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Contador dormirá con su enemigo

17.08.12 - 17:54 -
Contador dormirá con su enemigo
El director de la Vuelta a España, Javier Guillén, y el ciclista español Alberto Contador, durante la presentación de una campaña benéfica de recogida de bicicletas. / EFE
«¿Qué cuantas pruebas de tres semanas he ganado? Para mí, siempre serán seis». Sonreía Alberto Contador cuando respondía a esa pregunta, que tenía truco, puesto que para él, lo que ha ganado en la carretera no se lo va a quitar nadie, por mucho que determinados organismos le hayan quitado un Tour y un Giro.
Contador ha subido y bajado muchos de los escalones que hay que ir ascendiendo en el mundo del ciclismo para llegar al firmamento de las figuras. Él llegó a lo más alto y no parece que nadie, fuera de la carretera, le haya hecho descender de ese podio imaginario.
Su nombre arrastra a los medios de comunicación. Unos por el morbo de su vuelta a la competición, otros por su calidad como ciclista. Se mueve en ese filo entre la leyenda y las grietas de una gran montaña, en la que si te caes nadie te va a encontrar. Un filo en el que, primero hay que saber vivir, y luego valer para poder soportarlo.
Estamos ante una Vuelta a España en la que Contador se enfrentará al mundo, porque eso es esta carrera para él: un exámen ante el ciclismo mundial que escrutará todos sus movimientos, dentro y fuera de la carretera.
Precisamente es en las etapas, en el recorrido, donde mejor ha sabido expresarse siempre. Estamos ante una vuelta en la que Alberto dormirá con su enemigo: él mismo. No sabe como va a encontrarse, cuál va a ser su rendimiento, ni cómo puede afectarle el parón que ha tenido. Ni Froome, ni Joaquim Rodríguez, ni Valverde, ni Cobo, ni Gesink son mejores que él. En muchos casos son ciclistas distintos, muy buenos, pero diferentes.
Todos frente a Contador
La explicación se cae por su propio peso: nadie ha ganado seis grandes pruebas por etapas. Joaquim Rodríguez habla de «Contador y Froome como los grandes favoritos». Lo mismo hacen Igor Antón, Valverde o Cobo.
Si analizamos bien la lista de aspirantes nos encontramos con una carrera de hombres necesitados de triunfos. Los ciclistas, los líderes, viven de sus victorias y muchos de los que hemos citado necesitan ganar. Todos, salvo Joaquim Rodríguez, que tiene su temporada más que cubierta, lo que le convertirá en muchos momentos en un peligro todavía mayor.
Froome deberá demostrar que es capaz de liderar un equipo durante tres semanas, además de ser capaz de hacer dos grandes, Tour y Vuelta, al máximo nivel. No lo va a tener fácil. Ya no es un desconocido, ni tampoco va estar escondido detrás de Bradley Wiggins. Le tocará dar la cara.
Lo mismo se puede decir de Alejandro Valverde y Juanjo Cobo. Valverde lleva un año muy recargado de carreras, a lo que se le han unido las caídas que tuvo en el Tour. Lo normal es que no esté pensando en la general. A Juanjo Cobo le han quitado la muela del juicio y ha perdido muchos días de entrenamiento.
Robert Gesink es una de esas promesas que lleva camino de convertirse en eterna. Jurgen Van den Broeck siempre está, pero no termina de rematar. ¿Hay o no necesidad de dar un paso al frente para muchos ciclistas?
Van a tener un que degustar un caramelo envenenado que no todos podrán digerir. Por eso hablamos de una carrera en la que Alberto Contador tendrá a todo el mundo enfrente. Y eso siempre es peligroso.
Las claves
La Vuelta, su recorrido, es una trampa continúa, con llegadas explosivas, subidas en las que no se producirán grandes diferencias, pero que añadirán más tensión de la que normalmente tiene la prueba. Podemos dividir la Vuelta en tres grandes bloques.
El primero terminaría en la octava etapa, con la llegada a la Collada de la Gallina, una subida de 7,2 kilómetros con una pendiente media del 8% y una máxima del 15%. Para cuando se llegue a esa cima habrán quedado atrás cuatro llegadas en subida. Ninguna de ellas marcará la carrera. A lo sumo, puede dejar algunos segundos de diferencia, pero nada decisivo.
Será en la segunda semana cuando las cosas se pongan serias, primero con una contrarreloj de 40 kilómetros que obligará a quienes quieran ganar la Vuelta a España a moverse en las montañas asturianas, que es donde de verdad debe de jugarse el maillot rojo.
Entre los finales de etapa en Los Ancares, Lagos de Covadonga y Cuitu Negro todo quedará decidido, o al menos lo más importante. Luego habrá que esperar hasta la Bola del Mundo, si es que para entonces queda alguno de quienes deben ser protagonistas con algo de fuerza para intentar moverse.
Contador es uno de esos ciclistas a los que les gustaba marcar las diferencias entre la primera contrarreloj y la primera llegada en alto, en Los Ancares, o Lagos de Covadonga. Desde que ganó la Vuelta a España, en 2008, no había retornado a la prueba. Lo ha hecho por necesidad, porque entre los planes que tenía a principios de temporada no contaba esta prueba, que al final se ha hecho necesaria para él.
Y si Contador sale en una carrera ciclista es para ganarla. En eso se parece a Bradley Wiggins, que ha hecho un calendario calcado a los que hacía el líder de Saxo Bank. Ahora necesita ganar, recuperar su autoestima y, sobre todo, saber donde está, hasta donde puedan dar de sí sus piernas. Y eso es algo que sólo puede solucionar él. Nadie más. Por eso duerme con su enemigo, que también se llama Alberto Contador. Un enemigo íntimo, eso sí, al que conoce muy bien.
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