Contado prepara para el inico de la carrera. / Efe
«La Vuelta empezará hoy». Esa es una de las frases que más repite Alberto Contador. Es cierto que la carrera entrará en una nueva dimensión, la definitiva, con un terreno muy diferente al que hemos pasado hasta el momento.
Llega la verdadera montaña. Las subidas cortas y los repechones, ideales para el espectáculo, han quedado atrás. Los escaladores puros, –una raza que vuelve a contar con buenos exponentes después de una época de tribulaciones–, van a estar en el teatro de sus sueños.
Lo que nos espera se puede definir como Contador contra el mundo, contra todos sus rivales. Nos queda por conocer el corredor que nos vamos a encontrar. El ciclista que es capaz de de bailar durante muchos kilómetros de subida encima de su bicicleta, con la frescura que le permita lanzar ataques consistentes, o un hombre que debe de administrar las reservas que tenga para que la acumulación de esfuerzos en poco tiempo no le deje sin nervio, sin chispa.
También el líder, Joaquim Rodríguez, piensa que de Asturias la carrera debe de salir decidida. «Hay mucha dureza y tres días seguidos de alta montaña. Es un terreno ideal para Contador». Ese nombre aparece por todos los lados.
La estrategia del líder se basará, según él, en conservar lo que tiene. «Ya he atacado bastante. Si me encontrase muy bien intentaría atacar o sí le veo mal a Contador, para sumar algún segundo más».
Saberse el centro de todas las miradas es algo que ya no debería de afectarle al mejor corredor para pruebas de tres semanas del ciclismo mundial. No debería, pero la situación tampoco es normal. Son muchas cosas a las que va a tener que hacer frente Contador. Su parón, los 19 días de competición que lleva, doce de ellos en la Vuelta, la falta de referencias reales de su estado físico le generarán dudas.
Los números, sus pulsaciones, su SRM, los análisis dirán una cosa, pero la verdad está, como siempre, en la carretera. En las sensaciones que tenga. No corre solo. Sus rivales si ven un momento de debilidad lo aprovecharán. «Llega mi terreno. Son etapas que me van muy bien. Me moveré en función de como vaya la carrera, de cómo me encuentre yo», explica. Confía en que «alguno de los que está delante tenga algún día malo».
En el lado contrario de Contador estaría Valverde, con 72 días de competición. En algún momento, como el líder, que lleva 63, deben de acusar cansancio. Sus piernas dirán basta y se bloquearán. Eso pensamos. No tenemos la respuesta, ni nosotros, ni nadie. «Van a ser tres días clave», resume Valverde.
Chris Froome no lleva una temporada muy recargada. Sólo corrió el Criterium Internacional y la Vuelta a Romandía antes del Dauphiné Liberé. Suma 54 días de competición y los únicos que ha tenido realmente exigentes han sido las subidas y las cronos del Tour, junto a las dos pruebas olímpicas, la de línea y la de contrarreloj.
Lo que se les viene encima en Los Ancares, Lagos de Covadonga y Cuitu Negru permite pensar en todo, menos en tranquilidad . Tres días en los que cubrirán 519 kilómetros, con ¡107 kilómetros de subidas!, en los que se pueden encontrar de todo. No sólo serán las ascensiones, sino también las bajadas, las carreteras por las que transitarán. El desgaste está asegurado y no todos lo van a poder soportar.
Con final en el puerto de Ancares, habrá cuatro subidas: dos de primera, dos tercera y uno de segunda. En total, 42, 2 kilómetros ascensiones, con el regalo final de Los Ancares, que tiene 9,5 kilómetros de ascensión, con una pendiente máxima del 12,8% y una pendiente media del 8,1%.
La etapa con final en Los Lagos es más llevadera. El Fito, con sus 6,8 kilómetros de subida y una pendiente media del 11,25% serán la antesala de los 13,5 kilómetros de los Lagos, con una pendiente máxima del 15%. También hay un largo descenso desde el puerto de Pajares, con 40 kilómetros que pueden tener su peligro.
Serán 27,3 kilómetros de subidas. El remate llegará con la etapa más dura de las tres. Entre Gijón y Valgrande-Pajares-Cuitu Negru se encontrarán los ciclistas tres puertos de primera y uno de tercera. San Lorenzo y La Cobertoria, un nombre que no les trae buenos recuerdos a Alex Zulle o Fernando Escartín, entre otros ciclistas. En total 37,4 de ascensiones, con la traca final al Cuitu Negru, con sus 19,4 kilómetros de subida, con algunos tramos al 22% en los dos kilómetros finales. «Debe de ser las más dura de todas, porque es la última y tiene mucha dureza», comenta el líder.
De todos esos puertos, la Cobertoria es que el que más grabado se ha quedado en la memoria de la gente debido a la caída de Alex Zulle en 1993, que le costó el triunfo en la Vuelta a España que acabaría ganando Tony Rominger.
Pronunció unas frases que han quedado para la antología ciclista: «Agua en carretera. Culo y bicicleta, en flores». Cinco años más tarde, fue Fernando Escartín que sufrió ese descenso que con lluvia se convierte en un peligro.
Hay además cuarenta kilómetros de descensos. En esos escenarios debe de decidirse todo.
