Condé Nast Traveler acaba de anunciar sus listas de los mejores destinos del mundo, incluidas ciudades, hoteles o islas. La clasificación se elabora a partir de una votación de sus lectores, en la que este año han participado 16.000 personas. En la lista de las veinticinco mejores ciudades hay tres españolas: San Sebastián, en el puesto número 5; Sevilla, en el 20; y Barcelona, en el 24.
El número 1 de esa clasificación lo ha obtenido por primera vez San Miguel de Allende, México, ciudad Patrimonio de la Humanidad situada a 96 km. de Guanajuato, y uno de los conjuntos urbanos coloniales mejor conservados de México. Por supuesto que tiene monumentos destacables, pero lo más singular son sus estrechas calles empedradas, reflejo del pueblo que en su día fue una importante parada en la ruta de la plata que unía Zacatecas con la Ciudad de México.
Esta es la clasificación completa, en la que París ocupa la posición número 22, y no aparecen Nueva York o Londres.
1. San Miguel de Allende, México; 2. Budapest, Hungría; Florencia, Italia; 4. Salzburgo, Austria; 5. Charleston, Carolina del Sur, Estados Unidos; San Sebastián, España; 7. Viena, Austria; 8. Roma; 9. Siena, Italia; 10. Québec City; 11. Ciudad del Cabo, Sudáfrica; Brujas, Bélgica; 13. Vancouver, Canadá; 14. Kioto, Japón; 15. Praga, República Checa; Cracovia, Polonia; 17. Victoria, Canadá; Sydney; Santa Fe, New Mexico, Estados Unidos; 20 Sevilla, España; Beirut, Líbano; 22. París; Melbourne, Australia; 24. Venecia, Italia; Barcelona, España.
Un paseo por San Miguel de Allende
Por las mañanas, sólo hay algo de ajetreo en plaza principal, donde se alza la Parroquia neogótica de San Miguel Arcángel, y si acaso en el extenso mercado en el que los puestos de artesanías se reparten en tres niveles casi temáticos. Primero están los vendedores de piezas de alfarería multicolores y luego siguen los que hacen objetos de hojalata, de madera, de cuero, de plata y de peltre o pewter, la aleación que se consigue mezclando cobre, estaño, antimonio y plomo, además de los que ofrecen todo tipo de souvenirs que a menudo incluyen los cuadros más famosos de Frida Kahlo, sus propios autorretratos y por supuesto motivos alusivos a las calacas o calaveritas que forman parte de las celebraciones del Día de Muertos.
Después se puede seguir el paseo dejándose llevar por las calles del centro histórico para seguir empapándose del encanto del lugar perdiéndose por los patios de las grandes casas señoriales, como la Casa Canal, que ahora acogen tiendas de bellísimas antigüedades mexicanas. Desde hace más de cincuenta años, San Miguel ha ido poco a poco acogiendo a decenas de marchantes y galeristas venidos de muchos países, aunque principalmente de Estados Unidos, hasta convertirse en el segundo núcleo artístico del país por detrás de la capital. Al mismo tiempo, han ido proliferando aquí y allá pequeños hoteles boutique y acogedores restaurantes y cafés de esos en los que se cuida hasta el detalle más nimio para recrear atmósferas coquetas y relajantes. Muchos de estos establecimientos tienen también fantásticas terrazas en las que entregarse a contemplar sugerentes atardeceres sobre los tejados de las casitas multicolores.
Por suerte, en San Miguel, Patrimonio de la Humanidad, se tomaron medidas a tiempo y no se detecta ningún estropicio arquitectónico ni decorativo. Por el contrario, abundan los locales que destilan un gusto exquisito que bien podría dar pie a un reportaje para las mejores revistas de decoración. Es el caso por ejemplo de la Casa Dragones, un espacio en el que se organizan catas de su selecto tequila del mismo nombre.
