón de Messina' ha dejado pasar su terreno, el complicado descenso del Cordal, antes de la subida a la joya de la sierra de Gamonal. Parecía que el italiano eludía la batalla, confirmando su debilidad de días anteriores. Pero no.
Nibali ya solo sabe correr para ganar y aunque, sin duda, no era el de otras grandes vueltas, ha vendido cara su derrota. Sorprendiendo a todos, casi como ver a Horner líder con 42 años, el líder del Astana se ha lanzado a un furibundo ataque.
Hasta seis veces, ha envidado a un Horner convencido de tener las mejores cartas, pero un tanto descolocado con los latigazos de un rival que apenas le había podido aguantar estos últimos días en subidas de mucha menor entidad.
Durante 5 kms. mantuvo su hacha levantada Nibali, orgulloso, racial, suicida. Pero ocurrió lo que tenía que ocurrir. Horner era el más fuerte y en cuanto aclaró las ideas y recobró la consciencia de su superioridad se fue adelante, solo, poderoso, ya inabordable y vencedor de una batalla inesperada.
Porque a falta de lo más duro del Angliru parecía que todos aceptaban lo inevitable. Si acaso Purito Rodríguez aún conservaba ciertas esperanza de podio. Pero poco más.
Y entonces apareció Nibali. Como el gran campeón que es. Y quemó todas sus naves. Una tras otra, ejemplar en su embate, hasta claudicar. Memorable su pelea. Y devastadora la respuesta de Horner, el 'abuelo' campeón con un hito para los anales. Cuarentón y campeón. Grandioso.
